Bolivia: una nueva masacre y el repliegue conservador
Crónicas de la lucha social en Bolivia
ircamericas.org
El pasado 11 de septiembre una masacre conmovió al país y redefinió el escenario político boliviano. El hecho tuvo lugar en El Porvenir, una pequeña localidad en el departamento de Pando. Allí, funcionarios de la prefectura y—según el gobierno—sicarios peruanos y brasileños, emboscaron y asesinaron al menos a 18 campesinos. Quizá incluso sean más, el ejercito al día de hoy sigue buscando los cuerpos de cientos de desaparecidos.
El grave hecho derivó en la inmediata intervención del ejecutivo en el departamento: se dictó el Estado de sitio y se procedió a detener al prefecto, Leopoldo Fernández por desacato. En un futuro cercano la perspectiva es avanzar en un juicio por terrorismo y genocidio.
Las consecuencias de "la Masacre de Porvenir" se sintieron a nivel nacional. Sucede que el gobierno asegura que lo que se escondía detrás de dicha asonada era la avanzada definitiva de un golpe "cívico-prefectural". Pero la solidaridad internacional expresada en la reunión de UNASUR del lunes 15 en Santiago de Chile y la constante movilización de las bases MASistas hicieron retroceder a la "Media Luna". Es por eso que por la noche del martes 16 los prefectos, rodeados e incapaces de controlar a sus propias bases en un marco de violencia que ellos mismos fogonearon, no tuvieron más opciones que aceptar el "Gran Acuerdo Nacional" propuesto por el gobierno para discutir el destino de las regalías gasíferas y petroleras, las designaciones de los cargos vacantes en el poder judicial y, fundamentalmente, consensuar la compatibilización de los estatutos autonómicos con la Nueva Constitución Política del Estado.
La diferencia con las anteriores convocatorias fue que esta vez las condiciones para sentarse a negociar llegaron del Palacio Quemado: los cívicos debían abandonar inmediatamente los cortes de ruta y las tomas de las oficinas públicas e instalaciones petroleras invadidas en el Oriente. A su vez, a pesar de que no figura formalmente en el texto del acuerdo, el gobierno se anotó otra victoria: en los hechos los prefectos aceptaron soltarle la mano al detenido Leopoldo Fernández, ahora "cacique de Pando". Es que, como explicó el ministro de Gobierno, Alfredo Rada, "llegó el momento de ajustar cuentas".