domingo, noviembre 29, 2020

Entrevista al político boliviano Juan Ramón Quintana, asesor clave de Evo Morales

pagina12.com.ar

Entrevista al político boliviano Juan Ramón Quintana, asesor clave de Evo Morales: "Me formé políticamente en el antiimperialismo." | Asilado en la embajada de México en La Paz durante el gobierno de facto de Añez

Gustavo Veiga

Durante un año fue el trofeo de caza más buscado. El régimen golpista pretendía colocarlo en sus vitrinas. La expresión no es caprichosa. El exministro de Gobierno Arturo Murillo – hoy estaría prófugo en Estados Unidos – se la dedicó a Juan Ramón Quintana: “Vamos a salir de cacería porque ese es un animal que está matando gente en nuestro país”. La acusación se trataba de una fake news. En rigor, el responsable político de decenas de asesinatos en Sacaba y Senkata era el ahora fugitivo de la Justicia boliviana. El hombre al que buscaba, el cerebro de las políticas antimperialistas en los catorce años presidenciales de Evo Morales, se asiló en la embajada de México en La Paz y nunca pudo ser atrapado. Sociólogo y militar – dos formaciones que rara vez van juntas -, sobrevivió a la persecución y posterior asedio a la sede diplomática.

Quintana hoy cuenta esa historia desde su departamento en reconstrucción, que como él mismo dice “no fue incendiado porque está en el tercer piso de un edificio”. Igual se ensañaron con su vivienda. La saquearon. Le arrancaron hasta la puerta de ingreso. Pero lo peor fueron los ataques a su familia. Su madre de 87 años tuvo que escaparse disfrazada en una moto llevada por sus sobrinos. Él mismo salvó su vida por segundos o centímetros. Sus enemigos lo tuvieron al alcance de la mano pero se les escabulló. Después de detallar su odisea, analiza el por qué de semejante ensañamiento.

-Aprovecho por su medio para agradecerle al gobierno mexicano. Mi vida corría muy serio peligro, las patrullas policiales habían cercado la casa en que yo estaba escondido. Aunque mis familiares sufrieron una persecución probablemente mucho más cruel que la mía. Intenté salir hacia la frontera con Perú para incorporarme a mi familia en Cuba, pero me fue imposible. Entonces el único recurso que me quedaba era una embajada y la más accesible que encontré fue la mexicana.

-Después que se asiló, ¿es cierto que detuvieron hasta a su empleada doméstica?

-A Edith, que era nuestra trabajadora del hogar, le pedí más o menos al mes del golpe que se acercara a la casa para que tomara fotografías y pudiera conseguir un carpintero que pusiera la puerta del departamento y cerrarlo. Mientras ella hacia esa actividad, los policías la detuvieron sin orden judicial, la llevaron directamente a las oficinas de la fuerza especial de lucha contra el crimen a tomarle declaraciones, le ofrecieron su libertad a cambio de que aceptara firmar un documento donde se me acusaba que acá en mi casa había armas, me reunía con terroristas y había escondido dinero. Ella se negó a hacerlo porque es una militante cristiana. Por eso detuvieron a su hija para intimidarla y también al marido. Pero no se quebró y entonces la llevaron a la cárcel de mujeres de San Pedro. Ése fue el tamaño de la crueldad, de la bestialidad del régimen de Añez. Han tenido esa cuota de crueldad con que operaron las dictaduras militares en las décadas del 60 y 70.

-¿Por qué usted considera que era el principal blanco de los asilados en la embajada mexicana?

- Por lo que me he enterado, el régimen estaba dispuesto a otorgar los salvoconductos para México solamente con la entrega de mi persona. La cacería yo no creo que haya sido un concepto elaborado por el propio Murillo, se lo transmitieron para describir la dimensión de su misión, de la tarea que tenía respecto a mí y a otros compañeros; en particular a mí. Las razones de esta encomienda que le había asignado, y estoy absolutamente seguro que era así, la embajada norteamericana, se debe fundamentalmente a mi posición antiimperialista explicita, militante y además irreversible. Me formé políticamente en el antiimperialismo. Mis lecturas políticas y teóricas tienen que ver con la lucha, con la resistencia, con la negación a ver a mi país aplastado por un gobierno extranjero del tamaño de los Estados Unidos. Entendí que la historia de mi país estaba preñanda de una intervención humillante y vergonzosa en los últimos setenta, ochenta años y que si queríamos ser una nación libre independiente y soberana, la primera condición era liberarnos de este dominio imperial vertical, secante, que había ocupado prácticamente a la nación no solamente política y territorialmente, la había ocupado culturalmente, ideológicamente.

-¿Su condición de mayor del Ejército hasta 2001, puede haber significado una agravante de la persecución, además de las medidas que tomó el gobierno de Evo Morales contra EE.UU como la expulsión del embajador Philip Goldberg en 2008?

- En mi condición de ex oficial si hay algo que me dolía en el alma, era que mis fuerzas armadas se habían convertido en una fuerza de ocupación colonial desde 1950 en adelante y lo propio con la policía. La suma de las pequeñas victorias que logramos frente a este dominio tan arrogante de los Estados Unidos, fue lo que finalmente determinó que en sus documentos reservados me convirtieran en un peligro potencial para ellos. Y esto puede verificarlo en los primeros documentos de Wikileaks referidos a Bolivia, sobre el primer gabinete de Evo Morales. Inicialmente, ellos en la descripción que hacían de los ministros, me veían como una persona neutral en la relación de EE.UU y Bolivia; pero a medida que pasaba el tiempo los cables que enviaba la embajada respecto a mí, establecían que en realidad era un enemigo, una amenaza.

-¿Cuánto hay de cierto en que se le atribuye ser el hombre más influyente en los gobiernos de Evo?

- La comunión entre su antiimperialismo y el mío, además de que compartíamos una lectura semejante sobre nuestra realidad nacional, hacía que esto se alimentara mutuamente y por lo tanto que esas decisiones se cumplieran casi fielmente. Fueron 14 largos años en que un país como Bolivia, una semicolonia, vivió liberada de la opresión imperial. 14 años de independencia, de soberanía, de dignidad. Cada decisión que tomábamos para liberarnos de la maquinaria injerencista de Estados Unidos no solamente era un alivio político. También le abría las puertas a Bolivia para ser ella misma, para pertenecerse a sí misma, para ser un Estado plurinacional.

-La Escuela militar de Comando Antiimperialista General Torres que crearon en Santa Cruz, ¿fue el último desafío a la influencia de EE.UU?

- Diría que fue el último detonante para reimpulsar el golpe en Bolivia. Su creación, y que llevara el nombre de nuestro ex presidente Torres, un hombre con su componente antiimperialista y al que mató la Triple A en la Argentina en el marco del Plan Cóndor. El hecho de abrir la escuela para las Fuerzas Armadas fue demasiado. Porque ellos sabían que la columna vertebral que podría sostener una reinstalación de su hegemonía en Bolivia eran las FFAA y si teníamos éxito en la escuela antiimperialista para desmantelar esta cultura enajenante de sometimiento a la doctrina de seguridad norteamericana, podría ser irreversible este proceso de transformaciones para el largo plazo. No es nada casual que el golpe del 10 de noviembre del año pasado tuvo como centro de gravedad a las Fuerzas Armadas.

-Usted abandonó el asilo en la embajada y se encontró con otro país y otro mundo. Ganó las elecciones Luis Arce y Donald Trump ya no continuará como presidente de EE.UU. ¿Qué puede cambiar para Latinoamérica y Bolivia en especial el gobierno de Joe Biden?

- Me temo que las cosas se van a modificar de manera relativa para América Latina y por lo tanto para Bolivia. Los Estados Unidos tienen bastantes problemas domésticos que resolver y sus preocupaciones de índole estratégica frente a China, Rusia o Irán van a tener que ser mediadas de una manera distinta. Su relación con el continente va a tener que ser mucho más inteligente y ya no sometida de una manera tan estricta a sus mandatos de ocupación de dominio regional. No solamente a través de la OEA, sino a través de sus embajadas y la política exterior. Yo me temo que va a haber una especie de relajamiento lo cual no significa la renuncia al dominio en América Latina. En Bolivia una intervención norteamericana en este momento se mostraría como algo muy aberrante cuando el país se ha manifestado con un 55 % demoledor en las elecciones. Causarnos daños colaterales con alguna forma de intervención, le costaría políticamente mucho más a Estados Unidos que a Bolivia.

-Hombres claves dentro del MAS como el ex presidente Evo Morales, su vice Álvaro García Linera y usted mismo ya no tienen una función ejecutiva dentro del gobierno. ¿Qué es lo que está dispuesto a aportar? ¿Y desde dónde?

- Yo creo que desde dos ámbitos. Primero el aporte para galvanizar este proceso los próximos cinco años, para fortalecer el instrumento político el MAS y los movimientos sociales para un plazo mucho más largo. Me veo involucrado en la formación política de cuadros jóvenes, en la renovación, en un trabajo mucho más activo para orientar a las nuevas generaciones de compañeros nuestros sobre la capacidad de entender el mundo desde nuestro país, desde nuestra realidad. Sería interesante empezar a reveer las cosas desde nuestra experiencia, nuestros errores y nuestros fracasos, con nuestras luces y nuestras sombras.

-¿En qué cuestiones específicas?

-Quiero que mi objeto de investigación sea el golpe de Estado, que sea un instrumento metodológico de interpretación de la historia de mi país de los últimos 50 años. Es decir, casi como un método de conocimiento, y eso me obliga a investigar y profundizar más la injerencia norteamericana. Quiero que esto sirva para los jóvenes, para que puedan defender este proceso político en Bolivia. Realmente si es que llega el momento, si es que se da la oportunidad de incorporarme a alguna comisión de la verdad, no tanto para dirigirla sino para aportar, y que justamente se encargue del esclarecimiento del golpe, investigaría el conjunto de violaciones sistemáticas durante la última dictadura y el saqueo que hizo en el país desde noviembre 2019 hasta hoy. El golpe va a seguir siendo la herramienta preferida de los EEUU en América Latina para someter a nuestros pueblos. Por lo tanto, tengo la impresión de que al estudiarlos es una manera de defender también nuestras soberanías.

lunes, noviembre 23, 2020

Bolivia, laboratorio de una nueva ‎estrategia de desestabilización, por Thierry Meyssan

 

Fue publicado el 26 de noviembre de 2019
Tomado de RED VOLTAIRE 

Thierry Meyssan, Red Voltaire


La autoproclamada nueva presidente de Bolivia agita los “Cuatro Evangelios” y denuncia los ‎‎“ritos satánicos” de los pueblos originarios. Contrariamente a los comentarios de la prensa ‎internacional, Jeanine Áñez no ataca a los indígenas bolivianos (en su mayoría cristianos) como ‎etnia. Más bien impone un fanatismo religioso. ‎

El 14 de octubre de 2019, el presidente Evo Morales anunciaba, en entrevista concedida a la ‎televisora GigaVisión, que tenía en su poder grabaciones que demostraban que personalidades de ‎la extrema derecha y ex militares estaban preparando un golpe de Estado en previsión de que ‎él volviera a ganar la elección presidencial [1].‎

Pero lo que sucedió no fue un golpe de Estado militar sino el derrocamiento del presidente ‎constitucional. Nada permite pensar que el nuevo régimen sea capaz de estabilizar el país. ‎Estamos viendo el inicio de un periodo de caos. ‎

Los motines iniciados el 21 de octubre, y que llevaron al presidente y al vicepresidente de la ‎República, a la presidente del Senado, al presidente de la Cámara de Diputados y al vicepresidente ‎del Senado a dimitir uno tras otro, no cesaron con la entronización de Jeanine Áñez, la segunda ‎vicepresidente del Senado, el 12 de noviembre. El partido político de la señora Áñez, el ‎Movimiento Demócrata Social, sólo cuenta con 4 diputados y senadores de un total de 130. Y ‎su decisión de instaurar un nuevo gobierno sin representantes de los pueblos originarios (pueblos ‎que los occidentales llamarían “indígenas”) llevó a los miembros de esos grupos étnicos a lanzarse ‎a las calles, en lugar de los grupos de matones que habían sacado del poder al gobierno del ‎presidente Evo Morales. ‎

Mientras la violencia interétnica se propaga por todo el país, la prensa boliviana publica relatos ‎sobre las humillaciones públicas, las violaciones y el diario conteo de manifestantes muertos ‎a manos de la policía y el ejército. ‎

Si bien es evidente que el ejército está respaldando a la nueva “presidenta” Áñez, nadie sabe ‎exactamente quién sacó del poder al presidente Evo Morales y se estima que pudo ser tanto una ‎facción local como una transnacional o ambas. La reciente anulación de un megacontrato para la ‎explotación del litio boliviano puede significar que algún competidor invirtió en el derrocamiento ‎del presidente Evo Morales. ‎

Lo único seguro es que Estados Unidos se alegra del giro que han tomado los acontecimientos, ‎pero es posible que Washington no haya intervenido para provocarlos, aunque ciudadanos y ‎funcionarios estadounidenses están probablemente implicados, como indicó el director del SVR ‎‎ [2] ‎ruso, Serguei Narichkin.‎

La publicación de una conversación entre la nueva ministra colombiana de Exteriores, Claudia ‎Blum, y el embajador de Colombia en Estados Unidos, Francisco Santos –conversación grabada ‎en un café de Washington– no deja lugar a dudas [3]: el secretario de Estado ‎estadounidense, Mike Pompeo, se opone actualmente a toda intervención en Latinoamérica; ‎abandona al individuo que se autoproclamó presidente de Venezuela, Juan Guaidó, lo cual ‎inquieta al antivenezolano gobierno de Colombia, y rechaza todo contacto con los numerosos ‎aprendices golpistas latinoamericanos. ‎

Esto nos muestra que la nominación de Elliot Abrams como representante especial de ‎Estados Unidos en Latinoamérica no sólo fue una concesión a cambio del cierre de la ‎investigación del fiscal Robert Mueller sobre la supuesta «trama rusa» [4] sino también una astucia para acabar con la influencia de los neoconservadores en la ‎administración estadounidense. El “diplomático” Abrams se portó tan mal y cometió tantos ‎errores que destruyó en unos meses toda esperanza de intervención imperialista estadounidense ‎en Latinoamérica. ‎

En todo caso, el Departamento de Estado es actualmente una zona de desastre: los altos ‎diplomáticos desfilan uno tras otro por el Capitolio para prestar testimonio contra el presidente ‎Donald Trump ante la comisión de la Cámara de Representantes encargada de destituirlo. ‎

Pero, si la administración Trump no está orquestando lo que sucede en Latinoamérica, ¿quién ‎está haciéndolo? Todo indica que aún no han desaparecido las redes que la CIA instauró en ese ‎continente en los años 1950-1970. Cuarenta años después, esas redes siguen existiendo en ‎numerosos países latinoamericanos y logran actuar por sí mismas con un mínimo de respaldo ‎externo. ‎

Las sombras del pasado

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A la derecha, el arzobispo católico de Zagreb, monseñor Aloysius Stepinac, estrecha la mano a ‎su protegido, el líder ultranacionalista croata Ante Pavelic, jefe de la milicia de los ustachis. ‎Hoy en día, Ante Pavelic es considerado uno de los peores criminales de la Segunda ‎Guerra Mundial, mientras que Aloysius Stepinac fue beatificado por haber combatido al líder ‎de la resistencia antinazi Josip Broz Tito.‎

Cuando Estados Unidos decidió iniciar contra la URSS su estrategia de containment, el primer ‎director de la CIA, Allen Dulles, y su hermano, el secretario de Estado John Foster Dulles, ‎reciclaron numerosos líderes de las milicias ultranacionalistas creadas por las potencias del Eje ‎utilizándolos en la lucha contra los partidos comunistas. Esos elementos, previamente evacuados ‎por Estados Unidos de los países donde habían perpetrado numerosos crímenes durante la ‎Segunda Guerra Mundial, fueron agrupados en el seno de la Liga Anticomunista Mundial (WACL, ‎siglas en inglés) [5], la cual ‎organizó en Latinoamérica el «Plan Cóndor» [6], una estructura de cooperación entre los regímenes proestadounidenses ‎de Latinoamérica para secuestrar y asesinar líderes revolucionarios en cualquier país donde ‎buscaran refugio. ‎

Fue así como, después de haber participado en el golpe militar que instaló en la presidencia ‎de Bolivia al general René Barrientos, en 1964, el general Alfredo Ovando puso la búsqueda del ‎Che Guevara, en 1966, en manos del nazi Klaus Barbie, quien había sido jefe de la Gestapo en la ‎ciudad francesa de Lyon. Después de ser capturado por el ejército boliviano, Guevara fue ‎asesinado a sangre fría, por orden del dictador Barrientos, en 1967. ‎

Bajo las dictaduras de los generales bolivianos Hugo Banzer (1971-1978) y Luis García Meza ‎‎(1980-1981), el nazi fugitivo Klaus Barbie –conocido en Francia como “el Carnicero de Lyon”– y ‎el neofascista italiano Stefano Delle Chiaie –miembro del Gladio italiano que había organizado ‎en 1970 el fallido golpe de Estado del príncipe Borghese en Italia– trabajaron juntos en la ‎restructuración de la policía y de los servicios secretos bolivianos. ‎

Sin embargo, después de la dimisión del presidente estadounidense Richard Nixon, en 1974, ya ‎se había iniciado en Estados Unidos la ola de revelaciones de las comisiones Church, Pike ‎y Rockefeller sobre las actividades secretas de la CIA. El público vio solamente la espuma de ‎esa ola, pero hasta eso era demasiado. En 1977, el presidente James Carter nombraba director ‎de la CIA al almirante Stansfield Turner, ordenándole sacar de la agencia a los colaboradores que ‎habían trabajado para el Eje nazi-fascista y convertir las dictaduras proestadounidenses en ‎‎«democracias». Así que cabe preguntarse, ¿cómo pudieron entonces el nazi alemán Klaus ‎Barbie y el neofascista italiano Stefano Delle Chiaie convertirse en supervisores de la represión ‎en Bolivia hasta agosto de 1981? ‎

Es evidente que habían logrado organizar la sociedad boliviana de una manera que les permitía ‎no depender del apoyo de Washington y de la CIA. Les bastaban el discreto respaldo de algunos ‎funcionarios estadounidenses y el dinero de un grupo de transnacionales. Los golpistas de 2019 ‎han actuado probablemente de la misma manera. ‎

Durante el periodo de la lucha anticomunista, Klaus Barbie había facilitado la instalación ‎en Bolivia de numerosos fugitivos croatas ustachis que antes lo habían ayudado a él a huir ‎de Europa [7]. ‎Creada en 1929, la organización de los ustachis reivindicaba ante todo una identidad católica ‎croata y contó con el apoyo del Vaticano para luchar contra la URSS. Después de la Primera ‎Guerra Mundial y antes del inicio de la Segunda, los ustachis perpetraron numerosos asesinatos ‎políticos, como el atentado que costó la vida al rey ortodoxo Alejandro I de Yugoslavia durante ‎una visita en Francia. Durante la Segunda Guerra Mundial, los ustachis se aliaron a los ‎fascistas y a los nazis y perpetraron masacres contra los cristianos ortodoxos pero enrolaron a ‎musulmanes.
En total contradicción con el cristianismo original, los ustachis promovieron una visión ‎racialista del mundo, según la cual los eslavos y los judíos no pueden ser considerados ‎enteramente humanos [8]. ‎

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, los ustachis huyeron de Europa hacia Argentina, ‎donde fueron acogidos por el general Juan Domingo Perón. Pero algunos rechazaron ‎el peronismo y prefirieron volver a emigrar. Fueron por consiguiente los más recalcitrantes ‎los que emigraron a Bolivia [9].‎

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Según el neoustachi boliviano Luis Fernando Camacho, “Bolivia pertenece ‎a Cristo”, algo que nadie discute en ese país, donde el 98% de la población es ‎de confesión cristiana. ¿De qué habla entonces este individuo?

Los ustachis en Bolivia

Ya se sabe que las razones éticas no son motivo suficiente para que la CIA acepte renunciar a un ‎arma. Así que no hay que sorprenderse de que los colaboradores que la administración Carter había ‎expulsado de esa agencia estadounidense hayan colaborado después con el vicepresidente de ‎Ronald Reagan y ex director de la CIA‎, George Bush padre. Algunos de ellos formaron el ‎“Antibolchevik Bloc of Nations” [10]. Esos elementos eran principalmente ucranianos [11] e individuos ‎provenientes de los países bálticos [12] y ‎de Croacia. Todos esos criminales de guerra están hoy en el poder.‎

Concierto de una banda neoustachi en Zagreb, la capital de Croacia, ‎en 2007.

Los ustachis bolivianos se han mantenido vinculados a sus correligionarios en Croacia, ‎principalmente durante la guerra de 1991-1995, donde apoyaron al partido cristiano-demócrata ‎‎(HDZ) de Franjo Tudman. ‎

En Bolivia, esos elementos crearon la “Unión Juvenil Cruceñista”, una milicia conocida por sus ‎incursiones violentas y asesinatos de miembros del pueblo originario aymara. Uno de los antiguos ‎jefes de la Unión Juvenil Cruceñista, el abogado y hombre de negocios Luis Fernando Camacho, ‎preside actualmente el Comité Cívico Pro Santa Cruz y dirige abiertamente a los matones que ‎expulsaron del país al presidente Evo Morales, miembro de la etnia aymara. ‎

Al mismo tiempo, parece que el nuevo comandante de las fuerzas terrestres de Bolivia, el general ‎Iván Patricio Inchausti Rioja, es de origen croata. En todo caso, es ese general quien dirige ‎actualmente la represión contra la resistencia de los pueblos originarios, luego de haber recibido ‎lo que se ha denunciado como una «licencia para matar», concedida públicamente por la ‎autoproclamada presidente Jeanine Áñez.‎

La fuerza de los ustachis bolivianos no reside en su número, ya que son sólo un grupúsculo. ‎Si lograron derrocar al presidente Evo Morales es porque utilizan la religión para justificar sus ‎crímenes y, en un país eminentemente católico, pocos se atreven a oponerse abiertamente a ‎quien dice hablar en nombre de Dios. ‎

Los cristianos racionales que leyeron u oyeron las declaraciones de la presidente autoproclamada ‎cuando anunciaba el regreso de la Biblia al palacio de gobierno –en realidad eran los ‎‎Cuatro Evangelios pero la señora Áñez no parece conocer la diferencia entre esos dos libros– y ‎que recordaron las denuncias de la nueva jefa de Estado sobre los «ritos satánicos» que ella ‎atribuye a los pueblos originarios quedaron estupefactos y creyeron, con desagrado, que esta ‎señora proviene de alguna secta. No, es una ferviente católica. ‎

Hace años que venimos denunciando a los responsables del Pentágono partidarios de la estrategia ‎Rumsfeld/Cebrowski. Hemos advertido repetidamente que esos militares estadounidenses ‎pretenden repetir en la Cuenca del Caribe lo que ya hicieron en el Medio Oriente ampliado. ‎

Pero en Latinoamérica, su plan encontraba una importante dificultad: la ausencia de una fuerza ‎regional comparable a la Hermandad Musulmana y al-Qaeda. En Latinoamérica, todas las ‎manipulaciones terminaban volviendo a la tradicional oposición entre «capitalistas liberales» y ‎‎«socialistas del siglo XXI». Ya no es así. Ahora existe dentro del catolicismo una corriente ‎política que predica la violencia en nombre de Dios. Esa corriente hace posible el caos. ‎Los católicos latinoamericanos se ven ahora ante la misma situación que los sunnitas árabes: ‎tendrán que condenar urgentemente a esos fundamentalistas o serán arrastrados por la violencia ‎que estos predican. ‎

[1] «Bolivie: Morales redoute un coup d’Etat s’il gagne ‎les élections» (en español, “Bolivia: Morales teme un golpe de Estado si gana las elecciones”), ‎AFP, 15 de noviembre de 2019.

[2] El SVR es el servicio de inteligencia exterior de la Federación Rusa. Nota de la Red Voltaire.

[3] “Exclusivo: audios de polémica charla entre ‎el embajador Francisco Santos y la nueva canciller Claudia Blum”, Publimetro (Colombia), 20 de noviembre de 2019.

[4] «Venezuela, Irán, Trump y el ‎Estado Profundo», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 21 de mayo ‎de 2019.

[5] «La Liga Anticomunista Mundial, internacional del crimen», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 20 de enero de 2005.

[6] Operación Cóndor, 40 años después, Stella ‎Calloni, Infojus, 2015.

[7] Los ustachis eran miembros de una organización terrorista –la Ustacha– creada ‎sobre la base del racismo religioso y del ultranacionalismo croata. Nota de la Red Voltaire.

[8] En 1823, el poeta Antun Mihanovic, fuertemente influenciado por el ‎romanticismo alemán, se interrogaba sobre un hipotético origen no eslavo de los croatas. ‎Partiendo de esa hipótesis romántica, Ante Starcevic teorizó la justificación de la independencia ‎croata de los demás pueblos de los Balcanes. En eso se basaron los ustachis para construir ‎su propia ideología racialista, independientemente del nazismo. Los nazis, que deberían haber ‎visto a los croatas como subhumanos destinados a servir como esclavos, encontraron más ‎conveniente y cómodo utilizarlos como fuerza de combate fingiendo creer el mito inventado por ‎los ustachis. Cf. The Racial Idea in the Independent State of Croatia. Origins and Theory, ‎Nevenko ‎Bartulin, Brill, 2014.‎

[9] Nationalism and Terror. Ante Pavelic and Ustasha Terrorism from ‎Fascism to the ‎Cold War, Pino Adriano y Giorgio Cingolani, Central European University Press, ‎‎2018.

[10] Old Nazis, the new right and the Republican party, Russ Bellant, ‎South End Press, 1988.

[11] «¿Quiénes son los nazis en el gobierno ucraniano?», por Thierry Meyssan, 3 de marzo ‎de 2014; «Organizaciones nazis irrumpen en el escenario europeo», por Andrey Fomin, Oriental Review (Rusia), 6 de marzo de 2014; «Entrenamiento estadounidense para neonazis ucranianos», por Manlio Dinucci, ‎‎Il Manifesto (Italia), 11 de febrero de 2015; «Manifestación nazi en Kiev», ‎‎16 de octubre de 2017; «Ucrania, vivero de neonazis de la OTAN», por ‎Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia), Red Voltaire, 24 de julio de 2019.

[12] «La presidente de Letonia rehabilita el nazismo», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 20 de marzo de 2005; «Derecho de respuesta del gobierno letón», Embajadora Solvita Aboltina y ‎comentarios de Manlio Dinucci y Thierry Meyssan, Red Voltaire, 13 de octubre de 2018.

miércoles, noviembre 18, 2020

Dos hechos que estremecieron América


Tomado de Rebelion.org
Por Hedelberto López Blanch | 18/11/2020 | Opinión

Dos hechos ocurridos recientemente han estremecido a la América por la relevancia que tienen para los pueblos de la región: el triunfo del binomio del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia, Luís Arce y David Choquehuanca, y la derrota a la reelección del presidente estadounidense, Donald Trump.

 

Puedo ser categórico al afirmar que ningún analistas pudo predecir que el MAS volvería al gobierno después del sangriento golpe de Estado que la derecha oligárquica boliviana, dirigida desde Estados Unidos y con pleno apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA) le infligiera al legítimo gobierno de Evo Morales.

 

Como se ha demostrado en disímiles escenarios, las fuerzas de derecha matan por lograr o tratar de mantener sus objetivos y se preveía muy difícil, por no decir imposible, que fueran derrotadas en una nueva elección (Evo había ganado por amplia mayoría las efectuadas en octubre de 2019).

 

La victoria del MAS representó un contundente golpe a las hordas de la derecha nacional y regional, a la par que demostró que el pueblo unido puede alzarse con la victoria pese a cualquier circunstancia.

 

Recordemos que después del golpe, la represión no se hizo esperar y el pueblo fue acosado con saña y violencia por  fuerzas militares y policiales que dejaron un saldo de 40 muertos y numerosos heridos, mientras los principales dirigentes del MAS fueron perseguidos, encarcelados o impulsados al exilio.

 

Todas esas violentas acciones contaron con el beneplácito de la OEA, del deplorable Grupo de Lima y del gobierno de Estados Unidos.

 

Ahora el primer presidente indígena de Bolivia acaba de regresar a su país después de permanecer un año refugiado en Argentina, gracias a la valentía política del presidente  Alberto Fernández, y podrá ayudar al binomio Alce-Choquehuanca a reconstruir la vida política y económica que en solo 12 meses destruyó el gobierno de facto. 

 

El otro acontecimiento que ha sacudido no solo al país, sino al mundo, ocurrió en Estados Unidos cuando el magnate presidente Donald Trump perdió las elecciones el 3 de noviembre contra el candidato demócrata Joe Biden.

 

Como había anticipado en varias ocasiones antes de los comicios, tras el triunfo de su oponente, Trump declaró que se cometieron fraudes, ilegalidades y otras arbitrariedades con la finalidad de arrebatarle la Casa Blanca, acusaciones que echan por tierra la pregonada “democracia” estadounidense.

 

En los cuatro años de su permanencia en la Oficina Oval, acompañado de fuerzas recalcitrantes de ultraderecha, se ha visto claramente el declive de ese imperio.

 

Entre sus “logros” se cuentan haber dividido al país en posiciones cada vez más opuestas; impulsó la desigualdad en la nación y acrecentó las tendencias racistas que siempre han existido en esa sociedad al exaltar la supremacía blanca por encima de cualquier habitante de otra raza.

 

En esa misma línea, incitó a la represión contra las personas que protestaban contra la violencia racial y los asesinatos de ciudadanos negros, y sin pensarlo dos veces, ordenó a las fuerzas federales desatar la furia contra las manifestaciones pacíficas que ocurrieron en diferentes Estados de la Unión.

 

El magnate presidente ha apoyado a la Asociación Nacional del Rifle y exhortado a la población a armarse, pese a los numerosos asesinatos masivos ocurridos en el país con armas de fuego que todos los años cercenan la vida de numerosas personas.

 

El narcisismo de Trump lo llevó a desestimar la gran amenaza para el país que representa la pandemia de Covid-19 y por esa desidia se han contagiado más de 10 millones de estadounidenses y fallecidos 240 000, una cifra cuatro veces mayor que los norteamericanos que perecieron durante la guerra de Vietnam.

 

Este es el presidente que en su afán de parecerse a un emperador, impuso “sanciones” económicas y financieras a más de una veintena de naciones; se retiró de la Organización Mundial de la Salud, del Acuerdo sobre el Cambio Climático firmado en París, y del Acuerdo Nuclear con Irán signado por Rusia, Estados Unidos, el Reino Unido, China, Francia, Alemania.

 

En los cuatro años en el poder, desató una persecución implacable contra los inmigrantes a los que ha expulsado del país o encarcelados, entre estos mujeres y niños.

 

En conclusión, la victoria del MAS en Bolivia y la derrota electoral de Trump en Estados Unidos, significan alivio y tranquilidad para todo el hemisferio americano y también para el mundo en general. 

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

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sábado, noviembre 14, 2020

LA UMSA EN EL GOLPE CONTRA VILLARROEL Y EVO

 


De las aulas de la UMSA salieron los universitarios que derrocaron a Gualberto Villarroel, el presidente que, como nadie, había entregado derechos a los...

  LA UMSA EN EL GOLPE CONTRA VILLARROEL Y EVO

De las aulas de la UMSA salieron los universitarios que derrocaron a Gualberto Villarroel, el presidente que, como nadie, había entregado derechos a los indígenas. Setenta años después del asesinato del “héroe de la Guerra del Chaco”, nuevamente los universitarios de la UMSA, volvieron a marchar, esta vez para derrocar, a Evo Morales, el presidente que, como nadie, había entregado derechos a los pobres, a las mujeres y a los indígenas.

Era el 21 de julio de 1946.

Durante 21 días, los universitarios y “las beatas” de la zona de Sopocachi, asediaron la plaza principal de la ciudad. Marchaban diciendo palabrotas, e insultaban y escupían a los policías y militares que custodiaban el palacio de gobierno.

Cada mañana se reunían en la “plaza del estudiante”, que entonces se llamaba “Plaza Franz Tamayo”.

Después de derrocar y asesinar a Villarroel, en homenaje a los universitarios de la UMSA, la plaza pasó a llamarse: “PLAZA DEL ESTUDIANTE”.

Algo así como “Plaza de los golpistas”.

Creyeron que eran héroes y exigieron una indemnización por “sus servicios” a la patria. Casi todos tenían rasguños imperceptibles en el brazo.

Los áñez, mesas y murillos, se quedaron 55 años, medrando del Estado y hundiendo en la miseria al país.

“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, había dicho el bueno de salvador Allende, pero el extraordinario líder chileno, no conocía Bolivia.