sábado, agosto 31, 2019

PUCP - Conferencia magistral del Vicepresidente de Bolivia en el Perú


Bolivia: un escenario electoral muy despejado

A casi dos meses de la elección presidencial, el escenario en Bolivia está cada vez más despejado. Al analizar el contexto de un proceso electoral, si bien es importante atender a cuestiones coyunturales que siempre emergen con un impacto relativo imposible de anticipar, lo fundamental es identificar las tendencias en las preferencias de los electores, así como el mapa de sensaciones vigente en la opinión pública. Es cada vez más habitual observar una gran proliferación de datos de una u otra encuesta sobre el porcentaje de votos que obtienen los candidatos en una contienda electoral como si de tratara de una carrera de caballos. Sin embargo, la clave de un estudio riguroso siempre reside en la coherencia entre la cifra de intención de voto y otras variables que dan una panorámica sociológica y política más amplia.

Según la última encuesta de CELAG, realizada a nivel nacional con una muestra representativa de 2.000 entrevistas presenciales en el ámbito rural y urbano, en Bolivia predomina un clima de sensaciones positivas respecto de la situación nacional. Casi un tercio de los bolivianos sienten esperanza, la principal sensación en orden de importancia, seguida de confianza (14%). Esto es justamente lo contrario de lo que está ocurriendo en la “Argentina de Macri”, donde el enojo y la angustia son los sentimientos mayoritarios según otra encuesta de CELAG del mes de julio. Dicho de otro modo: en Bolivia, el clima en el que se dan las elecciones está absolutamente disociado del intento de algunos voceros de la oposición por presentar el país al borde de una hecatombe.
Siguiendo la misma fuente, hay que resaltar que el 54% de los bolivianos tiene una imagen positiva del presidente Evo Morales; misma proporción que manifiesta tener sentimientos positivos hacia su persona (confianza, respeto y afecto). Además, tras 13 años de mandato, la evaluación positiva de su gestión es del 72%, siete puntos más que en el mes de marzo de 2019. Esta valoración a favor del actual presidente contrasta con las opiniones de la ciudadanía sobre los sectores de la oposición: dos tercios de los bolivianos tienen sentimientos negativos sobre “las peleas de la oposición” (angustia, cansancio y enojo). O, visto con otro dato de la misma encuesta CELAG: sólo el 37% evalúa positivamente su desempeño (el de la oposición).

No obstante, hay que remarcar que la oposición no es monolítica y, por tanto, es pertinente descifrar qué es lo que ocurre al interior. Se percibe que la candidatura de Mesa se estanca en un techo electoral en torno al 37% (proporción que manifiesta que podría llegar a votarle) y decrece en imagen positiva (pasa de 35,2% a 28,6%). En consonancia con su techo electoral, sólo despierta un 39% de sentimientos positivos, mientras que entre decepción y rechazo acumula un 42,3%. Por su parte, la candidatura “made in Santa Cruz”, de Óscar Ortiz, se asienta y mejora su posicionamiento en todos los indicadores, alcanzando un alto nivel de conocimiento (cuestión que hasta hace pocos meses era su principal debilidad). Su imagen positiva crece de 15,2% a 23,1% y aumenta significativamente su techo electoral, pasando de 12,5% a 28,7%. Y en comparación con Mesa, en lo que concierne a decepción y rechazo, su valor es mucho menor (33%).

Otra variable fundamental que ayuda a conocer mejor el clima electoral es la expectativa sobre quién será el próximo presidente, más allá de las preferencias de cada elector. Y en esto, según la encuesta CELAG, el dato habla por sí solo: el 60% de los bolivianos y bolivianas cree que el próximo presidente del país será Evo Morales. Incluso entre los votantes opositores este valor es muy elevado: en el caso de los votantes de Mesa, casi la mitad cree que Evo será el presidente. Dicho de otra manera, 4 de cada 10 votantes de Carlos Mesa no creen que su candidato vaya a ganar la elección, lo cual denota que la desesperanza crece al interior de sus propias filas.

Otro aspecto que nos permite indagar la investigación cuantitativa son los sentidos comunes y posicionamientos ideológicos de los electores, para detectar el mapa de afinidades hacia las diferentes candidaturas. En la misma encuesta CELAG, por ejemplo, observamos que más del 50% de la población apoya la continuidad de las políticas sociales actuales y considera que se debería avanzar en la nacionalización de sectores estratégicos. En una evaluación global de la política económica de los últimos años, más de la mitad de los bolivianos considera que el modelo económico ha mejorado el bienestar, el consumo y el nivel de empleo, según datos de la encuesta CELAG del mes de marzo.

Después de todo lo expuesto, casi huelga presentar el dato de intención de voto, dado que cualquier lector ya presupone que hay una diferencia cada vez más holgada a favor de Evo Morales frente a sus perseguidores. Son 18 puntos por encima de Carlos Mesa. Evo Morales crece 6 puntos desde marzo hasta hoy, pasando de 37,5% a 43,4%; mientras que Carlos Mesa cae en el sondeo (28,6% a 25,1%) y Ortiz mejora (7,6% a 12,8%). De esta forma, se constata que la oposición no logra sintonizar con las aspiraciones de la ciudadanía, aunque Ortiz sí haya logrado tener una tendencia creciente en estos últimos meses.

Los sectores de oposición todavía están muy lejos de la centralidad que ocupa Evo Morales en la política boliviana. El actual mandatario goza de una gran credibilidad, un reconocimiento mayoritario positivo de su ejercicio de gobierno y encarna los grandes consensos alcanzados gracias, fundamentalmente, a las políticas implementadas en materia económica y social en estos años. Y, por todo ello, en la elección del 20 de octubre una segunda vuelta es cada vez más improbable.


Alfredo Serrano Mancilla

Alfredo Serrano Mancilla

Dr. en Economía Aplicada (UAB). Director de CELAG (España)
Alfredo Serrano Mancilla es doctor en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), España. Realizó estancias predoctorales en Módena y Bolonia (Italia) y Québec (Canadá) y un postdoctorado en la Université Laval (Québec, Canadá). Es especialista en economía pública, desarrollo y economía mundial. Se desempeña como profesor de posgrado…
Gisela Brito

Gisela Brito

Máster en Análisis Político (UCM) (Argentina)
Gisela Brito es máster en Análisis Político por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA). En la actualidad cursa el doctorado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la UCM. Ha realizado estudios de posgrado en Campañas Electorales y Comunicación…
Sergio Pascual

Sergio Pascual

Ingeniero de Telecomunicaciones y Antropólogo (España)
Fue el primer secretario de organización de Podemos, cargo que dejó tras las elecciones del 20D de 2015. Fue diputado en el Congreso español durante las legislaturas XI y XII además de Presidente de la Comisión de Fomento de la Cámara. Destaca su colaboración en misiones de observación electoral y…

jueves, agosto 15, 2019

Macri y Trump: derrotados por nocaut

Conocidos los resultados de las elecciones primarias (PASO) del pasado domingo publiqué un tuit en el que decía que los dos grandes perdedores habían sido Mauricio Macri y Donald Trump.

En efecto, Trump apoyó con todas sus fuerzas al gobierno argentino. Lo dijo con todas las letras y en innumerables y a veces importantes ocasiones. Es más: ordenó a sus lugartenientes en el Fondo Monetario Internacional (recordar que según Zbigniew Brzezinski el FMI y el Banco Mundial son “extensiones del Departamento del Tesoro”) que respaldasen al gobierno de Macri y su reelección otorgándole a la Argentina un paquete de ayuda financiera del orden de los 57 mil millones de dólares. Este fue el mayor desembolso jamás hecho por el FMI en su historia y tenía por objeto evitar el default de la economía argentina.

La ejecución diaria de ese préstamo fue supervisada por la señora Christine Lagarde, Directora Gerente del FMI (y, en los hechos. Ministra de Economía y “co-presidenta” de la Argentina) y autorizaba también al Banco Central a vender dólares para estabilizar su cotización en el frenético mercado local y de ese modo contener la escalada de precios en un país lastrado por un persistente régimen de alta inflación. En la práctica esa enorme suma hizo poco más que financiar la impetuosa fuga de capitales de la que usufructuaron los amigos y compinches del régimen, mancomunados en el proyecto macrista de saqueo de las riquezas del país.

Con base en informes oficiales del Banco Central difundido por el economista Ismael Bermúdez la fuga de capitales en el período transcurrido entre el 2016 y el primer semestre del 2019 fue de 70.210 millones de dólares. Huelgan los comentarios acerca de las deprimentes consecuencias de esta monumental hemorragia financiera, para combatir la cual John M. Keynes había propuesto, en la década de 1930, practicar la “eutanasia” de rentistas y especuladores por ser éstos mortales enemigos del crecimiento de la economía real. El economista de Cambridge se hubiera asombrado al comprobar los alcances de este flagelo en la Argentina.

La contrapartida de tanto apoyo y de tanta munificencia imperial fue la conversión del gobierno argentino en un pusilánime sirviente de la Casa Blanca, presto a obedecer a las menores insinuaciones de su irascible ocupante. Macri sobreactuó su obediencia a Trump porque en la campaña presidencial norteamericana había explícitamente respaldado a Hillary Clinton. Una vez consumada la victoria del magnate neoyorquino Macri se desesperó por enmendar su error arrastrándose a los pies del emperador y ofreciéndose para hacer cuanto éste le ordenase, reviviendo con su rastrera conducta las “relaciones carnales” de Carlos S. Menem. Trump lo perdonó pero fue preciso y terminante con sus mandatos que, imaginamos, deben haber sido más o menos así: “¡ataca a Maduro, en todos los foros, en todos los frentes, tú y tus fucking ministros y funcionarios! Destruye la UNASUR, acaba con la CELAC, mantén a chinos y rusos bien lejos, olvídate de las Falklands, acepta que instale varias bases militares en la Argentina, facilita los negocios de las empresas norteamericanas y deja que la economía la maneje el FMI, pues tus economistas son una cuadrilla de inútiles”.

En vísperas de las primarias Trump envió al país a su Secretario de Comercio, Wilbur Ross, como un gesto más de apoyo y aliento a la Casa Rosada para que avance sin más demora en las reformas estructurales que faltaban: la privatización del sistema de seguridad social, la laboral y la del régimen impositivo, en línea con la que el estadounidense impusiera en su país alivianando la presión fiscal sobre las grandes empresas y las grandes fortunas.

Macri obedeció, al pie de la letra al úkase imperial. La Argentina se quedó sin política exterior, porque hizo suya la de Estados Unidos asumiendo como propios los enemigos o adversarios de Washington en momentos en que Trump riñe con casi todo el mundo. También se quedó sin política económica, porque pasó a dictarla el FMI a través de sus técnicos. El resultado está a la vista: un holocausto social de vastas proporciones y un derrumbe económico que, en algunos aspectos, no tiene precedentes, todo lo cual se agrava por los efectos devastadores del “lawfare” (hiperpolitización de la justicia federal; maridaje entre jueces, fiscales, servicios de inteligencia y medios de comunicación; atropello al debido proceso, etcétera) y el abrumador control que ejerce el oficialismo sobre los medios y la masiva utilización de pseudo-periodistas –en realidad, operadores políticos jugosamente remunerados- para mentir, desinformar, atemorizar a la población y para difamar a las principales figuras de la oposición. Esta siniestra operación de manipulación de la opinión pública se complementó con la abrumadora propaganda oficial en todas las redes sociales y la inescrupulosa utilización de ejércitos de “trolls” que con sus media verdades y “fake news” contribuían a la confusión general atacando con particular saña a los candidatos del Frente de Todos.

Pero todo fue en vano. Macri y su patrón fueron arrasados en las urnas. Su gobierno languidece a la espera de un milagro, que no se producirá. Si algo ocurrirá en la primera vuelta que tendrá lugar el 27 de Octubre será una derrota aún más aplastante del oficialismo, lo cual será muy positivo para impedir por mucho tiempo el retorno al gobierno de esa derecha neocolonial, elitista, falsamente “meritocrática” y antidemocrática. Esto si tiene suerte: si la revuelta de los mercados y la conmoción social e institucional resultante no sentencian el final anticipado del gobierno de Macri, algo que ya ocurrió en dos ocasiones desde la restauración democrática de 1983, aunque bajo distintas condiciones. En suma: Trump se quedó sin uno de sus peones sudamericanos, y el brasileño camina por la cuerda floja. Y la debacle del neoliberalismo en la Argentina es un mensaje que será leído con atención en muchos países. En suma: buenas noticias para el futuro de Nuestra América. ¿Quién decía que el ciclo progresista había concluido?

- Dr. Atilio A. Boron, director del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (PLED), Buenos Aires, Argentina. Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2013.