viernes, marzo 18, 2022

"Desestabilizar a la sociedad por completo": así funciona la campaña ucraniana de noticias falsas sobre la operación militar rusa

 

Publicado: 18 mar 2022 05:28 GMT

Tomado de RT español

Los autores del documental de RT 'La fábrica de noticias falsas de Ucrania' señalan cuatro objetivos principales de esta campaña de desinformación: asustar a Rusia, tranquilizar a Ucrania, inquietar a Occidente y ganar dinero.

Actualmente en Ucrania se están creando constantemente bulos, con miles de reportes falsos en las redes sociales sobre la operación especial de las Fuerzas Armadas rusas, advierten los autores del documental de RT 'La fábrica de noticias falsas de Ucrania'.

Según Alexánder Malkévich, primer vicepresidente de la Comisión para el Desarrollo de la Sociedad de la Información, Medios y Comunicaciones Masivas de la Cámara Social de la Federación de Rusia, ya se han invertido casi 8.500 millones de rublos (78,667 millones de dólares) en esta campaña de desinformación para la creación y difusión de ese tipo de contenidos en redes. 

Entre las noticias falsas que se viralizaron se puede destacar los reportes de medios ucranianos que afirmaban que el personal de la Guardia Fronteriza e Infantería de Marina de Ucrania que defendía la isla de las Serpientes (isla Zmeíny), en el mar Negro, había fallecido "heroicamente" y antes de morir contactó con un buque militar ruso y dijo a su tripulación que se fuera "a la mierda".

Ucrania reconoce que sus militares de la isla de las Serpientes están vivos y tomados como prisioneros por la parte rusa

No obstante, varios días después, Ucrania reconoció que sus militares estaban vivos y habían sido tomados como prisioneros por las fuerzas rusas. Asimismo, los guardias fronterizos confirmaron que no habían contactado con ningún barco ruso. 

Ígor Ashmánov, presidente de la empresa de investigación Cribrum y miembro del Consejo de Derechos Humanos bajo la presidencia de la Federación de Rusia, explica que muchas noticias falsas se crean fácilmente en cuestión de minutos a través de simple fotomontaje, por ejemplo, utilizando videos del año 2014 y agregando una nueva descripción falsa a conveniencia.

Sin embargo, existen también falsificaciones más sofisticadas, como los llamados 'deepfakes', es decir, videos alterados digitalmente que permiten poner en boca de personas famosas cosas que nunca han dicho. Un ejemplo de 'deepfake' que se difundió en redes es un video falso del presidente ruso Vladímir Putin anunciando la "restauración de la independencia de Crimea como república dentro de Ucrania". 

Así, el documental expone cuatro objetivos principales de la campaña de desinformación sobre el operativo ruso: asustar a Rusia, tranquilizar a Ucrania, inquietar a Occidente y ganar dinero

Asustar a Rusia 

Principalmente, las noticias falsas buscan desmoralizar a la población rusa de diferentes maneras. "El objetivo es desestabilizar a la sociedad por completo", señala Malkévich. 

Entre otras cosas, se están creando capturas de pantalla falsificadas de supuestas noticias publicadas en medios de comunicación rusos como RT o RBC, en las que se informa sobre la congelación de las cuentas bancarias de los ciudadanos de Rusia o de una falta de liquidez para pagar los salarios. 

Un convoy militar ruso en una carretera cerca de Jersón, Ucrania, 11 de marzo de 2022.

Asimismo, una de las direcciones principales de la guerra de información contra Rusia son los llamamientos a los disturbios en el país, con la difusión de exhortaciones no solamente a salir a las calles de las principales ciudades, sino también a enfrentarse con la Policía. 

Tranquilizar a Ucrania

Al mismo tiempo, la campaña busca hacer creer a la población ucraniana que su país está combatiendo exitosamente a los militares de Rusia. A menudo se publican informes sobre equipos militares rusos destruidos en los que utilizan videos del año 2014 o en los que se dibuja sobre imágenes de equipos ucranianos la letra Z que distingue a las fuerzas rusas. 

En particular, se difundió el bulo de que las Fuerzas Armadas de Ucrania habían derribado un avión ruso en una batalla aérea en la provincia de Jersón, cuando en realidad sucedió justo lo contrario: la aeronave abatida, un Su-25, era ucraniana. 

Inquietar a Occidente

Los frutos de la campaña de desinformación de Ucrania también se están difundiendo en los medios occidentales. Así, recientemente apareció en varios diarios una foto de una mujer ucraniana supuestamente herida y ensangrentada que resultó ser una empleada del Centro de Operaciones de Información y Psicología número 72 de Kiev y que no estaba lesionada en realidad.

Ganar dinero

Entre otras cosas, la campaña de desinformación también busca ganar dinero. Con este fin, se están difundiendo archivos de 'phishing' con nombres como 'Información sobre sabotaje' con los que se puede robar datos personales y contraseñas

Lucha contra la desinformación 

Imagen ilustrativa

No tiene sentido "tratar en detalle todas las falsificaciones", sostiene Ashmánov, quien agrega que el regulador ruso de telecomunicaciones Roskomnadzor y la Fiscalía General de Rusia están luchando contra la desinformación, restringiendo el acceso a las plataformas que difunden noticias falsas y "no quieren cooperar".

A su vez, Malkévich defiende que Rusia tiene que crear sus propias plataformas para la distribución de información, una tarea en la que ya se está trabajando. Hasta el momento, se han creado la organización sin ánimo de lucro 'Diálogo', el portal sobre la situación socioeconómica rusa 'Explicamos' y el canal en Telegram 'Guerra contra las noticias falsas'.

lunes, marzo 14, 2022

La mano que mece la cuna

 

El rol de Estados Unidos en la guerra en Ucrania

https://www.elcohetealaluna.com/la-mano-que-mece-la-cuna/ 

 
Washington aceptó la existencia de laboratorios de investigaciones militares de patógenos hallados por Moscú en Ucrania.

 El lunes 7 de marzo las fuerzas militares rusas localizaron una red de seis laboratorios en la zona del Donbas. Las instalaciones halladas, algunas parcialmente desmanteladas, corresponden a laboratorios de investigación militar gestionados por investigadores estadounidenses y ucranianos en forma conjunta. Los documentos encontrados en los laboratorios se vinculan con la contratista Southern Research Institute, adscripta a la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa (DTRA), una dependencia del Pentágono.

En una investigación de 2018 sobre el desarrollo de armamento biotecnológico, titulada “Las armas biológicas del Pentágono”, se detallan los contratos de esa empresa con el Ministerio de Defensa estadounidense para generación y propagación de bioagentes. Un día después de los hallazgos, la subsecretaria de Estado Victoria Nuland aceptó la existencia de esos laboratorios conjuntos y se mostró alarmada ante la posibilidad de que dichas instalaciones puedan ser utilizadas en el futuro por Moscú.

La tarea conjunta de guerra biológica implementada con Kiev es parte de un programa desarrollado por Washington para empoderar a los sectores nacionalistas ucranianos e incitarlos a una confrontación con Rusia. Según la historiadora estadounidense Mary Elise Sarotte, autora de Ni una pulgada más: Estados Unidos, Rusia y el estancamiento de la posguerra fría, el rechazo norteamericano a la pacificación europea se debe a que la cooperación en seguridad dentro de ese continente fue vista por Wall Street y los think tanks estadounidenses como una posibilidad cierta de pérdida de influencia en la región. Una de las fuentes consultadas para su investigación –un importante funcionario del Departamento de Estado– manifestó que una integración entre Rusia y Europa “sería peligrosa (…) Si los europeos unen sus fuerzas y construyen un sistema de seguridad común, nosotros nos quedamos fuera y eso no es deseable. Hay que fortalecer la OTAN para que eso no ocurra”.

El 21 de noviembre de 1990 se celebró en París la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE). Durante ese evento se firmó la Carta para la Seguridad Europea, suscrita por los Estados de Europa, Estados Unidos y Canadá. En el apartado titulado “Relaciones amistosas entre estados participantes”, se consignaba: “La seguridad es indivisible. La seguridad de cada uno de los Estados participantes está inseparablemente vinculada con la seguridad de los demás”. También se advertía que los firmantes –entre los que se hallaban Rusia, los integrantes de la Unión Europea y Estados Unidos– “no fortalecerán su seguridad a expensas de la seguridad de otros Estados”.

Ese mismo año, ocho meses antes de la rúbrica de la Carta de la Seguridad Europea, el entonces jefe del Departamento de Estado, James Baker, le garantizó a Mijail Gorbachov que la Alemania reunificada se convertiría en el último país en ser integrado a la OTAN: “Entendemos la necesidad de garantías para los países del Este. Si tenemos presencia en una Alemania que es parte de la OTAN, no habría extensión de la jurisdicción de la OTAN para las fuerzas de la OTAN, ni una pulgada hacia el este”. El entonces embajador de Estados Unidos en Moscú, Jack Matlock certificó, tiempo después, que se le otorgaron “garantías categóricas” a la Unión Soviética de que la OTAN no se expandiría hacia el este.

Los documentos oficiales desclasificados en 2017 por el gobierno de los Estados Unidos, referidos a los compromisos asumidos ante Rusia, fueron digitalizados por el National Security Archive. En el informe se detalla la lista de los funcionarios gubernamentales que se comprometieron en las dos décadas posteriores a la reunificación alemana a no expandirse militarmente hacia el Este. Entre los citados aparecen el secretario de Estado norteamericano James Baker, el Presidente George Bush, el ministro de Exteriores alemán Hans-Dietrich Genscher, el canciller Helmuth Kohl, el director de la CIA Robert Gates, el Presidente francés François Mitterrand, la primera ministra británica Margaret Thatcher y su sucesor John Major, el secretario de Exteriores de ambos, Douglas Hurd, y el secretario general de la OTAN, Manfred Wörner.

Un lustro más tarde del establecimiento de esos compromisos se llevaron a cabo las primeras maniobras militares conjuntas de la OTAN con Ucrania. Mientras se realizaban los ejercicios bélicos en la frontera de Rusia, el ministro de Exteriores británico, Malcom Rifkind, afirmaba que el verdadero objetivo consistía en impedir que Rusia se consolidase como una potencia similar a la que fue la URSS medio siglo atrás. En 1999 se integraron a esa organización atlantista tres países: Polonia, Hungría y la República Checa. En 1996, cuando aparecía como evidente la defección a los compromisos asumidos por Washington y los países europeos, Gorbachov concedió una entrevista en la que señaló: “Hoy se pueden ignorar los intereses de Rusia, sus críticas a la ampliación [de la OTAN], pero la debilidad de Rusia no será eterna. ¿Es que no se dan cuenta para quién trabajan con esa política? Si la OTAN avanza en esa dirección aquí habrá una reacción”.

 Advertencia y presagios

 

En 1997, George Kennan, uno de los pensadores estadounidenses más influyentes de la Guerra Fría, señaló en una entrevista en el New York Times que “ampliar la OTAN sería el error más fatídico de la política estadounidense en toda la era de posguerra fría”. Detalló además que dicha expansión “inflamaría las tendencias nacionalistas y militaristas de Rusia” y que eso llevaría a “restaurar el clima de la Guerra Fría a las relaciones este-oeste, e impulsará una política exterior rusa en direcciones opuesta a nuestros intereses”.

Un año después, ante la nueva expansión de la OTAN promovida por Bill Clinton en 1998, Kennan puntualizó que “esto es el inicio de una nueva Guerra Fría… creo que es un error trágico. No hay ninguna razón para esto. Nadie estaba amenazando a nadie”. Algo similar opinó Henry Kissinger en un artículo que escribió para el Washington Post en 2014: Ucrania “no debería de ser la avanzada de cualquiera contra el otro, debería de funcionar como un puente entre ellos”. Y recomendó: “Estados Unidos necesita evitar tratar a Rusia como un ente aberrante al cual se le tienen que enseñar reglas de conducta establecidas por Washington”.

William Perry, el secretario de Defensa de Bill Clinton, declaró un lustro atrás que Estados Unidos es el responsable del deterioro en las relaciones con Rusia. El actual jefe de la CIA de Joe Biden, William Burns, advirtió en una autobiografía, hace dos años, que invitar a Ucrania a la OTAN es percibido por todos los partidos políticos de Rusia como “nada menos que un reto directo a los intereses rusos”. Ted Galen Carpenter, especialista en relaciones internacionales del conservador Cato Institute, señaló en 2018 que los partidarios del atlantismo belicista habían desencadenado una segunda Guerra Fría al extenderse hacia el Este: “Era completamente pronosticable que la expansión de la OTAN llevaría a una ruptura trágica, posiblemente violenta, de relaciones con Moscú… las advertencias fueron ignoradas. Ahora estamos pagando el precio por la miopía y arrogancia de la política exterior de Estados Unidos”.

Dos semanas atrás, cuando Vladimir Putin ordenó la operación militar en Ucrania, el coronel Douglas McGregor, ex asesor de Seguridad del gobierno de Donald Trump, aseguró que la decisión del Putin no sólo era previsible, sino justificada, dado el acoso producido por la OTAN durante los últimos veinte años. Todos los analistas internacionales e incluso los encargados del seguimiento geopolítico militar sabían que la creciente amenaza de la OTAN –junto a la persecución de ruso-hablantes en Ucrania– garantizaba un conflicto armado.

 Una esvástica por ahí

  

Primerísimo primer plano de una manifestación en Kiev.

 En febrero de 2014 se produjo en Ucrania un Golpe de Estado inscripto en la seguidilla de la revolución de colores promovida por diplomáticos de Estados Unidos, agencias de inteligencias y corporaciones mediáticas.

La revolución del Maidán tuvo como protagonista a la actual subsecretaria de Estado, Victoria Nuland, que en 2014 era la jefa para Asuntos Europeos del gobierno de Barack Obama. Mientras se sucedían los disturbios en Kiev, se filtró una conversación telefónica de Nuland con el entonces embajador de Estados Unidos en Ucrania, Geoffrey Pyatt. En ese diálogo se explicitaban los tres objetivos centrales de la operación del Maidán: digitar a los próximos dirigentes que debían hacerse cargo del gobierno ucraniano, impedir la continuidad de los vínculos pacíficos entre la Unión Europea y Rusia, y envalentonar a los sectores neonazis rusofóbicos. El historiador alemán Herwig Roggemann –uno de los máximos cronistas de los acontecimientos europeos contemporáneos– consideró que “aquella ‘victoria’ occidental en Kiev, el Maidán de 2014, fue el mayor fracaso de la historia europea tras el histórico cambio de 1990”.

Gracias a la injerencia y colaboración estadounidense, los grupos neonazis que lideraron la revuelta del Maidán se transformaron en batallones paramilitares. El banquero Ígor Kolomoiski, gobernador de la región de Dnipropetrovsk, fue el primero en financiar a los batallones territoriales (terbats) Azov, Dnipro 1, Dnipro 2, Aidar y Donbas, encargados de hostigar y asesinar a activistas de Lugansk y Donetsk que pretendían seguir hablando su idioma. El informe de 2016 de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OCHA), acusó al regimiento Azov de violar el derecho internacional humanitario.

En junio de 2015, tanto Canadá como Estados Unidos anunciaron –luego de entrenar a los grupos paramilitares por dos años– que sus fuerzas no apoyarían más al regimiento Azov, dadas sus tendencias neonazis. En 2016 el Pentágono desoyó las recomendaciones del los organismos de derechos humanos, que monitoreaban el Donbas, y levantó la prohibición. Dos años después, en octubre de 2019, 40 miembros del Congreso de los Estados Unidos, encabezados por el representante Max Rose, firmaron sin éxito una carta en la que pedían al Departamento de Estado el etiquetamiento de Azov como una “organización terrorista extranjera” (FTO, por sus siglas en inglés).

El logotipo del grupo –que fue premiado con la incorporación oficial a la Guardia Nacional ucraniana– exhibe el Wolfsangel, uno de los símbolos utilizados por el ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Según el oficial retirado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Philip Giraldi, el entrenamiento de estos grupos por parte de instructores estadounidenses empoderó a los sectores más rusofóbicos y habilitó la respuesta de Moscú: los signos hitleristas son las distintivos que los rusos no pueden soportar.

El primer acuerdo de Minsk, rubricado el 5 de septiembre de 2014, garantizaba la autonomía para los habitantes del Este ucraniano. Fue refrendado por representantes de Ucrania, la Federación Rusa, la República Popular de Donetsk (DNR) y la República Popular de Lugansk (LNR). Tres meses después, el 2 de diciembre, el parlamento ucraniano modificó unilateralmente la “ley sobre el estatuto especial” estipulado en el protocolo. Según la revista estadounidense Army Times, el Comando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos ha trabajado desde 2014, en forma oculta, para desarrollar un concepto operativo militar en conjunto con las fuerzas armadas de Kiev.

El 1º de septiembre de 2020 ‎se prohibió ‎por ley el uso de cualquier otra lengua que no sea el ucraniano en la administración, en los ‎servicios públicos ‎y en la enseñanza. A pesar de que el 20% de la población no habla ucraniano, las escuelas donde se enseñaba ruso ‎y húngaro fueron cerradas. Un año después, el 21 de julio de 2021, el actual Presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, promulgó la Ley ‎sobre los Pueblos Autóctonos, en la que se estipula que sólo los ucranianos de origen ‎escandinavo, ‎los de origen tártaro y los caraitas tienen “derecho a gozar plenamente de todos ‎los Derechos Humanos y de todas las libertades ‎fundamentales”. Ante la requisitoria de los ruso-hablantes de por qué no figuraban con los mismos derechos ciudadanos, el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmitri Kuleba, adujo que “tienen un estado propio [por la Federación Rusa] por lo que no pueden considerarse autóctonos”.

 Cerco y contención

 

Joe Biden continúa la estrategia de cerco y contención ideada por los globalistas que controlan la OTAN.

La promulgación de la Ley de los Pueblos Autóctonos se aprobó mientras se llevaba a cabo la cumbre de la OTAN en Budapest, donde Estados Unidos propuso sumar a Ucrania. Los dos temas centrales de debate fueron “las políticas y acciones agresivas de Rusia” y “los desafíos que plantea la República Popular de China” a la seguridad de los países del organismo. A fines de 2021 Joe Biden promulgó la Ley de Autorización de la Defensa Nacional de 2022, en la que se profundiza la “teoría del cerco y la contención” de todos los países que no aceptan el liderazgo de Washington. En el documento se deja claro que sólo alcanza –para ser considerado agresor, o enemigo– la voluntad de un país para defender sus fronteras, su identidad, su seguridad territorial y/o su soberanía.

Los cuatro objetivos actuales de Estados Unidos en Eurasia son:

  • Demonizar a Rusia y a China para evitar su ascenso como potencias;
  • Generar malestar interno en dichos países para impedir su consolidación como potencias;
  • Separar a Rusia de la Unión Europea tanto en términos comerciales como energéticos y suplir a Moscú como proveedor de gas, en formato licuado; y
  • Desplegar una nueva carrera armamentista orientada a revitalizar la economía atlantista.

Rusia es en la actualidad el segundo productor de hidrocarburos del planeta. El 40% del gas que consume Europa llega por gasoductos gestionados por Gazprom. El gas licuado –que Washington pretende exportar para suplir las exportaciones rusas– costaba 8 dólares el millón de BTU el año pasado, y hoy cotiza a 55 dólares. Europa se sumó a la ofensiva de Washington y se prepara para un duro invierno después de congelar el proyecto del gasoducto Nord Stream II.

Washington se siente parcialmente victoriosa porque arrastró a la Unión Europea hacia la rusofobia. Ahora necesita que Rusia pierda la guerra en el formato de desprestigio y descrédito. Mientras azuzan a los ucranianos a resistir frente a uno de los ejércitos más poderosos del planeta, planean la venta de armas y la futura reconstrucción de Ucrania. Para Washington, una victoria rusa plena conlleva el peligro de un nuevo orden mundial con un eje Moscú-Beijín. Después de fabricar las condiciones para la guerra, el Departamento de Estado se concentra en la necesidad de imponer una narrativa demonizadora de Putin, capaz de obviar el despliegue de la OTAN y el genocidio en el Donbas.

Su credibilidad, sin embargo, quedó expuesta el último 5 de marzo cuando funcionarios de Biden visitaron Caracas para tramitar la compra de petróleo con quien desconocen como Presidente, Nicolás Maduro. Como consignó el marxista de la tendencia Groucho: “Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros”.

  

Juan Guaidó se mostró contrariado con la petición hecha por Estados Unidos a Nicolás Maduro.


jueves, marzo 10, 2022

El lamentable papel de Europa en la guerra Rusia - Ucrania y las lágrimas que desató

pagina12.com.ar

Boaventura de Sousa Santos

 
Las claves de una catástrofe anunciada

El reconocido sociólogo portugués analiza cómo se llegó al conflicto y la incapacidad de los dirigentes europeos para desarmar una guerra largamente preparada. El papel de Estados Unidos y lo que le espera a la política y la economía internacional.

Debido a que Europa no ha sido capaz de hacer frente a las causas de la crisis, está condenada a hacer frente a sus consecuencias. El polvo de la tragedia está lejos de haberse asentado, pero, aun así, nos vemos obligados a concluir que los líderes europeos no estaban ni están a la altura de la situación que estamos viviendo. Pasarán a la historia como los líderes más mediocres que Europa ha tenido desde el final de la Segunda Guerra Mundial. 

Ahora están haciendo todo lo posible en la ayuda humanitaria, y no se puede cuestionar el mérito de dicho esfuerzo. Pero lo hacen para salvar las apariencias ante el mayor escándalo de este tiempo. Gobiernan los pueblos que, en los últimos setenta años, más se han organizado y manifestado contra la guerra en cualquier parte del mundo donde sea que esta se haya producido. Y no fueron capaces de defenderlos de la guerra que, al menos desde 2014, se venía gestando en casa. 

Las democracias europeas acaban de demostrar que gobiernan sin el pueblo. Hay muchas razones que nos llevan a esta conclusión.

Una guerra preparada hace mucho

Esta guerra estaba siendo preparada hace mucho tiempo tanto por Rusia como por Estados Unidos. En el caso de Rusia, la acumulación de inmensas reservas de oro en los últimos años y la prioridad otorgada a la asociación estratégica con China, concretamente en el ámbito financiero, con miras a la fusión bancaria y la creación de una nueva moneda internacional, y en el comercio, donde hay enormes posibilidades de expansión con la iniciativa Belt and Road en Eurasia. 

En las relaciones con los socios europeos, Rusia ha demostrado ser un socio creíble, dejando claras sus preocupaciones de seguridad. Preocupaciones legítimas, si por un momento pensamos que en el mundo de las superpotencias no hay buenos ni malos, hay intereses estratégicos que hay que acomodar. Este fue el caso en la crisis de los misiles de 1962 con la línea roja de Estados Unidos, que no quería misiles de mediano alcance instalados a 70 km de su frontera. Que no se piense que fue solo la Unión Soviética la que cedió. Estados Unidos también desistió de los misiles de mediano alcance que tenía en Turquía. Cedieron de manera recíproca, se acomodaron, y tuvieron un acuerdo duradero. ¿Por qué no fue posible lo mismo en el caso de Ucrania? Veamos la preparación en el lado estadounidense.

La democracia es solo la pantalla de EE.UU.

Ante el declive del dominio global que ha tenido desde 1945, EE.UU. busca consolidar a toda costa zonas de influencia, que garanticen facilidades comerciales para sus empresas y acceso a materias primas. Lo que escribo a continuación se puede leer en documentos oficiales y think tanks, por lo que se prescinde de teorías conspirativas. La política del regime change no está dirigida a crear democracias, solo gobiernos que sean fieles a los intereses de Estados Unidos. 

No fueron estados democráticos los que surgieron de las sangrientas intervenciones en Vietnam, Afganistán, Iraq, Siria, y LibiaNo fue para promover la democracia que alentaron golpes de Estado que depusieron a presidentes elegidos democráticamente en Honduras (2009), Paraguay (2012), Brasil (2016), Bolivia (2019), sin mencionar el golpe de 2014 en Ucrania. 

Desde hace algún tiempo, el principal rival es China. En el caso de Europa, la estrategia estadounidense tiene dos pilares: provocar a Rusia y neutralizar a Europa (especialmente a Alemania). La Rand Corporation, una conocida organización de investigación estratégica, publicó en 2019 un informe preparado a petición del Pentágono, titulado "Extendiendo Rusia. Competir desde terreno ventajoso". En él se analiza cómo impactar a los países para que la provocación pueda ser explotada por Estados Unidos. 

Cómo desestabilizar a Rusia

Con respecto a Rusia, dice: "Hemos analizado una serie de medidas no violentas capaces de explotar las vulnerabilidades y ansiedades reales de Rusia como un medio para presionar al ejército y la economía de Rusia y el estatus político del régimen en el país y en el extranjero. Los pasos que hemos examinado no tendrían la defensa ni la disuasión como objetivo principal, aunque podrían contribuir a ambos. Por el contrario, tales pasos se consideran elementos de una campaña diseñada para desestabilizar al adversario, obligando a Rusia a competir en campos o regiones donde Estados Unidos tiene una ventaja competitiva, llevando a Rusia a expandirse militar o económicamente, o haciendo que el régimen pierda prestigio e influencia a nivel nacional y/o internacional". 

¿Necesitamos saber más para entender lo que está sucediendo en Ucrania? Rusia fue provocada a expandirse para luego ser criticada por hacerlo. La expansión de la OTAN hacia el este, en contra de lo que se había acordado con Gorbachov en 1990, fue la pieza clave inicial de la provocación. La violación de los acuerdos de Minsk fue otra pieza. Cabe señalar que Rusia comenzó por no apoyar el reclamo de independencia de Donetsk y Lugansk después del golpe de 2014. Prefería una fuerte autonomía dentro de Ucrania, como está establecido en los acuerdos de Minsk. Estos acuerdos fueron rotos por Ucrania con el apoyo de Estados Unidos, no por Rusia.

El papel destinado a Europa

En cuanto a Europa, el principio es consolidar la condición de socio menor que no se atreva a perturbar la política de las zonas de influencia. Europa debe ser un socio fiable, pero no puede esperar reciprocidad. Por eso la UE, ante la ignorante sorpresa de sus líderes, fue excluida del AUKUS, el tratado de seguridad para la región del Índico y el Pacífico entre EE.UU., Australia e Inglaterra. 

La estrategia del socio menor requiere que se profundice la dependencia europea, no solo en el ámbito militar (ya garantizado por la OTAN) sino también en el económico, es decir, en términos energéticos. La política exterior (y la democracia) de EE. UU. está dominada por tres oligarquías (no solo hay oligarcas en Rusia y Ucrania): el complejo militar-industrial; el complejo gasífero, petrolero y minero; y el complejo bancario-inmobiliario. Estos complejos tienen ganancias fabulosas gracias a las llamadas rentas monopólicas, situaciones privilegiadas de mercado que les permiten inflar los precios.

El objetivo de estos complejos es mantener al mundo en guerra y crear una mayor dependencia de los suministros de armas estadounidenses. La dependencia energética de Europa en relación con Rusia era inaceptable. Desde el punto de vista de Europa, no se trataba de dependencia, se trataba de racionalidad económica y diversidad de socios. 

Con la invasión de Ucrania y las sanciones, todo se consumó como estaba previsto, y la apreciación inmediata de los precios de las acciones de los tres complejos tenía champán esperándolosUna Europa mediocre, ignorante y sin visión estratégica cae impotente en manos de estos complejos, que ahora les dirán los precios a cobrar. Europa está empobrecida y desestabilizada por no haber tenido líderes a la altura del momento. 

Además de eso, se apresura a armar a los nazis. Tampoco recuerda que, en diciembre de 2021, la Asamblea General de la ONU adoptó, a propuesta de Rusia, una resolución contra la "glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas que promuevan el racismo, la xenofobia y la intolerancia". Dos países votaron en contra, Estados Unidos y Ucrania.

¿Para qué sirve la OTAN?

Las negociaciones de paz en curso son una equivocación. No tiene sentido que sean entre Rusia y Ucrania. Deberían ser entre Rusia y EE.UU./OTAN/Unión Europea. La crisis de los misiles de 1962 se resolvió entre la URSS y Estados Unidos. ¿Alguien se acordó de llamar a Fidel Castro para las negociaciones? 

Es una cruel ilusión pensar que habrá una paz duradera en Europa sin compromiso real por parte de Occidente. Ucrania, cuya independencia todos queremos, no debería unirse a la OTAN. ¿Finlandia, Suecia, Suiza o Austria han necesitado hasta ahora la OTAN para sentirse seguros y desarrollarse? 

De hecho, la OTAN debería haber sido desmantelada tan pronto como acabó el Pacto de Varsovia. Solo entonces la UE podría haber creado una política y una fuerza de defensa militar que respondiera a sus intereses, no a los intereses estadounidenses. ¿Qué amenaza había para la seguridad de Europa que justificara las intervenciones de la OTAN en Serbia (1999), Afganistán (2001), Irak (2004), y Libia (2011)? Después de todo esto, ¿es posible seguir considerando a la OTAN como una organización defensiva?

*Del diario español Público, especial para Página/12. Traducción de Bryan Vargas Reyes

martes, marzo 08, 2022

Occidente está jugando al póker geopolítico con la vida de millones de ucranianos

 https://es.rt.com/920t

Tomado de RT 

Luis Gonzalo Segura

Occidente está jugando al póker geopolítico con la vida de millones de ucranianos. Un perverso juego en el que cuantos más ucranianos fallezcan, mayores serán los éxitos geopolíticos de Occidente. Es más, en estos momentos, la única carta de Occidente en esta partida geopolítica, salvo giro inesperado, es la muerte de los ucranianos. Y cuanto más perezcan, mejor. Basta con analizar someramente las posibilidades para el fin de la confrontación para corroborarlo y lo que sucederá en cuanto el tiempo avance. 

Los muertos benefician a Occidente 

Antes de comenzar con el análisis, hay que reseñar dos cuestiones. En primer lugar, Rusia ha tenido un comportamiento cuidadoso en extremo con los habitantes de Ucrania, aun cuando se hayan podido producir errores. Baste señalar que, incluso, avisa por anticipado de sus objetivos para evitar bajas civiles, lo que, evidentemente, es cuanto menos inusual. 

Ello se debe a que, al contrario que Occidente, un país al que cuanto mayor sea el número de muertos ucranianos, mayores serán sus réditos geopolíticos, en el caso de Rusia sucede lo contrario: cada ucraniano fallecido supone una merma considerable, no solo a nivel geopolítico, sino también a nivel político. Incluso sentimental. Y es que cada ucraniano fallecido, especialmente civil, no solo supone munición mediática para el Occidente, sino que también causa una merma interna para Rusia, pues no olvidemos que muchos rusos sienten que los ucranianos en su totalidad, no solo los ocho millones de ucranianos de origen ruso, forman parte de su propio pueblo. O, cuanto menos, tienen unos lazos sentimentales tejidos por siglos de convivencia histórica. 

Occidente ha abandonado militarmente a Ucrania 

En segundo lugar, salvo viraje muy improbable, Occidente no va a participar directamente de la confrontación con Ucrania y lo único que están haciendo a nivel militar es armarlos hasta los dientes, incluyendo a civiles y personas sin experiencia previa alguna. Una opción que, dada la superioridad rusa, a lo único que conduce es a aumentar el número de ucranianos muertos. No obstante, los civiles armados no solo no cambian por sí mismos el escenario actual a medio o largo plazo. 

Sin embargo, esto no es problema para Occidente, pues, a más muertos, más botín occidental. ¿Acaso existe algún analista serio que espere que los ucranianos resistan ante tanta superioridad? Y de hacerlo, ¿cuál será el precio en vidas humanas? 

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.

Para desgracia de los ucranianos, a más muertos, mayor beneficio occidental. Por ello, Occidente jalea. Lo hace, no tanto con la creencia de que los ucranianos conseguirán resistir o vencer, lo que, en estos momentos, se antoja una quimera, sino para que cada día haya más muertos.

Porque, seamos honestos, sin una intervención militar directa de Occidente –y ya se intuye la forma en la que puede terminar para todos–, las posibilidades reales de Ucrania son, salvo milagro histórico, casi inexistentes. Tan improbables que tan solo pueden aspirar a retrasar lo inevitable.  

Por lo tanto, de no mediar intervención militar de Occidente a riesgo de apocalipsis nuclear, hay: 

  • Tres finales posibles: victoria total de Rusia, fin de la confrontación en una negociación o estancamiento temporal del conflicto. 
  • Un final improbable: abandono de Rusia. 
  • Un final absurdo: victoria total de Ucrania. 

Pero, como ya he comentado, para desgracia de los ucranianos, a más muertos, mayor beneficio occidental. Por ello, Occidente jalea. Lo hace, no tanto con la creencia de que los ucranianos conseguirán resistir o vencer, lo que, en estos momentos, se antoja una quimera, sino para que cada día haya más muertos. Sin embargo, a más muertos, más tiempo y, si la tendencia no se invierte, más espacio ganado por Rusia. Y a más espacio ganado por Rusia, menores opciones para Ucrania en una negociación. 

Escenario 1: victoria total de Rusia 

La victoria rusa total no está tan lejos como muchos pudieran pensar, pues el avance ruso es lento, pero constante. Mayor en el sur que en el resto de Ucrania, pero a medida que vayan cayendo frentes y las tropas rusas se vayan uniendo, el cerco aumentará y la presión militar crecerá de forma exponencial. En unos días puede haber un colapso ucraniano, puede que incluso antes. Por lo tanto, es probable que los ucranianos estén perdiendo un tiempo valioso. Quizás, solo les queden unos días para negociar. 

No olvidemos que, en el caso de victoria rusa total, Ucrania no tendrá ninguna carta con la que negociar y solo podrá admitir lo que Rusia decida. 

Escenario 2: negociación 

Esta es la segunda salida posible a la confrontación en Ucrania, un acuerdo. Una salida para la que, de nuevo, el tiempo corre en contra de Ucrania y a favor de Occidente. Cuanto más tiempo pase, al menos si no hay intervención militar occidental, mayor terreno perderá Ucrania y, por tanto, peores serán sus opciones de negociación. Sin embargo, como en el anterior escenario, cuanto más dure la confrontación, mayores serán las bajas, tanto militares como civiles, y, por tanto, mayores serán las posibilidades occidentales de usarlas contra Rusia. 

Escenario 3: estancamiento temporal del conflicto 

En estos momentos, Rusia ya está cerca de controlar todo el sur y el este de Ucrania, su principal objetivo antes de comenzar la confrontación. Por lo que, otro escenario que podría producirse sería el alargamiento del conflicto, ya sea este estancamiento en la situación actual o en escenarios en los que Rusia controle mayor territorio todavía –pues plantear en la situación actual que Ucrania pueda recuperar terreno, no parece muy razonable–. En este contexto, se podrían producir movimientos militares de ambos, avances y retrocesos, si se produjera una improbable situación de equilibrio militar; o, sencillamente, se produciría un estancamiento con dominio ruso –lo que podría ocurrir por múltiples factores–. 

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.

Lo peor de todo es el olvido en el que, más pronto que tarde, los ucranianos caerán. Pues, aunque ahora la atención mediática sobre ellos es enorme, la experiencia nos recuerda que, poco a poco, el conflicto generará menor interés hasta que, un día, más cercano de lo que muchos piensan, lo que acontece en Ucrania se convertirá en un reporte de escasa relevancia.

Sin ninguna duda, esta situación sería la más beneficiosa para Occidente: Rusia viviría un 'Afganistán' en su frontera, casi en el corazón de su país. Un conflicto sin final cercano que provocaría años y años de desgaste militar, económico, político y geopolítico y costaría la vida de miles y miles de ucranianos y rusos, quizás cientos de miles. 

Escenario 4: victoria total de Ucrania 

Considerando las circunstancias actuales, y salvo intervención occidental, la victoria total de Ucrania se trata de una quimera. Pero, de producirse, es decir, de conseguir Ucrania revertir la situación, ¿cuántas vidas serían necesarias? Y, de nuevo: a más muertos, mayor beneficio occidental. 

Escenario 5: abandono de Rusia 

Que Rusia abandonase Ucrania sin negociación, sin más, es otro escenario que podría producirse, aunque se trata, a la luz de la información actual, muy improbable. En principio, solo sería posible en el caso de una combinación de factores que no parece factible que confluyan, aunque no es descartable por completo. Podría ser un abandono súbito, por algún tipo de colapso interno, o un abandono después de semanas, meses o años de confrontación, ya fuera por un colapso, un cambio de gobierno o una decisión geopolítica tras un estancamiento del conflicto. A corto plazo, podría deberse a la presión internacional, a las medidas económicas o una quiebra interna. O quizás una combinación de todos estos factores e, incluso, algunos más. 

Más pronto que tarde, los ucranianos dejarán de importar 

Ocurra lo que ocurra, el perverso juego geopolítico de Occidente no es ni mucho menos lo peor de la dramática situación. Lo peor de todo es el olvido en el que, más pronto que tarde, los ucranianos caerán. Pues, aunque ahora la atención mediática sobre ellos es enorme, la experiencia nos recuerda que, poco a poco, el conflicto generará menor interés hasta que, un día, más cercano de lo que muchos piensan, lo que acontece en Ucrania se convertirá en un reporte de escasa relevancia. Sus minutos irán, poco a poco, disminuyendo en la escaleta de los telediarios, y estos serán más marginales, y cada vez ocuparán menos espacio en los medios de comunicación, siempre ávidos de nuevas y más excitantes noticias con las que entretener al insaciable público occidental. 

Así pues, Occidente olvidará a los ucranianos, como olvidó a los iraquíes y a los afganos, y a los sirios y a los libios. Como a los pocos días de la fotografía de Aylan, ya no recordaba a los refugiados, que después fueron vendidos a Turquía en la mayor transacción de personas de la historia sin que casi nadie se acordara de ellos. Como las afganas son historia hace mucho, tras ser portada tras la bochornosa caída de Afganistán hace solo unos meses. Portada que fueron, precisamente, para desviar la atención del ridículo de Occidente. Como hoy Occidente no solo no recuerda la libertad de expresión, sino que, incluso, clausuran medios de comunicación, cuando hace no tanto tiempo, millones salían a la calle para decir que Occidente era sinónimo de libertad. Recuerdan, aquello fue tras el ataque a Charlie Hebdo... 

Entonces sucederá que los ucranianos seguirán muriendo, o no, como murieron durante ocho años los ucranianos del Donbass, o como mueren hoy los palestinos, o los subsaharianos o los yemeníes. O tantos otros. Pero ya poco importarán, bien porque habrá otros muriendo en otro sitio o porque la Champions League se estará acercando a sus rondas finales. Y, para esto, aunque muchos ni lo imaginen, no queda tanto. Solo hace falta recordar. Pero, para ello, hace falta memoria. 

Y para entonces, si Rusia ha obtenido una victoria total o parcial, dará igual, porque Occidente y Rusia tendrán que volver a relacionarse, pues lo contrario sería un 'Muro de Berlín' en pleno siglo XXI. Y, aunque así fuera, ese muro, antes o después caería. Y para entonces, para cuando Occidente quiera restablecer sus relaciones con Rusia, Ucrania, la tan jaleada Ucrania, solo será una gran molestia para Occidente. O quizás un cromo que intercambiar. O tal vez ni eso. Pero poco más. Y sus ciudadanos, sus ciudadanos entonces no serán ni tan siquiera cartas en una perversa partida de póker geopolítico. Serán historia. Es el ser humano. Es Occidente, amigos.  

Apéndice: La realidad de Occidente y la OTAN 

Los países de la OTAN han suministrado el 98 % de las armas que ha comprado Arabia Saudí para causar más de 377.000 víctimas en Yemen. A pesar de ello, los medios de comunicación han logrado convencer a la mayoría de la necesidad de reforzar la OTAN, una organización militar, y aumentar el gasto militar, para alcanzar la paz. No deja de ser muy chocante que un 'No a la guerra' implique aumentar el gato militar y potenciar una organización militar, máxime cuando Europa posee 500.000 militares más que Rusia y su gasto militar triplica el ruso (198.000 millones de euros por algo más de 60.000 millones). Europa necesita independencia y unidad, y mucha más humanidad, pero difícilmente más militares o mayor gasto militar. Aunque, seguro que las empresas armamentistas que han ganado más de 24.000 millones de euros en bolsa durante la última semana no piensan igual.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

 

lunes, marzo 07, 2022

De Napoleón a Leningrado, los occidentales desconocen Rusia

 

Por Augusto Zamora R.

Una mirada diferente del conflicto con Ucrania

Primero fue Napoleón, luego Hitler, pero las potencias occidentales siguen subestimando la capacidad de resistencia de Rusia. El ex embajador de Nicaragua en España ofrece un panorama del conflicto con Ucrania completamente opuesto al que se lee por estos días en casi todos los medios.

Vladimir Putin en una antigua visita al Museo de la Victoria.. Imagen: DPA

El Gran Emperador, harto de la "desobediencia" de Alejandro I, Zar de Todas las Rusias, en su guerra con el Imperio Británico, decidió cortar por lo sano. Dentro de su prepotencia como amo de la Europa Occidental, organizó un ejército de 690.000 soldados, reclutados en media Europa para invadir Rusia. Los números le cuadraban. Rusia era, entonces, una gran potencia, pero pobre en recursos, atrasada y sin aliados en Europa, es decir, sería incapaz de resistir el brío y empuje de la Grande Armée, un ejército descomunal, invencible hasta entonces y el más fogueado y armado de la península euroasiática. Seguro de su victoria, pues los números no mentían, Napoleón invadió el Imperio Ruso. Su contraparte oficial era lo opuesto a él.

El general y príncipe Mijáil Kutúzov era un hombre mayor, sobre todo para su época (67 años), y tuerto, por enfermedad. Consciente de la superioridad francesa, Kutúzov evitó el enfrentamiento directo. Diseñó una estrategia de tierra quemada y repliegue que resultó mortal para el invasor francés. En la célebre batalla de Borodinó (inmortalizada por Tchaikosvky en su Obertura de 1812, y por Tolstoi en Guerra y paz). Se enfrentaron 300.000 soldados casi en partes iguales. La Grande Armée sufrió 28.000 bajas por 44.000 los rusos. Kutúzov no ganó, pero ganó. No ganó en lo táctico; ganó en lo estratégico. Golpeada militarmente, privada de suministros, mermada por el hambre y las enfermedades, falta de municiones, la Grande Armée se vio obligada a iniciar una de las más trágicas retiradas de la historia, hostigada duramente por el ejército ruso. En la batalla de Maloyaroslávets, Kutúzov asestó el golpe definitivo. Regresaron apenas 30.000 soldados. Clausewitz dijo de él, refiriéndose a su estrategia contra Napoleón: "Estos esfuerzos le otorgan la mayor gloria al príncipe Kutúzov". Napoleón nunca se repondrá de la descomunal derrota. Al final, los números fueron eso, números.

El turno de Hitler

Siglo y pico después, otro occidental llamado Adolph Hitler hizo cálculos similares a los de Napoleón. Calculó que su ejército de cuatro millones de soldados, fogueados y armados hasta los dientes, podría conquistar en cuatro meses la Unión Soviética, el país heredero del Imperio Ruso que Lenin había transformado en república socialista. La "Operación Barbarroja", iniciada en junio de 1941, siguió, casi exactamente, el mismo camino que la Grande Armée, aunque se prolongara más en el tiempo. Casi dos tercios de los ejércitos nazis fueron destruidos por el Ejército Rojo

Aquello significó el fin del delirio de los Mil años del Reich y el asalto de Berlín por las tropas del mariscal de la Unión Soviética y general Gueorgui Zúkov, el gran artífice de la derrota nazi. Detrás de aquellas terminales derrotas estuvieron dos elementos. Uno, la prepotencia sobre la propia capacidad frente a la de Rusia. Dos, el menosprecio a la capacidad de lucha, resistencia e inteligencia de Rusia y de los militares rusos. De Kutúzov a Zúkov.

Hay otro episodio. El asalto a Leningrado. Ante su fracaso, Hitler decidió imponer el sitio atroz de la ciudad fundada por Pedro el Grande, llamada originalmente Petrogrado. Hitler reunió a un grupo selecto de personajes para diseñar una estrategia brutal para rendir Leningrado por hambre. Bloqueada por los nazis por todas partes, salvo el pequeño lago Ladoga, era imposible enviar provisiones suficientes para los habitantes de la ciudad sitiada. El sitio produjo una de las mayores tragedias humanas de un conflicto lleno de ellas. Casi un millón de personas falleció de hambre en Leningrado. Un millón. Pero Leningrado no se rindió y resistió el sitio nazi que duró 872 días.

La hora de las sanciones

Ver a los gobiernos del gallinero europeo siguiendo las órdenes de sus jefes gringos, diseñando con placer perverso e infinito -que envidiarían los asesores de Hitler- las sanciones comerciales, económicas y financieras contra Rusia, buscando con goce perverso de qué manera se puede provocar el mayor y más doloroso daño posible, no es muy diferente de la estrategia nazi de rendir Leningrado por hambre. 

A fin de cuentas, antaño y hogaño, los dos equipos de tecnócratas hacían lo mismo: hurgar en todos los resquicios para ver dónde, cómo y de qué forma se podía destruir a Rusia y su espíritu de resistencia, para que los sitiados, en su desesperación extrema, rindieran Leningrado.

En el patológico y demencial delirio de aniquilar todo lo ruso en este Occidente dizque "civilizado", se ha llegado a niveles tan grotescos y absurdos como excluir a los gatos de origen ruso de concursos felinos; a prohibir que un árbol ruso compita como árbol europeo del año; a despedir al director de una orquesta sinfónica por ser ruso; a prohibir un seminario sobre Dostoievski por ruso; a cancelar óperas en Moscú y a excluir a los deportistas rusos, incluidos los paralímpicos, de todos los torneos habidos y por haber. Si no salen a matar rusos en masa es porque no pueden. Hitler se les ha quedado corto.

Otras medidas dan para descojonarse de risa. Rolls Royce ya no venderá sus autos (¡aaarg!, con la cantidad que compraban los rusos). Ikea cierra (¡debacle! En Rusia la gente no tendrá en qué sentarse). Airbind los bloquea (uuuy, ya no saldrán a turistear a países del gallinero). Uber cierra (los taxistas rusos están de fiesta)… ¿Se da cuenta alguien del ridículo que están haciendo? Más bajo se puede caer, pero más idiota no. Superar a los occidentales en estos trances resultará absolutamente imposible. Pero, ojito, el gobierno francés ha dicho a sus empresas que no se den prisa en salir de Rusia. Danone y Leroy Merlin se quedan. Y Nestlé. Se quedan también Coca Cola y Burger King (los rusos están salvados). Apple dejó de vender sus teléfonos sólo un día...

Corea del Sur, India y China aprovechan

Corea del Sur demandó a EEUU una carta de exención y sigue comerciando con Rusia al margen de todo. La ocasión es de oro para colocar automóviles, teléfonos, chips y etc., en Rusia, ocupando los espacios abandonados por las empresas del gallinero. India está en lo mismo, como China, Paquistán, Irán y los países del Golfo. Ningún país del Sudeste Asiático se ha sumado a las sanciones, salvo Japón y Singapur. Tampoco México, Brasil y Argentina. No se ha oído de ningún africano. Turquía tampoco. Ni Serbia. Pero el periodismo fecal que nos inunda dice que Rusia está aislada.

Las preguntas que nos hacemos desde este palco en la Luna son: ¿A dónde lleva esta espiral paranoica, abusiva, delirante, ridícula, contra Rusia y lo ruso? ¿Dónde, en qué sitio, quedaron las cuatro neuronas que poseen, de general, los políticos, cuando son medianamente inteligentes? No sabemos qué nube tóxica inhalan los que impulsan esas políticas, porque, si creen que por esas vías rendirán a Rusia, les decimos que esperen sentados.

No inició Rusia operaciones militares en Ucrania porque a Putin, ese día, le sirvieron el desayuno equivocado y, para no despedir al cocinero, mandó los tanques a Ucrania. Sí, como chiste no es bueno, pero bastante peor es lo que chorrean, como tubería de aguas negras, todos los días, los medios de comunicación propiedad de oligarcas occidentales que, por ser occidentales, no son oligarcas, sino empresarios. Que sean dueños de casi todo –medios informativos incluidos- no importa si son occidentales. Y, en estos días, en el proceso de blanqueo de la miasma ucraniana, si, además, son ucranianos, menos aún. Porque en la Ucrania de fantasía que pintan los retretes informativos, Ucrania es una democracia perfecta, sin corruptos ni oligarcas. En esa fantasía, ya no son oligarcas y corruptos. Son adalides de la libertad, dignos de estatuas como la de Nueva York.

Las razones de Rusia

Rusia invadió Ucrania porque los gobiernos ucranios, desde 2014, declararon a Rusia el Estado enemigo. A partir de ese año, el ejército ucraniano fue "limpiado" de oficiales formados en la Unión Soviética, por poco fiables y fue reformado de pies a cabeza. Para garantizar su objetivo de construir unas fuerzas armadas ultranacionalistas y neonazis, sus oficiales y soldados fueron reclutados entre las organizaciones nacionalistas y neofascistas ucranianas. La doctrina militar impartida en las academias ucranianas era un lavado de cerebro, dirigido por asesores estadounidenses y del gallinero, para crear una maquinaria de matar rusos, porque los rusos, decían y repetían, eran los enemigos mortales de Ucrania y Ucrania, con sus aliados de la OTAN, debía prepararse para su exterminio. 

Esa es la explicación de por qué, hoy, Rusia exige la desmilitarización y desnazificación de Ucrania. Porque nadie quiere dormir con una organización de asesinos al lado. Rusia no dejará Ucrania hasta desmantelar al ejército neonazi. También debe admitirse la soberanía de Rusia sobre Crimea. Esa península ha sido y seguirá siendo rusa y debe darse el reconocimiento mundial de un hecho irreversible.

La clase dominante ucrania, formada por oligarcas putrefactos y políticos corruptos, se creyó a pie justillas y a cerebro vaciado los cantos de cisne de los atlantistas. Que no tuvieran miedo ni respeto con Rusia, que buscaran joder a Rusia, que se declararan enemigos de Rusia, porque si Rusia intentaba algo contra ellos –contra ellos, no contra el pueblo de Ucrania, que ignoraba lo que estaban haciendo en su país-, allí estaría la OTAN para defenderlos y hacerle pagar a Rusia su osadía. 

Los muy pendejos se creyeron el cuento y así están ahora. Llorando porque la OTAN acuda en su auxilio y la OTAN les dice que tururú. Que meterse con Rusia es la tercera guerra mundial y que se las arreglen solos. Que, para cubrir las vergüenzas –más bien las desvergüenzas- les mandarán armas de desecho y mucha, mucha, alharaca desinformativa, pero que, en el campo de batalla, la carne de cañón la pone Ucrania. Así que, ¡ucranianos, los oligarcas putrefactos y los políticos corruptos los llamamos a las armas! ¡Deben acudir ustedes! (Porque nosotros tenemos nuestro capital fuera y ahora somos los héroes de la OTAN).

Los tres escenarios de salida

Puestos aquí, el gallinero atlantista tiene únicamente tres caminos. Escalar el conflicto y llevarnos a una guerra mundial. Enviar armas a Ucrania, con lo cual prolongarán semanas y meses, inútilmente, el sufrimiento de la población, pues ese armamento no infligirá daños mayores ni cambiará el rumbo de la guerra. O poner en un psiquiátrico a los chiflados que quieren sangre (la ajena, la propia no) y sentarse a negociar un acuerdo de seguridad integral con Rusia.

Putin ha calificado la postura del gallinero de "teatro del absurdo". Lo es. También ha avisado que "Si ellos [las autoridades ucranianas] continúan haciendo lo que hacen ponen en duda el futuro de la organización política de Ucrania", es decir, Ucrania puede esfumarse como país. Ahí están los botones. Uno verde, de paz. Otro rojo, de guerra.

Sobre rendir a Rusia por hambre, verán. Es la segunda mayor potencia energética del planeta, la primera exportadora mundial de trigo y la segunda de cereales. La producción cerealera de 2021 fue de 123 millones de toneladas, de las cuales 77 millones son de trigo. Además, exportaron 35.000 millones en productos agropecuarios (leche, aceites y grasas, carnes, pescados). En suma, que padecerán de algunas limitaciones, pero en temas agroalimentarios están más que bien servidos.

En este panorama, de enfrentar la OTAN a una superpotencia nuclear, superpotencia agroalimentaria, superpotencia energética y superpotencia espacial, ¿qué van a hacer? Fuera de ese teatro del absurdo en que se han instalado sólo queda declarar la guerra total (nuclear) o, sencillamente, sentarse a negociar y aceptar las condiciones de Rusia. Cualquier cosa que se diga en contrario es perverso uso de la población ucraniana para, únicamente, posponer lo inevitable, que es aceptar el marco de negociación de Rusia. Lo cierto es que la humanidad quiere la paz. La OTAN es el problema. Un grave problema. Y no lo olviden. No se rindió Leningrado. No se rendirá Rusia. No se rendirá.

*Exembajador de Nicaragua en España. Exprofesor de Derecho internacional público y Relaciones internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid. Del diario español Público, especial para Página/12.