miércoles, marzo 08, 2006

Una Contituyente para Tarija


De "Tribuna Boliviana"


Por: Hernán Ruiz Fournier

Las elecciones de diciembre del pasado año, han demarcado un nuevo escenario político en el país, por primera vez en la historia de esta era democrática que vivimos desde hace ya 25 años, el poder ha sido otorgado a un movimiento de origen netamente indígena-campesino y de clase media comprometida, que representa a la mayoría de la sociedad boliviana que fue histórica y sistemáticamente excluida de los beneficios que generaron las riquezas del Estado.

Este hecho épico en la historia política de Bolivia, marca no solo el final de un periodo democrático, en el que la hegemonía del poder fue abusivamente utilizada por una clase privilegiada, sino que se constituye en el final de una era de más de 500 años de sometimiento de las poblaciones indígenas, campesinas, mestizas y obreras, por un lastre colonial hereditario que hizo de Bolivia una prolongación del sistema feudal, autoritario y oligarca, desde la fundación misma de la República. Esta, tuvo la contradicción de inicio: la "res pública" (la cosa pública), el sol que debe iluminar a todos por igual, pobres y ricos – según Platón - no nació como tal, solo fue una forma de separar a la corona de sus tierras ocupadas, para beneficio de los criollos y mestizos que encontraron en la independencia, una gran oportunidad para disfrutar, por ellos mismos y por su descendencia, las riquezas que se trasladaban a ultramar. Entonces, ahora nos encontramos asistiendo a una verdadera revolución de esas grandes mayorías olvidadas, excluidas y marginadas, que representan a nuestras verdaderas identidades culturales. Estas mayorías enarbolan banderas de rebeldía contra el Sistema Económico y el propio Estado, que no les permitió vivir dignamente durante varios siglos. Ellas están, no solo en El Alto, en La Paz o el resto del Altiplano, sino también están en los Valles, el Trópico, en la Amazonía, en la Chiquitanía, en el Chaco, son más del 60% de la población de Bolivia y también están en Tarija!!! No se asusten, quizás alguno de nosotros tiene en sus venas esa sangre, un origen que fue ocultado durante varias generaciones por el temor a ser discriminado, perseguido o inclusive exterminado.

Sin embargo esta realidad política y social de nuestro país, en el departamento de Tarija al igual que en otros, esos que forman la "media luna" - donde se trasladó el poder económico nacional y transnacional luego de la crisis minera y se erigió el emporio agroindustrial y petrolero – parecería que la competencia político partidaria va en contra sentido, es decir, los perdedores a nivel nacional lograron el título a nivel departamental. ¿Cual es el origen de esta contradicción? La manipulación muy hábil de un viejo, pero no por ello desgastado, discurso del centralismo como causa del fracaso de las políticas y planes de desarrollo departamental, para resolver las grandes deudas sociales existentes en la periferia respecto del centro privilegiado. ¿Alguien puede negar que la concentración del poder en un eje territorial de desarrollo tuviera algo que ver con muchos de nuestros males? Talvez nadie. Pero, ¿Quienes fueron los protagonistas de un modelo de gobierno, impuesto desde la fundación de la república y apenas modificado en los últimos años, que trajo consigo el tremendo abismo (porque ya no es brecha) entre ricos y pobres? ¿No fueron acaso los miembros de una misma clase social privilegiada, los que alternaron su turno para hacerse del poder y saquear las riquezas del pueblo? Algunos dicen: solo fueron los "kollas" o los "altoperuanos", la oligarquía minera, los que se aprovecharon de ese Estado centralista, MENTIRA!!! También hubieron Cambas y Chapacos (en varias ocasiones) alternando en ese juego del poder. Ellos y ellas no fueron capaces o no quisieron cambiar la estructura centralista del Estado y del poder ¿por qué?. La respuesta es contundente, porque sus intereses de clase les sugerían no avanzar en la descentralización y democratización del Estado, ya que ello les significaría renunciar paulatinamente a su poder absoluto y a todos los beneficios de sus prerrogativas.

Pero el Pueblo pudo y siempre podrá más, el Poder Soberano, aquel que históricamente en todas las sociedades del mundo se impuso; como lo inmortalizó el Comandante "Che" Guevara: tarde o temprano e independientemente de los tropiezos que pueda dar en su lucha, el Pueblo vencerá… En octubre del 2003 y en diciembre del 2005, el Pueblo pudo más y le dio un mandato inequívoco a sus representantes: Asamblea Constituyente!!!

Sin embargo, una parte de esa misma oligarquía que vio como se le iba de las manos el poder nacional, irónicamente, optó como última posibilidad de reciclaje político, por el atrincheramiento regional bajo las banderas legítimas de autonomías, pero en la medida de sus intereses y no en el profundo sentido descentralizador y de autodeterminación expresado por los pueblos indígenas de Bolivia, mucho antes de que las élites cívicas hicieran suyo el discurso. Ahora, las voces disonantes con estas propuestas departamentalizadoras del país, son sindicadas de traidoras y divisionistas, hasta de racistas, porque supuestamente se basan en identidades culturales anteriormente discriminadas bajo estigmas de diferencias raciales. Esto es tan falso como la legitimidad de sus prototipos importados de autonomías departamentales.

A los hermanos chaqueños, que con todo derecho reclaman su propia autonomía, porque fueron ellos precisamente los que vivieron en carne propia durante toda la historia republicana las injusticias del centralismo capitalino, ahora se les tilda de oportunistas, todo porque justo en esta coyuntura, para su mal o para su bien, se confirma que tienen bajo sus pies la riqueza más importante del país. No se entienda mal, no todos los promotores del décimo departamento del chaco, buscan la autonomía u otras formas de autodeterminación para hacer más justa la distribución de la riqueza y lograr una mejor calidad de vida, hay muchos "infiltrados" y verdaderos oportunistas de la clase oligarca o de clase media y popular que ya sacrificaron sus principios ideológicos o que nunca los tuvieron, que pretenden el poder por esta vía, amarrados a la vieja maquinaria partidaria de los políticos tradicionales. Hay que tener los ojos bien abiertos y todos los sentidos aguzados para poder discriminar el agua del aceite…

Sin embargo, estos intentos vanos, de la clase antaño empoderada, de tratar de entorpecer, retrasar o inclusive lograr la no realización de la Asamblea Constituyente, con el pretexto de que primero hay que autonomizar el país para condicionar a ésta, la estructura de la Nueva Constitución Política del Estado, se vinieron abajo con la Ley de Convocatoria recientemente aprobada en Congreso y seguidamente promulgada por el Presidente Evo Morales, dando fin a una controversia que no hacía más que distraer la atención sobre el meollo del asunto: la elección de los que tendrán la responsabilidad histórica de renovar el Pacto Social de los bolivianos.

Esta elección de los 255 hombres y mujeres como constituyentes, tiene un significado fundamental para cambiar definitivamente la historia de la lucha por el poder en Bolivia, que se resume en la lucha de clases explicada en líneas anteriores y que es la misma que brillantemente fue abstraída y sintetizada por Hegel, Marx, Engels y otros eruditos del pensamiento y la praxis política de la humanidad contemporánea. De esta elección dependerá si se logra el objetivo principal de la Asamblea Constituyente: la redistribución justa y equitativa de la riqueza nacional, para saldar las deudas históricas del pueblo boliviano. Las otras transformaciones como las autonomías, ya sean éstas por departamentos, por regiones geográfica y socio económicamente homogéneas, por zonas culturales o por una combinación de éstas; la democratización de las instituciones estatales y del sistema político; la creación de un régimen social de educación y salud acorde a nuestras necesidades y características socioculturales; serán secundarias en relación al primer objetivo. Por tanto, todos los electores debemos reflexionar profundamente sobre la trascendencia de nuestro derecho de voto y de nuestra elección, ya que de ello dependerá el futuro de la nación por los próximos 50 o 100 años.

Empero, antes de la llegada de aquel crucial momento en nuestras vidas como hijos de una tierra sagrada de gran riqueza cultural y natural, debemos crear los espacios, los mecanismos y las oportunidades, para que nuestra elección no sea condicionada por la influencia de los medios de comunicación en poder de esa oligarquía decadente, de la que ya hemos hecho referencia líneas arriba. Debemos lograr que sea el pueblo en su más amplia comprensión y participación, el que exprese su sentir y su pensar sobre quienes deben representarlo legítimamente y qué se debe hacer en la Asamblea Constituyente, solo así lograremos que nuestra voluntad sea respetada y no utilizada para intereses de los grupos sectarios y tradicionales.

Aquellas organizaciones que se forman al antojo de estos grupos minoritarios de la población de Tarija, que dicen representar a todo el Pueblo utilizando para ello a muchos dirigentes (lamentablemente jóvenes líderes con futuro promisorio en otro contexto), medios de comunicación a su servicio e instituciones crédulos del discurso, que pretenden hacer ver que el desarrollo llegará a las bases o a las regiones por la fuerza de la inercia de la autonomía departamental, solamente buscan consolidar las viejas prácticas políticas que llevaron al país al borde del abismo, para catapultar sus propios candidatos a la Asamblea Constituyente en nombre de todos los tarijeños. Estas juntas, consejos y demás, no tienen la representación legítima del pueblo tarijeño, están compuestas por viejos y nuevos representantes de esa clase perdedora del poder nacional, que tiene todavía en la Prefectura, en parte de la Brigada Parlamentaria, en parte de los Gobiernos Municipales, en la dirigencia del Comité Cívico y en algunas de sus instituciones, la fuente del poder económico y político de sus pretensiones.

El pueblo tarijeño, compuesto por hombres y mujeres nacidos o no nacidos en Tarija, indígenas, campesinos, obreros, comerciantes, empleados, empresarios, que con cariño y voluntad le ponen el hombro al departamento y al país, sin esperar más réditos que un futuro más digno para sus hijos, esos y esas que están más allá de la "Plaza Luís de Fuentes y Vargas", esos y esas que no tienen la oportunidad y los medios para expresar su voz, Esos y Esas tienen el derecho de escribir su propia historia y de ser los protagonistas de la misma.

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