jueves, marzo 16, 2006

La creación de miedos funcionales


(Desde Tarija)

Jorge Oller M.

Una mentira cien veces repetida se convierte en verdad, esta fue y es una de las armas más usadas para crear opinión pública favorable a los grupos de poder (inconsciente colectivo). Es necesario crear una mentira lo más grande posible porque es más creíble que una mentira pequeña, fue otra de las prácticas más exitosas del Tercer Reich, los resultados ya los conocemos.

Al mismo tiempo invito a recordar a los que aún tenemos memoria larga, los preámbulos del cruento golpe de estado del año 1971, donde una juventud engañada por la amenaza de la invasión colla o minera sirvió a los vivillos de siempre para enquistarse en el poder. El individuo que no conoce su propia historia está sujeto a cometer los mismos errores.

La idea de crear peligros imaginarios tiene como objetivo, nuclear la comunidad, las masas alrededor de las élites que las crean con los objetivos más diversos y en la mayoría de estos casos es la apropiación de sentimientos comunes o justas reivindicaciones de una determinada comunidad, convertir lo heterogéneo en homogéneo pero en función de una determinada clase o grupo social, la aceptación del grupo social del discurso emotivo que practican el imaginario del peligro exterior puede funcionar como un consuelo y una reducción de la ansiedad; donde el individuo puede sentirse cómodo formando parte de una multitud, con un mismo sentimiento (Erich Fromm), donde el instinto supera a la razón.

La amenaza imaginada: nosotros somos los buenos y el resto son los malos o enemigos, resulta creíble en sociedades donde las limitaciones de relacionamiento y conocimiento de lo diferente hacen mella y es ahí precisamente donde se pueden fácilmente instituir los "conocedores de la verdad absoluta, "en el país de los ciegos, el tuerto es rey". Como la historia lo demuestra estos son generalmente los que depredan la sociedad.

Una cosa es pretender tener el don de adivinar lo que realmente piensan los otros, y otra parecida pero diferente es pretender dictaminar qué es lo que deben hacer creer los otros.

A la vez la utilización de una de las estrategias más antiguas y que mejor funcionan para tener a los otros a sus pies es hacerse la víctima. Hacer ver a los otros que son unos pobres sufridores de los malos tratos que les están infligiendo. De esta forma, consiguen generar sensación de duda y culpabilidad en la otra parte, autodesprecio e incluso miedo de sí mismos. Cuando pueden darse cuenta del engaño, ya es tarde. Alguien dijo en una ocasión que las verdaderas víctimas no se quejan, no pueden.

La adjetivizacion, el desprecio la queja, la identificación de culpables y las medias verdades - como se escucha a diario - como ser el supuesto enfrentamiento que existe entre el gobierno actual y la población chapaca sirve exactamente para la exaltación de instintos y la fijación de prejuicios, las exigencias de soluciones inmediatas y la falta de reconocimiento del otro son proyecciones de sus propios miedos.

Las declaraciones de algún "constitucionalista" (ex voceros de un candidato a prefecto perdedor) que Tarija no debe de participar en las próximas electorales, están teñidas de estas características típicas de los manipuladores profesionales, además de querer evitar la participación popular en un proceso que precisamente fue conquistado por este sector, siguiendo el desarrollo de esta lógica, este pensamiento será "si no puedo evitar la participación popular, la aceptare pero me subiré a caballo ganador" ¿cómo? Dándole a los futuros asambleístas el cariz de profesionales o "constitucionalistas de profesión" por tanto los demás ciudadanos de a pie no tendríamos ninguna posibilidad de participar como tales.

La participación de la mayor cantidad de sectores de la ciudadanía es garantía de la autenticidad y genuinidad de la próxima constituyente y la creación de mayor cantidad de organismos de información dará mas solidez a la democracia evitando ser manipulados por un solo organismo "dotado de toda la verdad absoluta", además las reglas las debemos construir todos, evitando que solo (de la elite) sus reglas y sus recuerdos sean fiables.

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