Marc VandepitteLa Revue Commune (de Rebelión)
En Europa, un ídolo es un producto perecedero. En general no dura más de una generación. Dentro de poco John Lennon, Mao Zedong, Malcolm X o James Dean ya serán recuerdos vagos del pasado. No es el caso con Ernesto Guevara. Quarenta años después su ejecución marcial todavía está inmerso en nuestra conciencia colectiva. En todas partes se encuentra su imagen: callejeando una hora en una calle comercial verás seguramente pasar una cantidad de t-shirts con la imagen del Che. Sin hablar de baratijas como llaveros o pins, tatuajes, pósters y su imagen en botellas de cerveza, cajas de cigarros, calcetines, pañuelitos, bálsamo de labios, hasta preservativos. El hecho que el semanal Time le clasificó entre los cien personas más influentes del siglo XX nos enseña que se trata de más que de la comercialización de una figura progre.
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