Evo Morales cambió la historia de Bolivia cuando fue elegido en diciembre de 2005 como el primer presidente indígena del país y como el primero en recibir una mayoría de 54 por ciento. El domingo pasado Morales expandió su mandato considerablemente en un referéndum consiguiendo el apoyo del 68 por ciento de los votantes para mantenerlo en el cargo de la presidencia.
La sabiduría convencional de Washington - donde el establecimiento de política exterior es decididamente antipático ante la agenda populista de Morales - ha sido que el referéndum no resuelve nada. Bolivia sigue dividido según criterios geográficos (los departamentos de los Llanos del este frente a los del oeste), étnicos (indígena frente a no indígena), y de clases sociales (ricos contra pobres), dicen los expertos. Quizás sea así, pero aparentemente esta menos dividido que cuando Morales fue electo originalmente, un evento que fue ampliamente celebrado como un hito similar al fin del apartheid en Sudáfrica. ¿Fue esa elección también insignificante? La mayoría indígena en Bolivia había sido excluida anteriormente de los corredores del poder, y los resultados se pueden ver en sus niveles más bajos de calidad de vida. Los bolivianos indígenas tienen menos de la mitad de los ingresos laborales y 40 por ciento menos preparación escolar que los no indígenas. Morales había prometido recuperar el control nacional sobre los recursos naturales de hidrocarburos - en su mayor parte gas natural - del país. Esto se ha logrado y ha resultado en un ingreso adicional para el tesoro nacional de 1.500 millones de dólares. (Para una comparación, imagine añadir 1.600.000 millones de dólares extra o cuatro veces el actual déficit del presupuesto federal de EE.UU.)