sábado, agosto 02, 2008

Los medios de comunicación tendrán el poder y la impunidad que le permita el pueblo y sus representantes

Dictadura mediática

Intervención en el Encuentro de Intelectuales y Artistas del Mundo por la Unidad y Soberanía de Bolivia. Julio 2008

Superados en América Latina los periodos de dictaduras de tan infausto recuerdo, podemos afirmar que, a pesar de las grandes desigualdades que asolan el continente, las instituciones se están dotando de una adecuada y legítima representación de la voluntad popular. Poco a pocos a los gobiernos a los parlamentos y a otras muchas instituciones van llegando las voces de los ciudadanos, pero hay un ámbito en el que no existe el más mínimo atisbo de democracia ni representación de los ciudadanos: los medios de comunicación. Ellos, que nacieron como sistema ciudadano vigilante de los otros tres poderes, se han convertido en el más ilegítimo de todos, porque sólo al criterio y a las órdenes de sus dueños empresariales obedecen.

Y no solamente eso, escudados en un mal interpretado concepto de la libertad de expresión, en los medios de comunicación impera la impunidad para aplicar constantemente la mentira, la manipulación, la agresión y hasta el golpe de estado si hace falta contra los gobiernos dignos que están liderando procesos de esperanza en América Latina.

El presidente Evo Morales ha hablado de la “dictadura mediática”, el vicepresidente Alvaro García Linera ha denunciado esta situación. Mi preocupación es que no superamos lo que yo llamaría la fase plañidera, que en el caso de nuestros gobernantes es doblemente preocupante. Cuando los representantes dignos de un pueblo llegan al gobierno no se quejan del estado de las carreteras, las arreglan; no denuncia la falta de asistencia sanitaria, construyen hospitales; no protestan por el alto nivel de analfabetismo, alfabetizan. Y yo me pregunto ¿por qué pasan los años y nuestros gobiernos siguen quejándose del abuso, atropello y manipulación al que se ven sometidos por los medio?

Si los medios mienten, hagamos leyes que castiguen la mentira.