Asalto a Venezuela
14-03-2019
Adiós Guaidó
La agresión de
potencias extranjeras brinda a los pueblos en revolución la posibilidad
de elevar su conciencia política y autoestima, aumentar su voluntad y
cultura de resistencia y comprobar su capacidad de vencer a enemigos muy
poderosos. O se fortalecen frente a la intervención, o son derrotadas
por ella y por la contrarrevolución. El pueblo venezolano se ha fogueado
en casi dos décadas de fiera hostilidad del imperialismo de Estados
Unidos, sus aliados y lacayos. Ha sido atacado en múltiples frentes como
la guerra económica, la guerra mediática y la guerra eléctrica, en el
contexto de la táctica de golpe continuado y guerra irregular, o
híbrida. Pero ha salido victorioso y con la moral alta después de cada
ataque.
Las últimas dos grandes arremetidas del
gobierno colonialista y neofascista de Donald Trump contra Venezuela han
resultado un completo fracaso. Pero la pandilla de maleantes encargada
de la política imperial hacia América Latina y el Caribe llegó a soñar
conque el liderazgo del presidente Nicolás Maduro y el edificio de la
Revolución Bolivariana implosionarían el 23 de febrero, o que, en el
peor de los casos, lo harían a consecuencia del mayor y más prolongado
sabotaje terrorista contra el sistema electro-energético de Venezuela y,
probablemente, de nación alguna, que apagó al país casi una semana. O
debido a las dos embestidas sumadas. De lo que sí no hay duda es que
ambas agresiones han ocasionado graves consecuencias económicas y
humanas en una población sometida ya a los rigores de la guerra
económica y al estrés generado por una de las más intensas y prolongadas
campañas de terrorismo comunicacional contra un país.
Hay
que insistir en la considerable envergadura de la victoria del 23F, una
proeza del chavismo civil y militar, que unido y cohesionado impidió la
introducción, con derroche de violencia paramilitar y mercenaria, de la
llamada ayuda humanitaria, a través de las fronteras terrestres. El
chavismo derrotó una tremenda amenaza de violación de la soberanía
venezolana por parte de Estados Unidos, de varias naciones europeas y de
los gobiernos lacayos del imperialismo en nuestra región.
El
gran apagón fue planeado y ejecutado desde las entrañas del
imperialismo yanqui, aunque al parecer con cooperación desde adentro del
sistema eléctrico venezolano, y el modus operandi durante esos días y
los anteriores del grupo neofascista compuesto por Trump, Pence, Bolton,
Pompeo, Rubio y Abrams evidencia que el sabotaje formaba parte del plan
de guerra sicológica previo a la eventual intervención militar, que
estaban informados en detalle sobre él y que trataron de sacar el máximo
provecho a la gravísima situación creada para sus planes de
derrocamiento de Maduro.
Venezuela no ha
vivido una tragedia de gran proporción en estos días de apagón gracias
al heroísmo, el temple, la paciencia, la disciplina, la solidaridad
mutua y la alta conciencia patriótica de la unidad cívico-militar. Si
con la agresión del 23F no lograron quebrar a la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana ni al chavismo civil, con el sabotaje terrorista no
consiguieron caotizar y desarticular al pueblo ni crear nada parecido a
una rebelión. No había agua, ni combustible, la comida se fermentaba,
las escuelas y centros de trabajo fueron cerrados, el metro y gran parte
del trasporte colapsaron, la atención a los pacientes en algunos
hospitales tuvo baches hasta que fueron instalados grupos electrógenos
en los que no los tenían. No obstante, no se produjo una sola defunción a
consecuencia del apagón aunque las bocinas mediáticas llegaron a
mencionar cerca de 300 personas muertas, de ellas 80 recién nacidos. Y
no hubo defunciones porque las autoridades adoptaron medidas drásticas
para asegurar la continuidad del servicio en los centros asistenciales.
¿Quién puede negar que este sabotaje constituye un crimen de lesa
humanidad del gobierno de Trump?
Por su parte,
el payaso títere Guaidó siguió volatilizándose, despareciendo
políticamente hasta no poder reunir más que un grupito de personas en la
supuesta gran marcha que convocó para el martes 12. Nunca tuvo gran
convocatoria, lo suyo es el apoyo yanqui. Pero como escribió Luis
Hernández Navarro, la oposición se suicidó cuando el autoproclamado
presidente interino pidió la intervención militar estadounidense en su
propio país. Aparte de la traición a la patria y la enorme perversidad
entrañada en esa solicitud, revela una gran ignorancia sobre la cultura
política y los sentimientos patrióticos y antimperialistas del pueblo
venezolano, que no le perdonará su infamia.
Estados Unidos se ha
metido en un gran problema y ha arrastrado consigo a la Unión Europea,
que ya anda buscando como cautela sus intereses en Venezuela ante el
hecho evidente de que Guaidó es el presidente fantasmagórico de un
gobierno gaseoso y Maduro se queda, sólidamente enraizado en el pueblo
venezolano.
Twitter:@guerraguerra
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.