viernes, octubre 22, 2010

Rebelión popular en Francia

Manif en Francia

Editorial de CAMBIO

Una revuelta popular que se mantiene desde hace al menos dos semanas en contra del proyecto de reforma de pensiones que impulsa el presidente Nicolás Sarkozy puso contra las cuerdas la pretensión de elevar la edad de jubilación de 60 a 62 años —y de 65 a 67 años para cobrar la pensión completa—, además de introducir una serie de modificaciones que los sindicatos y organizaciones sociales denuncian como un intento de cargar sobre los hombros de los sectores más desfavorecidos la creciente crisis financiera que sacude la economía gala.


En los últimos días, organizaciones sindicales, transportistas, estudiantes y movimientos de oposición han protagonizado protestas, tomas a refinerías, marchas y disturbios en rechazo a la reforma de pensiones que impulsa el Ejecutivo.

Reportes de la prensa internacional señalan que los manifestantes exigen cambios al proyecto de reforma, principalmente en los artículos que elevan la edad de jubilación y postergan el derecho a cobro de la pensión completa en dos años.

Por medio de movilizaciones, entre 1,1 y 3,5 millones de personas, según esos medios internacionales, han exigido con claridad que se mantengan los límites de edad actuales para el retiro: 60 años para la jubilación y 65 años para ejercer el derecho de cobrar pensión completa.

En tanto, el Gobierno francés insiste en continuar con su objetivo de reformar el sistema de pensiones y el 5 de octubre trasladó la propuesta de ley al Senado, aunque ese hecho sólo avivó la rebelión popular que sacude las principales ciudades galas.

“Esta reforma constituye la única vía para hacer frente al envejecimiento de la población”, ha argumentado en anteriores ocasiones el presidente Sarkozy. “Llevaré a término la reforma de las pensiones porque mi deber como jefe del Estado es garantizar a los franceses que tanto ellos como sus hijos podrán contar con su jubilación y que se mantendrá el nivel de las pensiones”, sentenció Jefe de Estado. Sin embargo, Catherin Marchais, vocera del comité de huelga de los empleados públicos de Francia, aseguró que la reforma legal que impulsa el Gobierno de Sarkozy en materia de jubilaciones busca fragilizar el sistema de pensiones en detrimento de los ciudadanos, por lo que anunció que el sector continuará las protestas en rechazo a la normativa.

“Nuestro sistema de pensiones está basado en la solidaridad entre las federaciones y lo que quieren es fragilizar este sistema para que después los asalariados tengan que cotizar en sistemas por capitalizaciones”, denunció Marchais. “Es decir, por un sistema con fondos de pensiones, y eso sabemos muy bien lo que quiere decir, un fondo de pensiones es la causa de toda la crisis económica que ya vimos en 2009”, explicó la dirigente en torno a los objetivos del Gobierno al impulsar el proyecto.

Pero lo que desnuda la movilización y rechazo popular a la reforma es que el Ejecutivo francés gobierna para los ricos, porque, en el fondo, la reforma de pensiones que impulsa es privatizar el derecho a las jubilaciones de los ciudadanos, y esto no es admisible para los sindicatos y otras organizaciones sociales.

A esto se suma que la nueva legislación sobre las jubilaciones no fue sometida a discusión alguna entre las partes concernidas y el incremento de los años de trabajo y de la edad de jubilación serán impuestos por la actual mayoría legislativa a espaldas de la opinión del pueblo, aunque del proyecto inicial presentado en junio la administración Sarkozy hizo algunas concesiones mínimas que de ninguna manera han satisfecho las demandas laborales.

Según un reporte del diario mexicano La Jornada desde París, la obcecación del Presidente francés —quien repite que no cederá—, el desprecio de las autoridades que disminuyen con insolencia las cifras de manifestantes, los escándalos financieros que salpican al partido en el poder y a integrantes del gobierno, los regalos financieros a las grandes fortunas —como la devolución de millones de euros de impuestos gracias al ‘escudo fiscal’, so pretexto de impedir la fuga de capitales—, frente a las exigencias a los trabajadores, no han hecho sino radicalizar la protesta.

Por eso se multiplica la movilización popular en contra de la reforma y se muestra con huelgas de transportes, de centrales de carburantes, escasez creciente de gasolina, operaciones de los camiones de carga para embotellar las carreteras, además de los paros de liceos y universidades.

En ese contexto, los sindicatos franceses confirmaron ayer la convocatoria a nuevas movilizaciones —que se realizarán el 28 de octubre y el 6 de noviembre—, mientras se hacen sentir fuerte los paros en diversos sectores de la economía, sobre todo el del abastecimiento de combustible. “Los violentos no tendrán la última palabra en una democracia”, respondió Sarkozy. No obstante, ¿acaso no es violencia estatal la que intenta imponer una reforma que afectará no sólo a los actuales jubilados, sino a los jóvenes que hoy se mantienen en las calles?

Francia es una de las naciones europeas más golpeadas por la crisis del capitalismo que se desató en 2008 y en lugar del debate exprés, que debía provocar la incomprensión de los jóvenes excluidos y de los trabajadores precarios (público), las consignas y la composición de las marchas, muy diversas en edades y oficios, demuestran que el debate ha calado. La sociedad no quiere la reforma de Sarkozy, por eso la combate con fuerza bajo el lema: El que no lucha por las pensiones es que ya está muerto.


Francia es una de las naciones europeas más golpeadas por la crisis del capitalismo que se desató en 2008. La sociedad no quiere la reforma de Sarkozy, por eso la combate con fuerza bajo el lema: El que no lucha por las pensiones es que ya está muerto.