miércoles, octubre 27, 2010

Noam Chomsky advierte de que Estados Unidos no se ha rendido en Latinoamérica

laAldeaGlobal.com

El fracaso del golpe de estado de Venezuela en 2002 abrió los ojos a los Estados Unidos: ya no iba a ser tan sencillo poner y quitar gobiernos en Sudamérica de acuerdo con sus intereses económicos. La violencia y el estrangulamiento económico, como afirma Chomsky, habían sido las dos herramientas que durante el siglo XX permitieron a EEUU mantener el control de la región, ubicando a gobiernos títeres despóticos que cumplían sus dictados sumisamente.

Sin embargo, el nuevo siglo trajo nuevos bríos a Latinoamérica y a sus gentes, permitiendo el renacer del orgullo soberano y plantar cara a las injerencias de los intereses del Norte en su desarrollo. Así, Chávez y Morales han conseguido mantenerse en el poder con masivo respaldo popular pese al acoso mediático y económico externo.

¿Pero ha tirado la toalla Estados Unidos? Chomsky afirma que no. Al contrario, la escalada militar norteamericana en sus bases del Sur no ha hecho sino crecer, de modo que tiene más personal militar que civil en el subcontinente por primera vez desde la Guerra Fría. Prueba de ello es el acuerdo alcanzado con Colombia para la instalación de más bases militares en su territorio. ¿Para qué quiere Estados Unidos tener más presencia militar en el corazón de Sudamérica?

Asimismo, Chomsky revela que el control de las actividades militares allí ha sido desplazado del Departamento de Estado, sometido a las decisiones del Congreso, al Pentágono. De este modo las garantías democráticas y el sometimiento a la legislación desaparecen y el secreto y la arbitrariedad castrense se imponen.

Y hay mucho más en los poco más de ocho minutos de charla de Chomsky. Mucho más que en horas y horas de los discursos de papagayo de nuestros políticos.

Fuente: http://laaldeaglobal.com/2010/10/24/noam-chomsky-advierte-estados-unidos-no-se-ha-rendido-en-latinoamerica/

rCR

martes, octubre 26, 2010

El deshonor de Estados Unidos

USA: Sadismo y tortura en Irak

The Independent


Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Como es lógico, los árabes lo sabían. Lo sabían todo de la tortura masiva, de los promiscuos tiroteos contra civiles, del escandaloso uso del potencial aéreo contra los hogares de las familias, de las actuaciones de los crueles mercenarios británicos y estadounidenses, de los cementerios anegados de víctimas inocentes. Todo Iraq lo sabía. Porque ellos son las víctimas.

Sólo nos quedaba fingir que no sabíamos nada. Sólo nosotros, los occidentales, podíamos responder a cada reclamación, a cada denuncia contra los estadounidenses o británicos haciendo que apareciera algún general importante –me viene a la mente el desagradable portavoz del ejército estadounidense Mark Kimmitt y el horrible presidente de la Junta del Alto Estado Mayor Peter Pace- que se ponía a envolvernos con todo tipo de mentiras. Encuentren a un hombre que haya sido torturado y le dirán que eso no es más que mera propaganda terrorista; descubran una casa llena de niños asesinados por un ataque aéreo estadounidense y también dirían que es propaganda terrorista, o “daños colaterales”, o una simple frase: “No tenemos nada que ver con eso”.

Por supuesto que todos nosotros sabíamos que siempre tenían algo que ver con eso. Y el océano de registros militares recién publicado nos lo demuestra una vez más. Al-Yasira ha llegado hasta extremos extraordinarios para localizar a las actuales familias iraquíes con hombres y mujeres asesinados en los controles –he identificado uno de los memorandos porque informé sobre él en 2004, el coche acribillado a balazos, los dos periodistas muertos, hasta el nombre del capitán local estadounidense- y fue el The Independent on Sunday el primero en alertar al mundo sobre las hordas de indisciplinados pistoleros que volaban a Bagdad para proteger a diplomáticos y generales. Esos mercenarios que se abrían paso asesinando a todo el que se pusiera en su camino en las ciudades de Iraq; me insultaron cuando les dije que estaba escribiendo sobre ellos, allá por el año 2003.

Es siempre tentador evitar una historia diciendo “no es nada nuevo”. Los gobiernos utilizan la idea de que un hecho es una “vieja historia” para desalentar el interés periodístico, de la misma forma que nosotros la podemos utilizar para encubrir la pereza periodística. Y es verdad que los periodistas han visto algo de todo eso antes. Fue el Pentágono quien en febrero de 2007 envió la “prueba” de la implicación iraní en la fabricación de bombas en el sur de Iraq a Michael Gordon, del The NewYork Times. La materia prima, que podemos leer ahora, es mucho más dudosa que la versión vendida por el Pentágono. Por todo Iraq había aún material iraní depositado desde la guerra entre Irán-Iraq de 1980-88 y fueron los insurgentes sunníes quienes llevaron a cabo en aquel período la mayoría de los ataques contra los estadounidenses. A propósito, los informes que sugieren que Siria permitió que los insurgentes penetraran en su territorio son correctos. He hablado con las familias de los suicidas-bomba palestinos cuyos hijos llegaron a Iraq desde el Líbano por el pueblo libanés de Majdal Aanjar y después a través de la ciudad siria de Aleppo, al norte, para atacar a los estadounidenses.

Pero, escrito todo con el gris estilo militar habitual, aquí está la prueba de la vergüenza de Estados Unidos. Este es un material que los abogados pueden utilizar en los tribunales. Si 66.081 –me encantó ese “81”- es la cifra más alta de civiles muertos de que EEUU dispone, entonces el balance real de muertos civiles es infinitamente mayor ya que esos registros sólo recogen las muertes de civiles de las que los estadounidenses tenían conocimiento. Algunos de ellos fueron llevados a la morgue de Bagdad en mi presencia, y fue el funcionario de alto nivel allí presente quien me dijo que el ministerio iraquí de sanidad había prohibido que los médicos realizaran autopsias a los civiles muertos llevados por las tropas estadounidenses. ¿Por qué no debieron hacerlas? ¿Porque los iraquíes que trabajaban para los estadounidenses les habían torturado hasta matarlos? ¿Había alguna conexión con los 1.300 informes estadounidenses independientes de torturas practicadas en las comisarías iraquíes?

Los estadounidenses no consiguieron mejores resultados la última vez. En Kuwait, los soldados estadounidenses oyeron que los kuwaitíes estaban torturando a palestinos en las comisarías una vez que liberada la ciudad de las tropas de Saddam Hussein en 1991. Había incluso un miembro de la familia real kuwaití implicado en las torturas. Las fuerzas estadounidenses no intervinieron. Sólo se quejaron ante la familia real. A los soldados se les dice siempre que no intervengan. Después de todo, ¿qué fue lo que le dijeron el teniente Avi Grabovsky, del ejército israelí, cuando informó a su oficial en septiembre de 1982 de que los aliados falangistas de Israel acababan de matar a varias mujeres y niños? “Ya lo sabemos, no es de nuestro agrado, pero no interfieras”, le dijo a Grabovsky el comandante de su batallón. Eso ocurrió durante la masacre en el campo de refugiados de Sabra y Chatila.

La cita viene del informe de la Comisión Kahan creada en Israel en 1983, sólo Dios sabe lo que podríamos llegar a leer si Wikileaks metiera la mano en los archivos militares del ministerio de defensa israelí (o la versión siria, puesto el caso). Desde luego, en aquellos días no sabíamos cómo utilizar un ordenador y menos aún cómo escribir con él. Y esa, desde luego, es una de las lecciones importantes de todo el fenómeno de WikiLeaks.

En la Primera o Segunda Guerra Mundial o en Vietnam, escribías tus informes militares en papel. Podían mecanografiarse por triplicado pero se podías numerar las copias, rastrear cualquier espionaje e impedir las filtraciones. Los documentos del Pentágono están escritos actualmente en papel. Necesitas encontrar un topo para conseguirlos. Pero el papel siempre se puede destruir, mojar, tirar a la basura, triturar todas las copias. Al finalizar la guerra de 1914-18, por ejemplo, un subteniente disparó contra un hombre chino después de que un grupo de trabajadores chinos saqueara un tren militar francés. El chino le había amenazado al soldado con una navaja. Pero durante la década de 1930, se eliminó en tres ocasiones el archivo del soldado y por eso no queda rastro alguno del incidente. Sólo queda un débil fantasma de aquello en un diario de guerra del regimiento que recoge la implicación china en el saqueo de “trenes franceses de aprovisionamiento”. La única razón por la que conozco el asesinato es porque mi padre era el teniente británico y me contó la historia antes de morir. No había WikiLeaks en aquel momento.

Pero sospecho que este tesoro masivo de material de la guerra de Iraq tiene implicaciones graves tanto para los periodistas como para los ejércitos. ¿Cuál es el futuro de los Seymour Hershes y del periodismo de investigación de viejo estilo que The Sunday Times solía practicar? ¿Cuál es el motivo de enviar equipos de reporteros a examinar los crímenes de guerra y encontrar “gargantas profundas” en el ejército, si casi medio millón de documentos secretos militares van a aparecer en una pantalla frente a ti?

Todavía no hemos llegado al fondo de la historia de WikiLeaks, y mucho me temo que hay bastantes más, aparte de unos cuantos soldados, implicados en estas últimas revelaciones. ¿Quién sabe si todo no llega hasta lo más alto? Por ejemplo, Al-Yasira, en sus investigaciones, encontró un extracto de una conferencia de prensa rutinaria ofrecida por el Pentágono en noviembre de 2005. Peter Pace, el aburrido presidente de la Junta del Alto Estado Mayor, informa a los periodistas de cómo los soldados deberían reaccionar ante un cruel trato hacia los prisioneros, señalando orgullosamente que el deber de un soldado estadounidense es intervenir si ve indicios de tortura. Después la cámara se mueve un poco más y enfoca la siniestra figura del Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, quien de repente le interrumpe –casi susurrando, ante la consternación de Pace- “No creo que quieras decir que ellos [los soldados estadounidenses] tienen la obligación de detenerla físicamente. Su deber es tan sólo informar”.

Por supuesto que la importancia de esta observación –crípticamente sádica a su manera- no apareció en periódico alguno. Pero el archivo secreto Frago 242 llena de significado aquella conferencia de prensa. Presumiblemente enviada por el General Ricardo Sánchez, esta es la instrucción que traslada a los soldados: “Teniendo en cuenta el informe inicial que confirma que las fuerzas estadounidenses no estaban implicadas en los malos tratos al detenido, no se producirá investigación alguna a menos que venga ordenada desde el Alto Mando”. Abu Ghraib se produjo bajo el observatorio de Sánchez en Iraq. A propósito, fue también Sánchez quien, en una conferencia de prensa, no pudo explicarme por qué sus tropas habían matado a los hijos de Sadam en un tiroteo en Mosul en vez de capturarles.

Parece, por tanto, que el mensaje de Sánchez contaba con el imprimátur de Rumsfeld. Y por eso el General David Petraeus –tan querido por la prensa estadounidense- fue presuntamente responsable del espectacular aumento de los ataques aéreos estadounidenses durante más de dos años; 229 bombardeos en Iraq en 2006, pero 1.447 en 2007. Curiosamente, los ataques aéreos de EEUU en Afganistán han aumentado un 172% desde que Petraeus se hizo cargo del ejército allí. Lo que hace más sorprendente aún que el Pentágono esté ahora rebuznando con que WikiLeaks puede tener sangre en sus manos. El Pentágono ha estado cubierto de sangre desde el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima en 1945, y para una institución que ordenó la ilegal invasión de Iraq en 2003 –según su propio recuento, ¿no eran 66.000 la cifra de muertos civiles de un total de 109.000 registradas?-, ponerse a afirmar que WikiLeaks es culpable de homicidio es ridículo.

La verdad, por supuesto, es que si este inmenso tesoro de informes secretos hubiera demostrado que la cifra de víctimas era mucho menor que el pregonado por la prensa, que los soldados estadounidenses nunca toleraron las torturas de la policía iraquí, que raramente dispararon contra los civiles en los controles y que siempre exigían responsabilidades a los mercenarios asesinos, los generales de EEUU deberían haber entregado esos archivos gratis a los periodistas en los escalones del Pentágono. Están furiosos no porque se haya roto el secretismo o por la sangre que pueda haberse derramado sino porque les han pillado diciendo las mentiras que siempre supimos que decían.

Documentos oficiales estadounidenses detallan una escala extraordinaria de actuaciones malvadas

WikiLeaks publicó el 22 de octubre en su página de Internet alrededor de 391.832 informes del ejército de EEUU documentando actuaciones en Iraq durante el período 2004-2009. Los principales aspectos recogidos son:

  • Torturas, violaciones y asesinato de prisioneros:

    Hay cientos de incidentes de malos tratos y torturas a prisioneros por parte de los servicios de seguridad iraquíes, que incluyeron violaciones y asesinatos. Debido a que estos hechos aparecen detallados en los informes estadounidenses, las autoridades de ese país se enfrentan ahora a acusaciones por no haberlos investigado. Dirigentes y activistas de las Naciones Unidas están exigiendo una investigación oficial.

  • Encubrimiento de muertes de civiles:

    Los dirigentes de la Coalición han dicho siempre que no “recogían cifras de muertos”, pero los documentos revelan que se registraron muchas muertes. El grupo británico de Iraq Body Count dice que, tras una examen preliminar de una muestra de los documentos, hay una cifra estimada de 15.000 civiles muertos más, lo que aumentaría el total a 122.000.

  • Disparos contra hombres que intentan rendirse:

    En febrero de 2007, un helicóptero Apache mató a dos iraquíes sospechosos de haber lanzado morteros cuando intentaban entregarse. Se cita a un asesor militar diciendo: “No pueden rendirse a un avión y siguen siendo objetivos válidos”.

  • Malos tratos y abusos por parte de las firmas privadas de seguridad:

    El Buró del Periodismo de Investigación de Gran Bretaña dice que encontró documentos en los que se detallaban nuevos casos de supuestas matanzas de civiles que implicaban a Blackwater, rebautizada después como Xe Services. A pesar de esto, Xe sigue disfrutando de amplios contratos del gobierno de EEUU en Afganistán.

  • La utilización por Al-Qaida de niños y “minusválidos mentales” para la colocación de bombas:

    Un adolescente con síndrome de Down, que mató a seis personas e hirió a 34 en un ataque suicida en Diyala, representa un ejemplo de la estrategia de Al-Qaida para reclutar a personas con dificultades de aprendizaje. Al parecer, un médico vendió a los insurgentes una lista de pacientes femeninas con dificultades de aprendizaje.

  • Cientos de civiles asesinados en los controles:

    De los 832 muertos recogidos en los controles en Iraq entre 2004 y 2009, el análisis del Buró del Periodismo de Investigación sugiere que 681 eran civiles. Se disparó contra 50 familias, matando a 30 niños. En los incidentes en los controles sólo murieron 120 insurgentes.

  • Influencia iraní:

    Los informes detallan la preocupación de EUU de que agentes iraníes estuvieran entrenando, armando y dirigiendo militantes en Iraq. En uno de los documentos, el ejército de EEUU advierte que cree que un comandante de milicia que estaba detrás de la muerte de soldados estadounidenses y del secuestro de funcionarios iraquíes había sido entrenado por la Guardia Islámica Revolucionaria de Irán.

Fuente: http://www.independent.co.uk/opinion/commentators/fisk/robert-fisk-the-shaming-of-america-2115111.html

viernes, octubre 22, 2010

Rebelión popular en Francia

Manif en Francia

Editorial de CAMBIO

Una revuelta popular que se mantiene desde hace al menos dos semanas en contra del proyecto de reforma de pensiones que impulsa el presidente Nicolás Sarkozy puso contra las cuerdas la pretensión de elevar la edad de jubilación de 60 a 62 años —y de 65 a 67 años para cobrar la pensión completa—, además de introducir una serie de modificaciones que los sindicatos y organizaciones sociales denuncian como un intento de cargar sobre los hombros de los sectores más desfavorecidos la creciente crisis financiera que sacude la economía gala.


En los últimos días, organizaciones sindicales, transportistas, estudiantes y movimientos de oposición han protagonizado protestas, tomas a refinerías, marchas y disturbios en rechazo a la reforma de pensiones que impulsa el Ejecutivo.

Reportes de la prensa internacional señalan que los manifestantes exigen cambios al proyecto de reforma, principalmente en los artículos que elevan la edad de jubilación y postergan el derecho a cobro de la pensión completa en dos años.

Por medio de movilizaciones, entre 1,1 y 3,5 millones de personas, según esos medios internacionales, han exigido con claridad que se mantengan los límites de edad actuales para el retiro: 60 años para la jubilación y 65 años para ejercer el derecho de cobrar pensión completa.

En tanto, el Gobierno francés insiste en continuar con su objetivo de reformar el sistema de pensiones y el 5 de octubre trasladó la propuesta de ley al Senado, aunque ese hecho sólo avivó la rebelión popular que sacude las principales ciudades galas.

“Esta reforma constituye la única vía para hacer frente al envejecimiento de la población”, ha argumentado en anteriores ocasiones el presidente Sarkozy. “Llevaré a término la reforma de las pensiones porque mi deber como jefe del Estado es garantizar a los franceses que tanto ellos como sus hijos podrán contar con su jubilación y que se mantendrá el nivel de las pensiones”, sentenció Jefe de Estado. Sin embargo, Catherin Marchais, vocera del comité de huelga de los empleados públicos de Francia, aseguró que la reforma legal que impulsa el Gobierno de Sarkozy en materia de jubilaciones busca fragilizar el sistema de pensiones en detrimento de los ciudadanos, por lo que anunció que el sector continuará las protestas en rechazo a la normativa.

“Nuestro sistema de pensiones está basado en la solidaridad entre las federaciones y lo que quieren es fragilizar este sistema para que después los asalariados tengan que cotizar en sistemas por capitalizaciones”, denunció Marchais. “Es decir, por un sistema con fondos de pensiones, y eso sabemos muy bien lo que quiere decir, un fondo de pensiones es la causa de toda la crisis económica que ya vimos en 2009”, explicó la dirigente en torno a los objetivos del Gobierno al impulsar el proyecto.

Pero lo que desnuda la movilización y rechazo popular a la reforma es que el Ejecutivo francés gobierna para los ricos, porque, en el fondo, la reforma de pensiones que impulsa es privatizar el derecho a las jubilaciones de los ciudadanos, y esto no es admisible para los sindicatos y otras organizaciones sociales.

A esto se suma que la nueva legislación sobre las jubilaciones no fue sometida a discusión alguna entre las partes concernidas y el incremento de los años de trabajo y de la edad de jubilación serán impuestos por la actual mayoría legislativa a espaldas de la opinión del pueblo, aunque del proyecto inicial presentado en junio la administración Sarkozy hizo algunas concesiones mínimas que de ninguna manera han satisfecho las demandas laborales.

Según un reporte del diario mexicano La Jornada desde París, la obcecación del Presidente francés —quien repite que no cederá—, el desprecio de las autoridades que disminuyen con insolencia las cifras de manifestantes, los escándalos financieros que salpican al partido en el poder y a integrantes del gobierno, los regalos financieros a las grandes fortunas —como la devolución de millones de euros de impuestos gracias al ‘escudo fiscal’, so pretexto de impedir la fuga de capitales—, frente a las exigencias a los trabajadores, no han hecho sino radicalizar la protesta.

Por eso se multiplica la movilización popular en contra de la reforma y se muestra con huelgas de transportes, de centrales de carburantes, escasez creciente de gasolina, operaciones de los camiones de carga para embotellar las carreteras, además de los paros de liceos y universidades.

En ese contexto, los sindicatos franceses confirmaron ayer la convocatoria a nuevas movilizaciones —que se realizarán el 28 de octubre y el 6 de noviembre—, mientras se hacen sentir fuerte los paros en diversos sectores de la economía, sobre todo el del abastecimiento de combustible. “Los violentos no tendrán la última palabra en una democracia”, respondió Sarkozy. No obstante, ¿acaso no es violencia estatal la que intenta imponer una reforma que afectará no sólo a los actuales jubilados, sino a los jóvenes que hoy se mantienen en las calles?

Francia es una de las naciones europeas más golpeadas por la crisis del capitalismo que se desató en 2008 y en lugar del debate exprés, que debía provocar la incomprensión de los jóvenes excluidos y de los trabajadores precarios (público), las consignas y la composición de las marchas, muy diversas en edades y oficios, demuestran que el debate ha calado. La sociedad no quiere la reforma de Sarkozy, por eso la combate con fuerza bajo el lema: El que no lucha por las pensiones es que ya está muerto.


Francia es una de las naciones europeas más golpeadas por la crisis del capitalismo que se desató en 2008. La sociedad no quiere la reforma de Sarkozy, por eso la combate con fuerza bajo el lema: El que no lucha por las pensiones es que ya está muerto.

El Gobierno apuesta por el litio con $us 902 millones

Plan de industrialización tendrá tres fases, la primera comenzará en 2011

(CAMBIO)

Con el objetivo de acelerar el proceso de explotación e industrialización del litio, el Gobierno presentó ayer su plan estratégico y garantizó recursos estatales por 902 millones de dólares para desarrollar el proyecto, cuya primera fase estará en marcha a principios de 2011.


El presidente Evo Morales, en una conferencia de prensa, informó ayer sobre el plan estatal que consiste en tres fases: la primera está orientada a la investigación y empezará el próximo año con una inversión de 17 millones de dólares.

Esta etapa incluye la investigación con científicos del país, quienes en 2009 obtuvieron el primer kilo de carbonato de litio con patentes bolivianos que protegen los pasos de elaboración del producto. Asimismo, se procesará el cloruro de potasio, los derivados del litio y el sulfato de potasio, entre otros.

En la segunda parte del proyecto, que empezará en 2013, se ampliará la actual planta piloto de Uyuni con 485 millones de dólares y también se privilegiará la investigación. Aquí se buscará mejorar la obtención de litio y potasio, además de iniciar el proceso de industrialización de otros recursos como el boro, magnesio, sulfato, y desarrollar la tecnología para fabricar baterías.

Una tercera fase tiene que ver, precisamente, con la implementación de una industria de baterías de litio, que demandará una inversión de 400 millones de dólares y estará en marcha en 2014.

Morales explicó que en esta última etapa Bolivia necesariamente requerirá un socio extranjero, debido a la moderna tecnología que se requiere para fabricar las baterías.

“(En esta fase) también estamos preparados para invertir el cien por ciento y sólo necesitamos socios para la tecnología de punta internacional”, dijo el Jefe de Estado.

Según Morales, el valor de la explotación del carbonato de litio llegará a más de 927 mil millones de dólares, mientras que en cloruro de potasio (agroquímico) la cifra será de más de 910 mil millones.

“En eso no se toma en cuenta la explotación de boro, magnesio y sulfato que también están en la salmuera”, apuntó el mandatario.


Bolivia, con 70% de la reserva mundial

Los avances de la exploración para cuantificar las reservas de litio indican que Bolivia tiene el 70 por ciento de la reserva mundial de este recurso que es utilizado, entre otros, para la fabricación de baterías para vehículos eléctricos, afirmó el presidente Evo Morales.

Agregó que, según los estudios, el territorio nacional alberga 100 millones de toneladas de litio, seguido por Chile con 30 millones, Argentina con 2 millones y el resto del mundo con 7 millones.

“Nuestras reservas de litio alcanzan para abastecer al mundo con el consumo actual durante cinco mil años”, destacó.

En opinión de Morales, una vez que el Estado industrialice el litio a través de su proyecto estatal, se garantizará su comercialización a un precio justo y sin especulación ni monopolio. Recalcó que Bolivia también garantiza el cambio de la matriz energética mundial.

miércoles, octubre 20, 2010

Evo Morales propone enjuiciar al FMI por descapitalizar la economía de Bolivia

Presidente Morales en la ONU


Este lunes el presidente de Bolivia, Evo Morales, afirmó en una rueda de prensa que se debería enjuiciar al Fondo Monetario Internacional (FMI) por causar daños a la economía del país mediante la imposición de políticas de privatización durante la década pasada. "Tarde o temprano debe resarcir los daños económicos que ocasionó", afirmó el mandatario. El presidente de Bolivia, Evo Morales, sugirió este lunes llevar a juicio al Fondo Monetario Internacional (FMI) por destrozar la economía boliviana mediante la aplicación de políticas de privatización en gobiernos anteriores.

Morales precisó que el organismo internacional implantó políticas de privatización que significaron un grave daño a la economía boliviana.

"En la gestión de Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997/ 2002-2003) nos impusieron políticas económicas privatizadoras (...) Esas fueron sus recetas para descapitalizar al país", recalcó.

Reiteró que el FMI debe indemnizar a su país por los daños económicos que le causó con esas medidas, que terminaron "agudizando la pobreza de Bolivia".

"Eso (el FMI) nos perjudicó el crecimiento económico del país (...) en algún momento, tendrán que resarcir los daños que hicieron a Bolivia y a Latinoamérica con sus políticas económicas de privatización y saqueo de los recursos naturales", puntualizó.

Ratificó que desde que el país en su primer gobierno (en 2006), "no siguió las recetas del FMI" y se centralizó en "exportar políticas y programas económicos y sociales", se dio un repunte en la economía boliviana y las reservas internacionales aumentaron a 9 mil millones de dólares.

"Este es el mejor nivel que han tenido en la historia del país", destacó.

Las declaraciones surgieron como respuesta a los reclamos de la Asociación de Víctimas y Heridos de octubre de 2003, que denunció a Morales por no querer ir a declarar como testigo en contra de Gonzalo Sánchez de Lozada y sus ministros, quienes se encuentran residenciados en Estados Unidos (EE.UU.) y son acusados por la muerte de más de 60 personas y cerca de 500 heridos.

Ante la imputación, el mandatario expresó que si bien el llamado Octubre Negro, trajo luto y sangre al país, es también urgente el "nuevo amanecer" de Bolivia.

Las políticas económicas aplicadas por Morales han logrado la nacionalización de varias empresas importantes del país, incluidas las de los hidrocarburos, la riqueza gasífera y varias distribuidoras de gas y gasolina, así como de telecomunicaciones, electricidad y fundidoras de minerales.

Durante el 2009, la economía de Bolivia experimentó un aumento de cuatro por ciento y su inflación no superó el dos por ciento.

En abril de este año, el Presidente afirmó que la economía de su país era una de las que más se había fortalecido a pesar de la crisis financiera que afectó a gran parte de las economías mundiales.

Morales, destacó que para ese momento, Bolivia mostró el índice más alto en recuperación y crecimiento entre los países de Latinoamérica.

El 8 de octubre de 2003, en la ciudad de El Alto, (oeste de Bolivia), se inició un paro cívico decretado por la Federación de Juntas Vecinales (Fejuve), con el apoyo de la Central Obrera Regional (COR) y la Federación de Trabajadores Gremiales.

La protesta fue convocada para defender los recursos naturales en respuesta a un proyecto gubernamental de Sánchez de Lozada para la exportación de gas hacia Estados Unidos a través de puertos chilenos.

Por los sucesos, que dejaron un total de 68 muertos y más de 400 heridos a lo largo de varios días de protestas, el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y sus ministros José Carlos Sánchez Berzaín, Jorge Joaquín Berindoagüe y el Alto Mando de las Fuerzas Armadas, están imputados por los delitos de genocidio, lesiones graves, entre otros.

http://www.telesurtv.net/noticias/secciones/nota/80124-NN/evo-morales-propone-enjuiciar-al-fmi-por-descapitalizar-economia-de-bolivia/

miércoles, octubre 13, 2010

Contra la escritura letrada de Vargas Llosa




No creo que el Premio Nobel de literatura o los premios literarios en general tengan ninguna legitimidad. No me interesa por tanto discutir si el premio Nobel de literatura a Vargas Llosa es justo o injusto, es simplemente tan arbitrario como todos los demás. Lo que me interesa explorar es el modo en el que amplios sectores de izquierda parecen asumir explícita o implícitamente que Vargas Llosa es un intelectual orgánico de la internacional neoliberal conservadora, un esbirro del imperio y, al mismo tiempo, el autor de algunas novelas de indudable valor literario. Algunos son incluso más específicos y añaden que sus mejores novelas son aquellas que publica en su primera época, antes de su ruptura con la revolución cubana y de abandonarse a un tipo de escritura eminentemente comercial y oportunista. Esta concepción de la obra de Vargas Llosa asume sin discutirlo nunca que el estilo, la calidad literaria o la literatura en general están al margen de la realidad, au dessus de la mêlé. Pero la literatura, como cualquier otro discurso, está no sólo inserta en la realidad, sino que es un modo de construir, conocer y atravesar esa realidad. Por eso, no hay estilo inocuo ni estética literaria que no esté siempre ya determinada por todas las tensiones del poder: el fondo y la forma son inseparables y están abocados a producir efectos ideológicos.

En América Latina, nadie como Ángel Rama entendió las estrechas conexiones de la literatura con las estructuras de poder, dominación y explotación que constituyen la historia de la región desde la colonia a la formación de los estados modernos. Rama teoriza las relaciones entre escritura y poder a partir de la figura del letrado, una singular versión del intelectual orgánico gramsciano. Para el critico uruguayo, la escritura desempeña un papel fundamental en América Latina, porque desde la conquista en adelante, son sólo una minoría los intelectuales que tienen el privilegio de acceder a la escritura y lo hacen siempre en contraposición a las culturas orales precolombinas y sus particulares formas de entender el lenguaje y la historia. A partir de la independencia y con mayor ímpetu todavía con la llegada de la modernidad, el letrado latinoamericano se transforma en una suerte de mediador entre el Estado y las clases subalternas. El letrado es, por tanto, traductor y representante de las clases subalternas en su proceso de integración a los procesos de modernidad en América Latina. Esta particular singladura está en el corazón, por ejemplo, de toda la literatura indigenista del continente. El escritor indigenista está entre el Estado y las masas de indígenas tratando de imaginarles un lugar en el corazón de la patria tras siglos de invisibilidad, explotación y opresión. Esta importante y ambivalente posición de representantes de "los sin voz" que ocupan los escritores letrados en América Latina es crucial para entender la producción literaria y cultural.

En este sentido, cabe decir que Mario Vargas Llosa es un escritor letrado por definición y, no sólo eso, es un escritor letrado que siempre o casi siempre ha escrito a favor del poder de las clases dominantes, primero en América Latina y más tarde a nivel global. Esta adscripción al poder constituido se puede leer en novelas a priori tan alejadas de la política como La tía Julia y el escribidor (1977). La novela, escrita en clave autobiográfica, cuenta la historia de "Varguitas" un joven escritor latinoamericano que se inicia en la literatura y en el amor con una turgente tía suya, a pesar y contra los valores burgueses de su familia. Pero la novela es también la historia de Pedro Camacho, un “escribidor” boliviano de guiones de radionovela que inicia a “Varguitas” en la escritura. Al cabo de escribir tantos folletines, Camacho acaba volviéndose loco y produciendo un discurso delirante, donde el folletín, la realidad y la ficción se vuelven inoperativos. Por tanto, lo que esta en juego no es sólo la iniciación del joven escritor, sino la autoridad del letrado sobre la cultura popular oral, lo que la novela produce es la distinción entre el escritor letrado con capital simbólico y el escribiente popular sin capital cultural ni legitimidad, el otro abyecto.

Esta obsesión por ejercer y reclamar la autoridad del escritor letrado sobre las clases subalternas aparece en infinidad de novelas de Vargas Llosa y llega a su clímax con la publicación de El Hablador (1987), novela que vuelve a mezclar dos planos narrativos y dos voces, la del hablador y la del escritor letrado. El “hablador” es una figura clave en las culturas indígenas de la amazonía, porque es el encargado de preservar y actualizar la historia de la comunidad, una suerte de archivo oral andante. A medida que avanza la novela la contraposición entre oralidad y escritura se acentúa y se vuelve más violenta, hasta que descubrimos que, en realidad, el “hablador” es, Saúl Zuratas, un compañero de facultad del escritor/narrador. Zuratas, apodado “Mascarita” por una mancha oscura que le cubre la mitad de la cara y por su cabello endiablado y pelirrojo era famoso por su fealdad, era hijo de un judío y una criolla. Así de crudo y poco sofisticado: Zuratas se interesa en las culturas indígenas porque es feo. De hecho, la novela no es más una burda reactualización de la dicotomía civilización y barbarie que inaugura el Facundo del escritor argentino Domingo Faustino Sarmiento. Los indios, para Vargas Llosa, representan simplemente la barbarie y el atraso. Tal y como expresara con singular brutalidad en un artículo publicado en la revista norteamericana Harper’s: “Questions of Conquest: What Columbus Wrought and What He Did Not”, el precio que debe pagar Perú por el desarrollo y la modernidad es la extinción de sus culturas indígenas, porque éstas no son más que un lastre antimoderno e irracional.

Vargas Llosa, que seguramente es un lector ferviente de “Kafka y sus precursores”, sabe como Borges que todo escritor se inventa su propia genealogía literaria. Por eso, además de desplazar continuamente la oralidad, la cultura popular y el indigenismo, el escritor hispano-peruano, como lo llama El País , también está obsesionado por ejercer su autoridad y desplazar a otros escritores, sobre todo a aquéllos que han puesto su escritura a favor de la revolución y de los excluidos (los otros letrados). La guerra del fin del mundo (1981) es ejemplar en este sentido, porque se trata de una reescritura de la novela Os Sertoes (1902), del escritor brasileño, Euclides da Cunha. Las dos novelas cuentan la historia de Antonio Consejero, una especie de líder religioso-político de Canudos que forma una comunidad que suprime, entre otras cosas, el dinero y el sistema métrico decimal. Los rebeldes de Canudos, los más desposeídos y olvidados del Brasil, se resisten a la dominación del Estado liberal hasta que el ejército les aniquila. Sin embargo, mientras que Euclides da Cunha se esfuerza en intentar comprender Canudos como una forma de "cotrarracionalidad" y resistencia al Estado liberal, Vargas Llosa construye a los rebeldes como obstinados místicos milenaristas y transforma a da Cunha en un periodista ciego. Apoyar la revolución produce ceguera política.

Pero no sólo son da Cunha o García Márquez, ningún escritor inquieta y preocupa tanto a Vargas Llosa como José María Arguedas. Arguedas era quechuahablante y su literatura, al contrario que la de Vargas Llosa, se movió siempre en una tensión entre dos mundos, dos lenguas y dos historias; El Zorro de arriba y el zorro de abajo, como tituló su última novela. Arguedas, como José Carlos Mariátegui aunque de manera diferente, no vio en las culturas indígenas una rémora, sino la posibilidad misma del comunismo incaico, de una sociedad y una modernidad asentadas sobre el comunitarismo y no sobre el genocidio cultural y físico de los indígenas. Si, como Borges imaginó en “La biblioteca de babel”, todo libro tiene su contralibro, sin duda el contralibro de la Ciudad y los Perros (1962) es Los ríos profundos (1956). Mientras que La ciudad y los perros es el relato iniciático de la burguesía limeña, Los ríos profundos es el relato iniciático de un sujeto cuzqueño radicalmente mestizo y utópicamente bicultural; mientras que la Ciudad y los perros está escrita en el español de la clase media limeña, Los ríos profundos está escrita un español liberado de sus trabas por la sintaxis del quechua; mientras el protagonista de La ciudad y los perros se debate entre sus amores y su solidaridad con “el esclavo”, Ernesto, el protagonista de Los ríos profundos , se identifica con la rebelión de las indias chicheras contra la opresión neocolonial; mientras que Arguedas se pegó dos tiros para firmar su última novela, desesperado por las contradicciones de la modernidad andina, Vargas Llosa gana el premio Nobel de literatura.

A Vargas Llosa le preocupa tanto Arguedas que escribió un panfleto infame, La utopía arcaica, cuya única función es desplazar a Arguedas del canon literario peruano para ponerse él. Los ejemplos podrían multiplicarse, podemos pensar muchas cosas de Vargas Llosa, pero no podemos decir, si somos lectores serios y rigurosos, que su literatura se hizo al margen de las voluntades de los poderosos; podemos pensar que es buena literatura, pero no podemos ignorar que su literatura se construyó sobre el desprecio más absoluto a las clases populares latinoamericanas.

(Para Daniel Noemi, por las conversaciones de literatura latinoamericana hasta altas horas de la madrugada en Toronto y por tantos años de lecturas y aprendizajes compartidos).

lunes, octubre 11, 2010

BOLIVIA: ¿ES EL RACISMO LIBERTAD DE EXPRESIÓN?

Por Rafael Bautista S.

La polémica levantada por la prensa, en torno a la ley anti-racismo, no tiene, como fundamento, al derecho sino al cohecho. Porque cuando la propia prensa es cooptada por intereses privados monopólicos, entonces no es la libertad de expresión la que toma la palabra sino la privatización de ésta. Lo que es patrimonio público es raptado como propiedad exclusiva de los medios privados; este supuesto “derecho” es el que se pronuncia en contra del derecho de todos. Los medios no defienden la libertad de expresión: lo que defienden es la potestad absoluta que pretenden sobre ésta. Por eso aparece la intolerancia: exigen ser “consultados”, acusan de “violación a sus derechos”, hasta casi ordenan la derogación de dos artículos (que no les conviene); es decir, si de libertad de expresión se trata, no les interesa la expresión popular sino, exclusivamente, la suya; por eso exigen una “consulta” que ya tiene sentencia: si no se hace lo que exigen, resulta “violación a la libertad de expresión”.

Demandan la anulación de dos artículos que les incomoda, es decir: está bien estar contra el racismo, siempre y cuando se tenga carta blanca para decir lo que se quiera (o haciendo decir a otros lo que se piensa). El racista opina, precisamente, de ese modo, por eso nunca se confiesa: su confirmación necesita de la negación retórica de sus actos.

Una sociedad es racista no porque un desequilibrado profiera insultos en una radio, un periódico o un canal de televisión (quien se delata no es tan peligroso como se cree) sino porque está estructurada y atravesada política, económica y culturalmente, por el racismo. Si la propia clasificación social es, previamente, una clasificación racista, entonces hablamos de una naturalización de la dominación; que estructura las relaciones de poder como relaciones racistas de dominación. La naturalización de éstas es lo que produce su invisibilización; cuando las jerarquías sociales contienen clasificación racial, entonces parece “natural” esa distribución social. Si el precio del ascenso social es el desprecio (aunque sea disimulado) al supuesto “inferior”, lo que se evidencia, aunque nos duela en el alma, es el fundamento racista de nuestra propia subjetividad.

Hechos aparentemente inocentes nos muestran esto: teñirse el pelo no es un acto cosmético sino ético (como auto-negación), porque si el patrón de belleza que adopto no se corresponde a mi constitución biológica (que tiene su propia expresión cultural que no admito), entonces esa adopción se convierte en una negación de lo que, en definitiva, soy. Cosa curiosa, cuanto más oscuro es el cabello, más posibilidades de desarrollar las cualidades que hacen a un cabello sano (brillo, volumen, consistencia, etc.); pero si por mudar de color (siempre a más claro) debo quemarlo, lo que quemo, en última instancia, es la vida del cabello; es decir, por “verme bien” (según el patrón adoptado) mato algo en mí. La constante es cruel: para afirmar el patrón estético dominante (moderno-occidental) debo negar lo que soy (si lo que soy no se corresponde con lo “superior” entonces, por definición, soy “inferior”).

Una adopción estética no es inocente; es más, si el precio de esa adopción es mi negación, entonces mi apuesta no me honra sino me degrada. En este caso, el precio del racismo es la negación de la propia persona. Por eso el precio de la ignorancia es siempre la muerte, es el caso de nuestro ejemplo: para quemar el color del cabello no sólo quemo éste sino también neuronas cerebrales, porque los químicos que aplico atraviesan el cuero cabelludo, que es por donde respira el cerebro.

Para aceptar como “natural” esa cosmetología, debo aceptar como “mejor y más bueno” (“verse moderna”) el patrón estético que la sostiene (blanqueamiento como sinónimo de perfeccionamiento). En eso consiste el racismo: en la naturalización de las diferencias fenotípicas como superior e inferior; todo aquello que no coincide con el patrón blanco-moderno-occidental (euro-gringo-centrismo) es inferiorizado. Como consecuencia, el “verse bien” posee contenido moral, así como el “verse mal”; bien y mal quedan estetizados: el “bien” es blanco, el “mal” es negro. Se trata de una moral inmoral. Porque la imagen del “bien” le otorga legitimidad a la estética blanca (sinónimo de “pureza”); en cambio, toda otra estética es negada como “inferior”. Por eso se adopta lo blanco como “modelo de belleza” porque, previamente, lo que no es blanco, ha sido naturalizado como inferior, siendo su única “salvación” parecerse, lo más posible, a lo “superior, perfecto y bueno”. Por eso el racismo reordena a la humanidad a su imagen y semejanza. Ya no está hecho el ser humano a imagen y semejanza de Dios sino al contrario: Dios (lo infinito espiritual) tiene ahora hasta color; se parece a Santa Claus, es decir, un viejito ario, rubio y de ojos azules. El mismo Jesús, quien era semita (es decir, no era ario), es blanqueado para, de ese modo, “limpiar” su procedencia.

Ahora bien, ¿no tiene la comunicación actual el paradigma del lenguaje de la imagen? La imagen domina la televisión, la prensa y hasta la radio; por eso el lenguaje se va reduciendo a mero apéndice de la imagología dominante de los medios. Pero si el lenguaje mismo de la imagen se halla contaminado de racismo implícito, entonces se entiende la reacción de los medios. Su reacción no es impensada o accidental, fruto de la susceptibilidad o de la sospecha; es coherente con sus más hondos prejuicios. En eso son visionarios: si la discriminación y el racismo son combatidos legalmente, su accionar ya no puede ser omnímodo e impune. Su aparente inocencia queda descubierta como lo que es: operadores ideológicos de la naturalización de las relaciones de dominación.

Por eso la pregunta no es retórica. Es la pregunta que debe, siendo consecuentes, formulársele a una componenda mediático-periodística: ¿es el racismo “libertad de expresión”? La libertad también puede definirse en contra de ella misma; es cuando prescinde de toda referencia anterior y pretende fundarse a sí misma, en consecuencia, la libertad mía se opone a la libertad ajena. Esta aporía es insoluble; en la que se cae cuando se defiende la libertad por la libertad. Eso hace el díscolo.

Lo que define a la libertad es la responsabilidad; por eso la libertad no es un principio metafísico sino autoconciencia de la finitud humana. Somos libres porque somos finitos; por eso hay decisión, porque la libertad consiste en elegir, y uno elige porque la existencia no es infinita. Por eso, las verdaderas elecciones, no consisten en elegir esto o aquello, sino en elegir la posibilidad misma de toda elección, esto es, la vida. Si niego la vida del otro, niego la vida, porque ésta no se reduce a mi vida sino a la vida de todos. Por eso la libertad no se define metafísicamente sino políticamente. Expando mi libertad cuando trasciendo mi propio yo: las necesidades materiales de mi prójimo son necesidades espirituales para mí. Soy libre en la medida en que me hago responsable. Sin responsabilidad, mi libertad es pura inercia, y todo lo que se encuentra en su camino resulta un obstáculo o distorsión de su espontáneo desplazamiento. Esta concepción física de la libertad, llevada al ámbito humano, tiene consecuencias desastrosas. De ese modo se comporta el capricho pueril del mimado, que sólo está dispuesto a escuchar a los demás, si confirman su propio parecer. Si se pone a sí mismo como criterio absoluto de todo dictamen, entonces se entiende su oposición a toda regulación exterior (toda moral queda reducida a su moral). Quiere tener la potestad de juzgar, pero que no le juzgue nadie. Lo que no ve o no quiere ver es que su accionar tiene consecuencias públicas, y eso no puede evaluarlo él mismo, porque los afectados son también otros.

Las objeciones periodísticas que se escuchan, se escudan en la preservación de sus fuentes de trabajo; aunque la ley sólo estipule en casos extremos el cierre de medios, además de acuerdo a una normativa posterior (de consenso democrático, donde no sólo los periodistas sean los interlocutores sino la población en su conjunto). Pero esta objeción, si somos coherentes con una lucha contra toda forma de racismo y discriminación (que los periodistas alegan no estar en contra), no es legítima. Un ejemplo: si todos estamos en contra de las armas, ello supone eliminar su fabricación, lo cual conduce, inevitablemente, a la eliminación de empleos.

En el fondo se trata de la dignificación del empleo. No todo empleo es digno, por lo tanto, si no apuesto a su dignificación, su defensa es sinónimo de intransigencia. Ésta no es legítima, porque acabaría afirmando: estoy en contra del racismo, siempre y cuando no afecte a mis intereses; lo cual solapadamente quiere decir: soy capaz de tolerar el racismo porque no me afecta, es más, saco provecho de ello. Esa parece ser la bandera sarcástica de los humoristas que, ingenuamente, se brindan como escudo melodramático de los medios. Si el humor sólo sirve para burlarnos de otros, entonces el humor nos degrada; cuando un prejuicio es sañudo, los chistes se hacen venenosos, incluso para el que los profiere. Una cesación del racismo debiera ser un reto positivo para el humor boliviano, pues no hay nada más imaginativo que hacer del humor un acto pedagógico. De lo contrario, hasta con chistes, los medios preparan a una sociedad discriminadora, activando su descontento en explosiones de odio, despertando el racismo centenario que prescribe su subconsciente a la hora del insulto: “indio de mierda”.

En ese sentido, la “auto-regulación”, es un despropósito. Porque esto no significa otra cosa que auto-justificación. Uno no puede evaluarse a sí mismo si sus acciones van más allá de uno. Porque si de autocrítica hablamos, ésta es propia de un ser moral, autónomo, es decir, de alguien que responde por sus actos ante sí y ante los demás. Por eso la moralidad no es algo que abandono después que cierro la puerta de mi dormitorio; es algo que llevo y que me expone ante los demás como un ser responsable. Cuando los periodistas cuestionan todo intento de regulación pública de su actividad, actúan como los políticos y, de ese modo, inconscientemente, consagran la inmoralidad que tanto critican.

Por eso hasta el lenguaje degenera en los medios. Cuando ya no hay ética en el oficio, ninguna renuncia concedo de parte mía, ni siquiera por el bien común; si antes no garantizo mis intereses, el interés de los demás no me interesa, defiendo lo mío aunque vaya en contra del resto. Con el episodio de la tortura a un conscripto, ni los periodistas y menos los medios, son capaces de reflexión. Ellos mismos propician un debate sobre la obligatoriedad del servicio militar; es decir, se requiere una medida drástica ante semejante hecho, lo cual, inevitablemente, pone en entredicho la función misma de las fuerzas armadas. Pero esa misma argumentación ya no la usan los medios para sí mismos, aunque sirva también para el proceder de ellos. Extrañamente, no están dispuestos a medirse, ellos mismos, con la misma vara que miden a los demás.

Veamos un hecho: la masacre de campesinos en Pando. El 11 de septiembre de 2008, en medio todavía de la persecución y la masacre, los medios montaron, unánimemente, la retórica del “enfrentamiento”. Todos los titulares, de modo premeditado, sentenciaron el hecho. Ese sorprendente acuerdo tácito no dejó lugar a dudas. El “enfrentamiento” (que nunca fue “supuesto”, como el terrorismo que aun encubren como “supuesto”) nos colocaba en una situación moral o, más bien, inmoral: era un “enfrentamiento entre buenos y malos”. Si los analistas (invento mediático) pregonan que nada es o negro o blanco, que los matices cuentan; aquel día el acuerdo fue absoluto, sin matices que valgan. La retórica del “enfrentamiento” excusaba todo exceso; por eso las palabras del prefecto de Pando (amplificada por los medios), podían ser consentidas y hasta aplaudidas: se trataba de una apología del genocidio (por eso a los asesinos les llamaba “mártires”). El “enfrentamiento” servía para eso: se trataba de un guión que no sólo lavaba culpas sino –y esto es lo peor– nos convertía, a todos, en cómplices de un hecho flagrante. Admitir el “enfrentamiento” era admitir que aquel genocidio fue una “defensa”.

Hay químicos que limpian las manchas de sangre, pero no hay nada que limpie la conciencia del asesinato. Pero los medios creen que eso es posible. Por eso inventan figuras que devuelven la inocencia al culpable. El montaje espectacular de aquel 11, es sólo comparable al montaje de aquel otro 11 de septiembre, de 2001. Ambos realizan una demolición planificada. Lo que se demuele, en definitiva, son las coordenadas del bien y del mal: si el verdugo es la víctima y la víctima el verdugo, entonces nos hallamos ante una inmoralidad. Si, frente a ello, el público no tiene criterios para enfrentar semejante situación, entonces, lo que viene, es la descomposición social. Por eso no es rara la mezcolanza obscena que los noticieros prodigan sin asco (y hasta con auspicios apetitosos): el genocidio es seguido por un circo y la masacre es precedida por LG, “life is good”. Esta descomposición produce también contaminación; pero no se trata del medio ambiente sino de nuestra propia conciencia. Cuando esto se socializa, nos revuelve una paradoja: en la era de las comunicaciones, ésta es cada vez menos posible.

La comunicación no es un algo dado sino algo que se produce. Si se merma la posibilidad de esa producción, aparecen los síntomas de esa paradoja: el diálogo va desapareciendo de la convivencia humana y, con él, la propia convivencia. Entonces la política tampoco es posible; su única posibilidad es la guerra. Lo cual es ya común cuando la política es cooptada por los medios. Cuando los actores, en medio de algún conflicto, acuden a los medios, es cuando estos reducen todo a su lógica: no median nada sino, al contrario, imposibilitan cualquier mediación. Porque los criterios que guían el accionar mediático son mercadotécnicos y, dentro de ellos, lo que importa es el espectáculo; la verdad, el sujeto y la realidad son desplazados por exigencias comerciales. El formato de las telenovelas pasa a ser el formato noticiero, dejando al público en un permanente estado de tensión, sumido en la incertidumbre, pronunciando aquello que, de uno u otro modo, resulta una trampa que montan los propios medios: “ya no hay a quién creerle”. Quien dice esto ya no cree pero, curiosamente, cree en aquel que le ha inducido a no creer en nadie: los medios. Es decir, la incredulidad reinante es la más crédula afirmación de un público que le otorga, inocentemente, a los medios, la autoridad sobre sus creencias.

La nueva religiosidad que inaugura la globalización ya no necesita iglesias. Sus nuevos templos son los medios, adonde concurren los feligreses, cada día, para saber qué comer, qué vestir y, lo más grave, qué opinar. El periodismo aparece como el nuevo sacerdocio del mercado global, donde las grandes cadenas y los monopolios mediáticos cotizan en su propia bolsa de valores: el rating. Este índice le sirve al mercado global para reproducirse al infinito, a costa siempre de lo finito: el ser humano y la naturaleza.

Los medios no toleran regulación alguna, porque actúan según el mercado: éste no tolera ningún Estado (salvo el que le sirve) porque no tolera regulación ni ley, salvo la suya: ésta dictamina que todo es mercancía, que nada es verdad ni moral ni ético, tampoco justo o sagrado, que todo es ofertable, vendible; por eso, la única libertad radica en la libertad de vender y venderse. Esta libertad escupe su grito a los cielos cuando se pretende nacionalizar la riqueza o cuando se propone el respeto a la naturaleza; porque si no todo es vendible, entonces se puede poner límites al mercado. Es cuando los medios decretan el estado de excepción.

El 2002 el golpe a Hugo Chávez fue mediático. El 2008, el golpe cívico-prefectural tuvo, en los medios, el lugar de articulación y emanación del racismo citadino. Esto es posible porque la sociedad boliviana es constitutivamente racista; su carácter colonial no es sólo institucional sino subjetivo y aparece cuando se encienden los dispositivos que despiertan sus más hondos prejuicios. La nueva colonización opera de modo sofisticado y tiene, a los medios, como a los ejecutores de una nueva invasión: ya no se trata de la conquista física sino espiritual. Los bombardeos son, ahora, mediáticos y ocurren todos los días y en todos los ámbitos de la convivencia humana. En las actuales “guerras de cuarta generación”, los medios ocupan un lugar fundamental, provocando derrumbes de procesos democráticos, para garantizar la expansión del mercado global. El poder que cuentan no es sólo económico sino político y esto es, precisamente, lo que se denomina mediocracia.

Los medios se vuelven operadores políticos y, como tales, se otorgan, para sí, la potestad de la interpretación de los hechos políticos. Ya no se actúa como medio sino como un fin en sí mismo. La realidad se hace prescindible y, en consecuencia, la verdad innecesaria. Por eso la identidad entre realidad y hecho informativo es falsa, porque la noticia resultante es producto de una “composición” de la realidad; en la “edición” de la noticia es donde la realidad se construye a partir de prerrogativas ideológicas que, en el peor de los casos, cuando hay racismo de por medio, el resultante es lo que pasó el 11 de septiembre de 2008: una masacre.

La asonada mediática fue preparando, sistemáticamente, la figura del “enfrentamiento”; configurando estereotipos que despertaron hondos prejuicios afincados en una subjetividad citadina, maleducada y deformada, no sólo por una educación discriminadora sino por la presencia cuasi omnímoda que operan los medios sobre la sociedad. La naturalización de las relaciones racistas de dominación son activadas, por lo general, mediante dispositivos que encienden la disponibilidad del público a agredir a su prójimo, sin remordimiento alguno; porque el racismo opera precisamente para otorgarle inocencia al agresor: si se trata de un indio, se trata de una llama. Por eso el “enfrentamiento” era lo inmoral por antonomasia: el bando de los “buenos” eran “jóvenes”, “población pandina”, “autonomistas”, “cívicos” y hasta “mártires por la democracia y el IDH”; los “malos” eran “sicarios pagados por el gobierno”, “hordas masistas”, “collas”, “campesinos que venían a sembrar terror”, “indios armados hasta los dientes”. Bajo esta escenografía, la “defensa” estaba bendecida y merecía hasta la llegada del Cristo redentor. La memoria del asesino acudía a su pasado sacrificial y encontraba en las arengas de las cruzadas la razón que justificaba su sed de venganza ante el atrevimiento de la plebe. Nos hicieron tragar el “enfrentamiento” para decir amén a la “defensa”; sin siquiera preguntar lo más sensato: ¿qué clase de “defensa” persigue a los supuestos “malos” hasta acribillarlos abusivamente mientras escapan desesperados por un rio? Aquello arrojó una suma de muertes, perseguidos y desaparecidos que, más que una “defensa”, era una brutal ofensa.

Para los medios, la masacre no existió. Si ésta no existió, las víctimas tampoco existen, por tanto, Leopoldo Fernández está preso injustamente. Esta distorsión se hace argucia legal y reivindicación política del racista que tiene, en los medios, un espacio hasta familiar. Si la verdad es rehén de los medios, es decir, su propiedad privada, lo que aparece es un totalitarismo con cara de inocencia. Objetarle algo resulta ir contra la libertad de expresión; proponer una regulación es dictadura, plantear una ley es persecución política.

Pero la comunicación es un bien público y no puede ser patrimonio privado. No puede dejarse al lucro privado lo que es condición de la convivencia humana. Ante la objeción del derecho a la libertad de prensa (confundida con la libertad de expresión), la respuesta de la comunidad política no puede ser otra que la de afirmar un derecho anterior a cualquier “derecho” que puedan objetar los monopolios de la comunicación: el derecho a la verdad. Sin este derecho se abre la posibilidad de la demolición moral de la comunidad. La comunicación no puede ser un negocio, así como la verdad no puede ser mercantilizada. Otorgar el ejercicio de la comunicación a intereses privados, cuyo fin es el lucro, significa el suicidio de una comunidad. Por ello, la recuperación pública del ejercicio de la comunicación, forma parte de una política de nacionalización y de recuperación de la soberanía de un Estado.

Hay un curioso discurso del presidente Einsenhower, de enero de 1961: “La influencia total (de esta conjunción entre un inmenso aparato militar y la industria armamentista) en lo económico, político y hasta espiritual es percibida en cada ciudad, cada institución, cada oficina del gobierno federal. Tenemos que protegernos contra la invasión de influencias incorrectas, intencionadas o no, del complejo militar-industrial. No debemos nunca permitir que la fuerza de esta combinación ponga en peligro nuestra libertad o nuestro proceso democrático”.

Ahora sabemos que los norteamericanos perdieron esa batalla y, con ella, su libertad y su democracia; por eso acabaron siendo un público domesticado dispuesto a justificar las más grandes atrocidades de los afanes imperialistas de ese complejo militar-industrial que gobierna ese país. Allí se desarrollaron las ciencias de la comunicación o, más bien, ciencias de la manipulación, que no es más que la formalización cientificista de la propaganda ideológica que había producido el régimen nazi. Goebbels lo decía de este modo: “no nos interesa comunicar la verdad sino lograr un efecto”. El poder mediático consiste, de ese modo, en generar efectos premeditados; su propósito ya no es la verdad sino la negación de ésta, como solía repetir ese ministro de propaganda e información nazi: “una verdad debe construirse a base de mentiras”. En el reino de la mentira se produce el monopolio de las comunicaciones; las grandes cadenas de información ya no informan; su propósito es otro: la humanidad, el planeta y la naturaleza, son sólo la escenografía de un apetito que se expande a todos los rincones del mundo: el mercado global o imperio del capital.

El poder mediático influye en casi todos los ámbitos de la existencia humana; coloniza nuestras conciencias generando una nueva religiosidad: la idolatría del mercado. El público es amaestrado según las necesidades del mercado; es decir, ya no es sujeto de decisiones sino objeto de las decisiones de este nuevo ídolo, que reclama un nuevo holocausto, para así tener libre acceso a todos los recursos planetarios. Por eso le otorga poder a los medios, con la garantía, además, de Estados irresponsables. Aparece un nuevo poder: la mediocracia. Este poder es político y operador idóneo que usa el imperio para desestabilizar procesos democráticos. Actuaron como operadores políticos de una estrategia bélica de recaptura del poder el 2008; y son quienes preparan la masacre, preparando a los verdugos de aquel genocidio. Por eso el 11 de septiembre la invención del “enfrentamiento” no buscaba describir nada sino confirmar su credo: los indios alzados merecían un escarmiento.

Si toda información consiste en la mentira, la calumnia, el chisme, la burla, entonces la información ya no informa ni comunica la realidad, sino la desfigura, la manipula y la deforma. Una regulación de medios es necesaria incluso para bien del propio ejercicio periodístico. Una historia: una creyente confiesa haber pecado de calumnia, busca el perdón. Su confesor le dice: cuando despiertes sube a la terraza de tu casa y lleva contigo una almohada de plumas, destrózala y esparce las plumas al aire. Ella lo hace y regresa, preguntando: ¿estoy ahora perdonada? La respuesta es: todavía no. Ahora debes volver y recoger todas las plumas y rellenar de nuevo la almohada. Pero eso es imposible, replica. Exactamente, dice el confesor. Es imposible remediar aquello. La calumnia es como las plumas que esparciste, no podrás deshacer aquello.

Un analista de Panamericana, en referencia a la ley que está por aprobarse, decía: no soy de izquierda ni de derecha, soy católico y creo que con esta ley sólo nos resta acudir a Dios. Parece que este analista no lee su Biblia. Si el “no mentiras” es un principio de nuestra constitución, también lo es del decálogo. Y lo que hicieron y hacen los medios, continuamente, es mentir cínicamente. Ese analista habla, por supuesto, para quienes, como él, no creen en la igualdad humana. Los Salmos, llaman a estos, impíos: “No tienen parte en las humanas aflicciones y no son atribulados como los otros hombres. Por eso la soberbia los ciñe como collar y los cubre la violencia como vestido. Ponen su boca en el cielo y su lengua se agita por la tierra. Por eso el pueblo se vuelve tras ellos. Helos ahí son impíos, pero tranquilos constantemente aumentan su fortuna” (73:3-12). ¿Qué dice el Eclesiástico?: “El rico hace injusticias y se gloría de ello; el pobre recibe una injusticia y debe pedir perdón. Si el rico habla, todos le aplauden; aunque diga necedades le dan la razón. Pero si el pobre habla, le insultan, habla con moderación y nadie le reconoce. Habla el rico y todos callan. Pero habla el pobre y dicen: ¿quién es éste? Y si dice algo más, todos se le echan encima” (4:29).

No es raro que la comisión episcopal se oponga a la ley anti-racismo; pero si nos oponemos a ella, ¿qué hacemos con los principios cristianos? Lo que se nos pide es romperlos. Sólo nos resta decirles, lo que decía otro masacrado: “perdónalos Señor porque no saben lo que dicen”. La masacre continúa cada día que nos roban el derecho a la verdad. Las víctimas son doblemente asesinadas y nosotros, al consentir aquello, nos hacemos cómplices de esa ejecución continua. Hay que señalar: no se puede hacer desaparecer a los medios, ni al periodismo, pero tampoco se les puede otorgar una libertad de acción irrestricta, impune e inmune a toda legislación pública. Recordemos: “No debemos permitir que la fuerza de esta combinación ponga en peligro nuestra libertad o nuestro proceso democrático”. La comunicación es un bien público y no puede ser privatizado y menos monopolizado por el lucro. Recuperarlo no es desprivatizarlo sino nacionalizarlo (porque no es patrimonio privado sino público). Nacionalizar el ámbito de los medios significa devolverles su propósito original: servir a su propia comunidad, promoviendo la educación y el desarrollo cultural y nacional de la comunidad que les dio origen y a la que se deben.

La Paz, Bolivia, 27 de septiembre de 2010
Rafael Bautista S.
Autor de “LA MASACRE NO SERÁ TRASNMITIDA:

EL PAPEL DE LOS MEDIOS EN LA MASACRE DE PANDO”

viernes, octubre 08, 2010

MAPUCHE ASESINADO: MATIAS CATRILEO

Bolivia, el racismo y una ley

Indígena apaleado por racistas en Santa Cruz en el 2008

Prensa Latina


Pese a estar refrendado en la nueva Constitución Política del Estado, un proyecto de ley contra el racismo y la discriminación destapa hoy en Bolivia diversas reacciones de algunos sectores sociales.

El propio concepto fundacional de construir un Estado Plurinacional, vigente desde febrero de 2009 cuando se promulgó la ley de leyes, un mes antes sancionado en las urnas por el pueblo, parecía suficiente, pero no bastó.

A la hora de concebir la nueva norma, una suerte de acto de justicia por 500 años de ignominia con los originarios, sus impulsores, entre ellos el único diputado afroboliviano, Jorge Medina, explicaba a Prensa Latina que consultaron a más de 300 organismos e instituciones de la sociedad civil.

Ese tipo de sondeo se extendió además a los profesionales de la prensa, actualmente en protesta no contra la ley, según aseveran los máximos representantes del gremio, sino contra un par de artículos y un inciso en la introducción que amenazan la "libertad de expresión", opinan.

Este martes, el propio presidente boliviano, Evo Morales, recibió en Palacio Quemado a los líderes de esas agrupaciones sindicales, gremiales y de propietarios de medios de comunicación de todo el país.

En la cita, Morales dejó claro que la propuesta legislativa no atenta contra normas jurídicas establecidas y sólo trata de resarcir a los marginados de siempre.

También garantizó que su gobierno respetará la estabilidad laboral de los periodistas en una cita calificada de cordial y amena, al tiempo que descartó actitudes racistas por parte de los informativos, en general.

Sin embargo, mientras los dirigentes de los periodistas acudían al diálogo, en actitud contraria, varios reporteros organizados, según dijeron, por el diario nacional La Razón -de conocida postura opositora- se manifestaron en las afueras de la casa de gobierno, con carteles y consignas en rechazo a la promulgación de esa propuesta, sancionada antes en Diputados.

Entre esos profesionales, quizás pocos recordaron a Jorge Melgar, y aquel programa de Riberalta (Beni) en los días del intento de golpe de Estado de 2008, cuando a micrófono abierto, el supuesto comunicador llamó a asesinar al "indio y colla (del occidente) de mierda", en alusión al presidente Evo Morales.

El propósito de la ley, entre otros muchos capítulos, intenta evitar que los medios de comunicación exhorten a desmanes contra los originarios.

La Comisión de Derechos Humanos de la cámara baja (Diputados) que encabeza Marianela Paco, precisó además que la iniciativa está sustentada en convenios y tratados internacionales.

Paco agregó que desde el pasado 10 marzo se organizaron unos 22 foros, entre ellos reuniones con las víctimas del 24 de mayo (en Sucre), talleres de observación y complementación a la propuesta y audiencias públicas.

"El proyecto, remarcó, es de carácter preventivo, por ello prevé la inclusión en programas educativos, pero también sanciones a responsables de actos racistas", acotó.

Para articulistas como Vinicius Mansur, corresponsal del semanario Brasil de Fato en La Paz, las demandas de los periodistas y su amplio reflejo en los medios da la impresión de que es el único sector en el que incidiría esa ley.

El analista comenta que en editoriales y artículos, nadie cuestiona la lucha que es la razón primera de la medida, pero, paradójicamente, la prensa pone todo énfasis en el artículo 16 y nada refieren a los aspectos económicos, entre otros.

En ese sentido, señala que frente a tan poco compromiso en combatir la discriminación y delante de muchos ejemplos de uso de su propio espacio en defensa de su propio interés, los medios pierden credibilidad para reclamar para si mismos la responsabilidad de regularse.

El proyecto de nueva ley contra el racismo y todo tipo de Discriminación, pone en la mesa del debate de la sociedad boliviana uno de sus puntos más neurálgicos: aceptar que la igualdad llegó para quedarse.

http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=226351&Itemid=1

jueves, octubre 07, 2010

Hermanos mapuches ¡los queremos vivos, para luchar!

!Solidaridad Mapuche!


Los presos políticos mapuches continúan dándonos una gran lección ética, social y política a los movimientos sociales, a los pueblos oprimidos y a los luchadores por los derechos humanos. Ha crecido la esperanza, ha renacido la solidaridad, se ha comenzado a pisar las calles nuevamente... Y esto está ocurriendo en uno de los países socialmente más atrasados y ajenos a los cambios de América Latina, en nuestro chileno reino del consumo y la falta de compromiso. En medio de aquello se expresa un movimiento poderoso que se ha venido forjando por décadas en luchas cotidianas y duras en las despojadas comunidades del sur, protagonizado por hombres cuya suerte está ligada a la tierra, hoy encarcelados, y por mujeres, que son la tierra, voceras de sus dolores.

Detrás de ellos y ellas, detrás de los presos y de sus madres, esposas y hermanas, se han alineado mapuches y cada vez más no mapuches, también hermanos en su lucha. De allí los logros. Así fue como el propio secretario general de las Naciones Unidas instó a Piñera a resolver el tema. Así es como el presidente de la Corte Suprema comentó públicamente que la ley antiterrorista no era propia de la democracia. Así es como el gobierno debió enviar al terreno a sus ministros dejando aun más en evidencia -por comparación- la indiferencia criminal de los gobiernos de la Concertación en el tema. Así también la jerarquía de la iglesia católica debió intervenir en un tema en el que hasta ahora estaba escandalosamente ausente. Y en la televisión, por primera vez aparecieron los mapuches como personas, dialogantes, capaces de discutir sobre sus demandas con la autoridad o sus detractores.


El debate sobre la ley antiterrorista y sus efectos en las luchas sociales ingresó a la agenda ciudadana, junto a las demandas mapuches por el fin de la criminalización de las comunidades. La reforma de la justicia militar finalmente se encaró. Los jueces están hoy en la mira respecto a los juicios a mapuches; hay otro contexto político y otro contexto mediático y esto es especialmente cierto a nivel internacional. Los fiscales han sido “tocados” y el reclamo de ilegalidad sobre su actuación con los testigos protegidos llega a la Corte Suprema. Esta protesta no violenta de quienes sólo podían ofrecer sus cuerpos para hacerse oír, deja en el país un nuevo escenario para las luchas populares y muchos desafíos. ¿Qué más se le puede pedir a una huelga de hambre y a los 14 comuneros algunos de los cuales iniciaron su ayuno el 26 de julio?

Por eso es que hoy también es posible y necesario hablarles para decirles, humildemente y reconociendo su indiscutible autonomía, que en cierto modo somos y nos sentimos también parte de la decisión que adopten porque es necesario tenerlos con vida a todos y cada uno de ellos, porque ésa es una decisión política que deberán adoptar considerando quién gana con la prolongación de la huelga.


El Primer Congreso Campesino de la CLOC/Vía Campesina de Chile, convocado por ANAMURI y Ranquil –que seguirá en Ecuador- discutió el 1 de octubre sobre la militarización de las luchas sociales y la ley antiterrorista, temas que antes no se habrían contemplado y ahora se analizaron al mismo tiempo que la lucha por la tierra y el agua como derechos humanos, la reforma agraria, o la soberanía alimentaria. El Congreso, que concluyó en La Victoria el sábado 2 de octubre, hizo un vibrante llamado a los huelguistas de hambre: “¡Hermanos, los queremos vivos, los necesitamos para luchar!” Esta invocación reconoce el valor de esa lucha y se compromete con ella. De allí su fuerza, que compartimos desde las organizaciones sociales y de derechos humanos -como la Comisión Ética Contra la Tortura- con las que hemos venido trabajando en el apoyo a la causa mapuche.



Nos dirigimos a ellos, la mayoría hospitalizados y en estado crítico:

Cárcel de Angol

Víctor Llanquileo Pilquiman, Fernando Millacheo Marin, José Queipul Huaiquil

Hospital de Victoria

Víctor Hugo Queipul, Felipe Huenchullan Cayul, Camilo Tori Quiñinao, Eduardo Osses Moreno, Alex Curipan Levipan, Carlos Huaiquillan Palacio, Waikilaf Cadin Calfunao.

Cárcel de Temuco

Hugo Melinao, Cristián Levinao, Sergio Lican Levio (los de Temuco comenzaron pocos días atrás pues fueron detenidos en septiembre)

Cárcel de Cholchol

Luis Marileo Cariqueo, menor de edad

Hermanos, los queremos vivos.

www.periodismosanador.blogspot.com

rCR