25 junio 2020
Verónica Zapata, periodista y psicóloga boliviana.
Bolivia, a 100 días de cuarentena, reporta hasta el 24 de junio
27.487 contagios, 876 muertes y un promedio de 1000 contagios por día.
El sistema sanitario colapsó en Beni y Santa Cruz, y es inminente el
colapso de Cochabamba y La Paz. Estos cuatro departamentos concentran el
92% de los contagios, y Santa Cruz con el 60% de contagios es el foco.
Bolivia es el único país de la región que atraviesa la pandemia con una
dictadura, y se dirige, sin una política de Estado de prevención y de
contención del Covid-19, al colapso absoluto a nivel nacional. No se
cuenta con un plan de contingencia coordinado ni con un comité
científico idóneo, y hay demanda urgente de médicos especialistas,
insumos y equipos de salud. Lo que la presidenta de facto Jeanine Áñez
realiza es la mera administración de cifras oficiales de contagios y
muertes.
Tres ministros de salud se han relevado durante la
cuarentena, que presentaron su “plan estratégico” en base a promesas de
adquisiciones de insumos y equipos de salud, que no se verifican en la
realidad. Áñez no cumplió con el objetivo de la cuarentena de abastecer
al sistema sanitario de insumos, equipos de salud, infraestructura,
contratación de personal, para atender la gran demanda que se podía
producir. No hay coordinación de acciones entre el nivel central y los
niveles gubernamentales y municipales, tampoco con los diversos sectores
de la sociedad, lo que hace imposible entablar un abordaje serio de
contingencia. El “comité científico” no posee idoneidad, porque de su
composición se excluyó a seis sociedades científicas de medicina
crítica, terapia intensiva, medicina interna, infectología,
neumonología, pediatría y a la Universidad Mayor de San Andrés
(U.M.S.A.) de Bolivia. Está conformado por ocho médicos sin experiencia
en la materia, y cuyo presidente era el yerno de Añaez, Mohammed
Mostajo, quien fungía de asesor, definía las acciones del plan contra el
Covid-19 y la compra de insumos y equipos. Hoy implicado en el “caso de
corrupción, respiradores”, se fugó a EE.UU. bajo el argumento que “su
trabajo como asesor había terminado”, en pleno colapso sanitario.
Áñez no cumplió con el objetivo de la cuarentena de abastecer al sistema sanitario de insumos.
Desde el inicio de la cuarentena se registraron en el país numerosas
marchas de médicos suplicando por insumos y equipos de bioseguridad,
capacitación, contratación de personal. También los alcaldes reclamaron
que se les gire el presupuesto correspondiente para abonar los sueldos
atrasados de los médicos.
El departamento de Beni, de donde es
oriunda Áñez, se encuentra colapsado y un 50% de sus médicos llegó a
contagiarse, según Jorge Gómez, director del servicio departamental de
salud (S.E.D.E.S.) debido a la falta de equipos de bioseguridad.
Trinidad, su capital, es el foco. El 22 de mayo el gobernador de Beni
declaró el desastre sanitario y tuvo que pedir ayuda a un distrito
limítrofe con Brasil. Recién el 25 de mayo, una delegación de seis
ministros integrado por la actual ministra de salud, Eidy Roca,
arribaron a Beni con 10 ambulancias y donaciones de la O.N.G. “Mano a
mano” de insumos de bioseguridad y tres avionetas ambulancias.
De tal forma, venden una imagen de una Bolivia “pobre” que sobrevive
con donaciones. Añez acusa a Evo Morales por la “herencia recibida”. En
Bolivia, el presupuesto en salud hasta el 2005 era de 362 millones de
dólares. En 13 años, Evo lo multiplicó por siete a 2.600 millones de
dólares. Entre 1825-2005, época republicana, había 2.870 hospitales en
el país. Entre el 2006-2018, Evo construyó 1.061 hospitales. La
contratación de personal de salud de 1825- 2005 era de 17.175 ítems,
se incrementó del 2006-2018 con 18.550 ítems, llegando al total de
35.725. Sólo 579 ambulancias había en todo el país al 2005, Evo las
incrementó a 2.076. Se implementó el Sistema Único de Salud (S.U.S.)
garantizando la atención sanitaria universal y gratuita al 51% de las y
los bolivianos que no poseían seguro de salud. Se realizó transferencia
de tecnología del INVAP argentino a tres centros de oncología de
Bolivia, algo inédito en la historia del país. Médicos bolivianos fueron
becados a especializarse a Cuba, Rusia, Argentina, China. Estaba
estipulado para el 2020 la creación del ministerio de Ciencia y
Tecnología, que quedó trunco pos Golpe de Estado. Hay 20 hospitales de
2° y 3° niveles que Morales dejó próximos a inaugurar, que no son
utilizados, lo mismo sucede con las avionetas ambulancias que se
adquirieron.
El 10 de marzo se registró el primer caso en el país, y
el 22 de marzo se declaró la cuarentena. El 1 de junio el país
implementó la “cuarentena dinámica”, con el fin de abrir diversos
sectores de la economía como ocurre en diferentes países que empezaron a
flexibilizar su cuarentena, y en simultáneo controlan la curva de
contagios. En Bolivia sucedió algo insólito, el Gobierno central, sin
plan de salida gradual de la cuarentena rígida, se desligó de su
responsabilidad de contención frente al Covid-19, y la trasladó a las
gobernaciones y alcaldías. Diversas regiones se auto encapsularon al ver
avanzar sus niveles de contagio. En La Paz y Cochabamba se cerraron
varios hospitales, entre ellos el Tórax y el Viedma, por el contagio
masivo de personal que no se reemplazó, y se volvió a endurecer la
cuarentena esta semana.
“Estas muertes se deben a la imposibilidad de recibir atención médica ante la saturación de los hospitales”.
Resultado del desgobierno de Áñez: se reportaron 10 muertos en las
calles, algunos de ellos en las puertas de los hospitales y otros en sus
casas sin recibir atención médica. Las imágenes recuerdan la cruda
realidad de Guayaquil., en Ecuador. Uno caso demoledor ocurrió en
Cochabamba con el cadáver de un hombre en la calle que peregrinó por
siete hospitales durante cinco horas solicitando asistencia, sin
lograrlo. Otros casos se registraron en Beni, Santa Cruz y La Paz. El 24
de junio, un paciente con Covid-19 se suicidó al complicarse su cuadro a
falta de medicamentos, y se lanzó del tercer piso del hospital Solomon
Klein, en Cochabamba. Por otro lado, el 20 de junio el Instituto de
Investigaciones Forenses reportó 50 muertes diarias en los domicilios
por insuficiencia respiratoria en Santa Cruz, a la espera de confirmar
si son positivos. En Cochabamba se reportaron 13 cuerpos en sus
domicilios y se habilitaron fosas comunes por el colapso del horno
crematorio para cuerpos no identificadas.El ministro de obras públicas
Iván Arias afirmó que las muertes reportadas en las cales ocurrieron
porque hay personas que “esperan hasta último momento para ir al
hospital”. En contraposición, la C.I.D.H. sostuvo: “Estas muertes se
deben a la imposibilidad de recibir atención médica ante la saturación
de los hospitales”.
El país requiere insumos y equipos de salud.
Según la sociedad boliviana de medicina crítica y terapia intensiva
(S.B.M.C.T.I.), en el país hay 210 médicos intensivistas y se precisa
duplicar esta cifra. Sin embargo, Áñez no permite la entrada de médicos
cubanos. Sólo se cuenta con 100 camas destinadas a Covid-19, cuando se
requieren 700 en todo el país. Al respecto, el 16 de abril, Mohammed
Mostajo, embajador de Ciencia y Tecnología, anunció la compra de 500
camas de unidades intensivas y 450 mil reactivos. Las camas nunca
llegaron, y luego de casi dos meses, recién el 3 de junio, llegaron sólo
70 mil reactivos. Los ex ministros de salud Aníbal Cruz y Marcelo
Navajas prometieron hace tres meses 500 respiradores, pero llegaron el
15 de mayo 170 respiradores con sobreprecios, e inservibles para
pacientes críticos con Covid-19. El 22 de junio se conoció la compra de
sólo 10 respiradores que desaparecieron, y otra vez con sobreprecios.
En
el país hay faltante de reactivos desde el inicio de la cuarentena, y
las pruebas se restringieron a pacientes con “toda la sintomatología
activa”, de tal manera Bolivia pasó a ser el país de la región que menos
pruebas realizan. Las insuficientes pruebas que se realizan, llegan pos
mortem luego de más de una semana, porque deben ser trasladados por
tierra a los laboratorios de Cochabamba, Santa Cruz y La Paz. Recién
hace un mes, se pusieron en funcionamiento laboratorios en Tarija, Beni y
Chuquisaca. El colapso en los laboratorios es inminente por falta de
personal. El Centro Nacional de Enfermedades Tropicales
(C.E.N.E.T.R.O.P.), el laboratorio más importante de Santa Cruz, se
declaró en emergencia al no recibir los termocicladores requeridos para
procesar las pruebas, y tiene cuatro mil análisis en espera. Lo
llamativo es que en el país hay 33 laboratorios, según lo anunciado el
16 de abril por Mohammed Mostajo: 23 pertenecientes al programa H.I.V. y
tuberculosis y 10 donados por el Programa de Desarrollo de Naciones
Unidas (P.D.N.U.), lo que permitiría tener tres laboratorios en los
nueve departamentos del país. Por otro lado, en las clínicas privadas
las pruebas cuestan un promedio de 150 dólares, por lo que Bolivia es el
segundo país de la región de mayor costo en los test.
Por
si fuera poco, el 18 de junio Áñez, quien sostiene un falso discurso de
preocupación por la salud, evitó la entrada de un avión de China, con una carga
con sobreprecios de hasta el 400% de 1.600.000 insumos de bioseguridad: 800 mil
barbijos, 500 mil barbijos N95, 200 guantes, 50 mil overoles, 5 mil termómetro,
20 mil gorros y 10 mil lentes, que tenían como destino a empresas privadas y al
Ministerio de Energía que intervino en la compra. El vuelo se canceló para evitar
otro escándalo de corrupción ante la filtración de la información.
Administración macabra de cifras epidemiológicas para evitar elecciones.
Al
principio de la cuarentena, las cifras epidemiológicas del país eran bajas y se
vendieron como un “éxito”. De repente, cuando el pueblo boliviano puso en
agenda la demanda electoral, en simultáneo las cifras oficiales se dispararon,
y Eidy Roca, actual ministra de Salud, proyectó más de 130 mil contagios para la
fecha de las elecciones del 6 de septiembre, casi triplicando las proyecciones
del ex ministro de salud Aníbal Cruz de 48 mil contagios. Nos encontramos con
que el golpismo administra desde el principio de manera macabra las cifras epidemiológicas
en función de intereses y cálculos electorales, con el fin de evitar las elecciones
en el país. Si bien es real y esperable el aumento de los contagios que aún no
han llegado a su pico en el país debido a la inacción del Gobierno de facto, se
desconoce con exactitud las cifras epidemiológicas, no sólo porque no se
realizan las pruebas masivas y hay muchas a la espera de los resultados,
también porque Áñez oculta y manipula sistemáticamente información al respecto.