Televisión ¿revolución?
Insurgente
Como turista que soy, que voy y vengo por el mundo, gracias a mi trabajo como vendedor de una multinacional, me detengo casi siempre en hoteles de lujo donde pasar las noches con la comodidad digna de mi cargo. Permítanme que no cite ni la firma en la que colaboro, en condiciones mejores que las de muchos de mis colegas, aunque confieso que envidio a veces su forma de vivir, sin tanto traslado, sin tantas horas en avión, tren o automóvil. Gano lo suficiente para alimentar a mi escasa familia, que consta de esposa y dos hijos, de siete y cuatro años. Vivimos en una ciudad bastante poblada, en un barrio periférico, y disfrutamos de un pequeño chalet adosado con tres dormitorios y un pequeño jardín de 300 metros cuadrados. Hasta ahí, parecemos una típica representación de la burguesía más americana, aunque seamos todos castellanos... y españoles.
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