viernes, marzo 30, 2007

Aunque Bolivia se descentralice de seda, Bolivia se queda

Alfredo Serrano Mancilla
Rebelión

Todos quieren descentralizar, algunos piden autonomías, unos mas y otros menos, unos así y otros asá. La descentralización y la cuestión autonómica están en el candelero, en el centro de todas las batallas tanto en la asamblea constituyente como fuera de las paredes del teatro Mariscal. Las apelaciones de descentralización y autonomías tienen infinitos trajes, todos muy variados y de diferentes colores. Unos le ponen trajes futuristas, otros acuden al pasado, otros lo emperifollan demasiado, algunos les ponen trajes colonizadores, otros solicitan el desnudo, otros desean que la engalanen con mucho glamour, y otros prefieren ataviarla con trajes modestos. Cada cuál habla de descentralización como quiere. Todos se animan a hacer demandas muy variopintas sobre distribución de competencias y repartos fiscales. Sin embargo, pocos cuestionan el tamaño y/o forma del actual pastel. Pocos prestan atención a los cambios del tamaño y/o de la ecuanimidad de este actual pastel competencial, fiscal y económico. Pocos miran el cuerpo, y todos se fijan en su traje. Puede que el cuerpo no sea lo suficientemente digno como para ponerle traje tan elegante, tan exorbitante y tan pretencioso. Puede que el pastel no sea suficientemente justo como para envolverlo en papeles de regalo tan ilustre, tan grandioso y tan noble.

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