Arturo von Vacano
Una nota mía sobre la visita del Vice Presidente a Washington provocó una serie de mensajes que la comentan y me atribuyen una antipatía personal hacia García Linera que yo no siento. El minuto que me dio al concluir su visita y el trabajo que me di de seguirlo por donde pude mientras trabajaba en su misión me dieron la materia para mis opiniones que, me parece a mí, son superficiales pero acertadas. Yo no creo que García haya tenido éxito en esa oportunidad, pero ello no me hace enemigo suyo ni de su gobierno. Por el contrario, he escrito varios comentarios desde que Evo era cocalero en defensa del Presidente actual y mi nota "¿Y ahora qué, Culitos Blancos?", una celebración de su triunfo electoral, fue tal vez la más reproducida entre las muchas que se refirieron a ese tema tanto en Bolivia como en el exterior. Basta con buscarla en Google para hallar más de 45 sitios que la publicaron.
Acostumbrados como estamos a vivir la política con pasión tan intensa como vivimos el fútbol, hay gente que lo ve todo rojo o todo negro sin dar cabida a opiniones como la mía, firmada con responsabilidad y apoyada en lo evidente. Yo soy hincha de Evo, pero eso no me impide ver, pensar ni opinar.
El malentendido al que me refiero al mentar esos mensajes me llevan ahora a referirme a uno de los problemas mas serios del gobierno de Evo, un problema al que García se refirió al decir varias veces que "falta información".
Este problema consiste en la incapacidad del gobierno para presentar al país y al mundo la justicia de la causa de Evo, el valor humano que tiene su lucha por dar una esperanza y un nivel de vida digno a la mayoría de los bolivianos. A seis meses de su triunfo, el gobierno no puede aún articular esa urgencia de justicia ni los hechos y datos que la hacen evidente.
Es una situación que la existencia de una prensa opositora televisiva, escrita y digital hace más álgida. Es un silencio que la presencia de periodistas al servicio de Evo hace inexplicable. Menciono al Juguete Rabioso, del que salió el actual embajador en Washington, y me pregunto: ¿Se le ha acabado la rabia a ese juguete? ¿Cree que va a lograr lo que necesita lograr gritando una vez por semana desde cuatro o seis esquinas?
El divorcio entre la "inteligentsia" local y el régimen actual añade importancia a este problema. El racismo boliviano, tan natural como el aire que respiramos, ha llevado a la "clase profesional" a oponerse, ignorar o "torpedear" al Presidente, hasta el extremo de que parece preferir una guerra civil o la muerte misma del país antes de colaborar con su primer
gobierno indio.
Por esta razón debe de ser que hay quienes entre propios y extraños tienden a ver a Evo y sus colaboradores como "exóticos" o "folklóricos" como si su gobierno no fuera más que un accidente que concluirá dentro de otros seis
meses. Esto es, no lo toman en serio. Olvidan ese 80% de aprobación que Evo se ha creado.
Este problema de difusión y propaganda es vital porque esa propaganda y esa difusión, hoy inexistentes, deben convencer a los Culitos Blancos que parecen preferir la pobreza que siempre han conocido antes del cambio por el que deberían trabajar con Evo para beneficiarse luego de sus frutos.
Esa falta de difusión y propaganda sería una explicación, casi increíble, sobre los cambas y los collas de Santa Cruz que, viviendo de dos dólares al día, parecen preferir a quienes los han estado explotando desde hace 30 años antes que a sus compatriotas que viven también de dos dólares al día pero entienden que sólo hay un camino hacia el cambio, y ese camino no pueden ser sus explotadores. ¿Se quejan contra los ladrones tradicionales del Altiplano, contra los politiqueros de siempre? ¿Es que no pueden ver que sus explotadores de hoy son los politiqueros de siempre? ¿Por qué? Porque hay propaganda y difusión día y noche para convencerlos que nunca han sido más felices que hoy, cuando mueren de hambre.
Este problema es causa también de que el gobierno sea presentado por sus enemigos como un régimen "socialista" copiado de Lenín. Todo indica que lo único que busca el gobierno es una oportunidad de acabar con el lastre feroz que significa un 60% de la población condenado a la ignorancia, al hambre y la desesperanza. ¿Qué futuro puede tener país alguno en esa situación?
¿Por qué no hay periodistas que lo digan, lo repitan, lo demuestren y lo traduzcan a todos los idiomas?
Esa fue la soledad que reflejó García Linera en Washington cuando dio la impresión de que en USA no había más que un solo hombre que hablara por su gobierno. Hoy, con él de retorno, parece que no hay ninguno.
Y sólo con imágenes de nuestro folklore, nuestras danzas y algunas costumbres ancestrales que son de algunos y no son de todos no se puede hacer más que lo que hizo García Linera, aún con la mejor voluntad del mundo.
Es hora ya de "vender" el régimen de Evo a bolivianos y extranjeros y mostrar y demostrar que las cosas han cambiado en verdad desde hace seis meses y que nada hay más justo en este mundo que ese cambio.
Una nota mía sobre la visita del Vice Presidente a Washington provocó una serie de mensajes que la comentan y me atribuyen una antipatía personal hacia García Linera que yo no siento. El minuto que me dio al concluir su visita y el trabajo que me di de seguirlo por donde pude mientras trabajaba en su misión me dieron la materia para mis opiniones que, me parece a mí, son superficiales pero acertadas. Yo no creo que García haya tenido éxito en esa oportunidad, pero ello no me hace enemigo suyo ni de su gobierno. Por el contrario, he escrito varios comentarios desde que Evo era cocalero en defensa del Presidente actual y mi nota "¿Y ahora qué, Culitos Blancos?", una celebración de su triunfo electoral, fue tal vez la más reproducida entre las muchas que se refirieron a ese tema tanto en Bolivia como en el exterior. Basta con buscarla en Google para hallar más de 45 sitios que la publicaron.
Acostumbrados como estamos a vivir la política con pasión tan intensa como vivimos el fútbol, hay gente que lo ve todo rojo o todo negro sin dar cabida a opiniones como la mía, firmada con responsabilidad y apoyada en lo evidente. Yo soy hincha de Evo, pero eso no me impide ver, pensar ni opinar.
El malentendido al que me refiero al mentar esos mensajes me llevan ahora a referirme a uno de los problemas mas serios del gobierno de Evo, un problema al que García se refirió al decir varias veces que "falta información".
Este problema consiste en la incapacidad del gobierno para presentar al país y al mundo la justicia de la causa de Evo, el valor humano que tiene su lucha por dar una esperanza y un nivel de vida digno a la mayoría de los bolivianos. A seis meses de su triunfo, el gobierno no puede aún articular esa urgencia de justicia ni los hechos y datos que la hacen evidente.
Es una situación que la existencia de una prensa opositora televisiva, escrita y digital hace más álgida. Es un silencio que la presencia de periodistas al servicio de Evo hace inexplicable. Menciono al Juguete Rabioso, del que salió el actual embajador en Washington, y me pregunto: ¿Se le ha acabado la rabia a ese juguete? ¿Cree que va a lograr lo que necesita lograr gritando una vez por semana desde cuatro o seis esquinas?
El divorcio entre la "inteligentsia" local y el régimen actual añade importancia a este problema. El racismo boliviano, tan natural como el aire que respiramos, ha llevado a la "clase profesional" a oponerse, ignorar o "torpedear" al Presidente, hasta el extremo de que parece preferir una guerra civil o la muerte misma del país antes de colaborar con su primer
gobierno indio.
Por esta razón debe de ser que hay quienes entre propios y extraños tienden a ver a Evo y sus colaboradores como "exóticos" o "folklóricos" como si su gobierno no fuera más que un accidente que concluirá dentro de otros seis
meses. Esto es, no lo toman en serio. Olvidan ese 80% de aprobación que Evo se ha creado.
Este problema de difusión y propaganda es vital porque esa propaganda y esa difusión, hoy inexistentes, deben convencer a los Culitos Blancos que parecen preferir la pobreza que siempre han conocido antes del cambio por el que deberían trabajar con Evo para beneficiarse luego de sus frutos.
Esa falta de difusión y propaganda sería una explicación, casi increíble, sobre los cambas y los collas de Santa Cruz que, viviendo de dos dólares al día, parecen preferir a quienes los han estado explotando desde hace 30 años antes que a sus compatriotas que viven también de dos dólares al día pero entienden que sólo hay un camino hacia el cambio, y ese camino no pueden ser sus explotadores. ¿Se quejan contra los ladrones tradicionales del Altiplano, contra los politiqueros de siempre? ¿Es que no pueden ver que sus explotadores de hoy son los politiqueros de siempre? ¿Por qué? Porque hay propaganda y difusión día y noche para convencerlos que nunca han sido más felices que hoy, cuando mueren de hambre.
Este problema es causa también de que el gobierno sea presentado por sus enemigos como un régimen "socialista" copiado de Lenín. Todo indica que lo único que busca el gobierno es una oportunidad de acabar con el lastre feroz que significa un 60% de la población condenado a la ignorancia, al hambre y la desesperanza. ¿Qué futuro puede tener país alguno en esa situación?
¿Por qué no hay periodistas que lo digan, lo repitan, lo demuestren y lo traduzcan a todos los idiomas?
Esa fue la soledad que reflejó García Linera en Washington cuando dio la impresión de que en USA no había más que un solo hombre que hablara por su gobierno. Hoy, con él de retorno, parece que no hay ninguno.
Y sólo con imágenes de nuestro folklore, nuestras danzas y algunas costumbres ancestrales que son de algunos y no son de todos no se puede hacer más que lo que hizo García Linera, aún con la mejor voluntad del mundo.
Es hora ya de "vender" el régimen de Evo a bolivianos y extranjeros y mostrar y demostrar que las cosas han cambiado en verdad desde hace seis meses y que nada hay más justo en este mundo que ese cambio.
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