sábado, julio 01, 2006

Autonomía de la oligarquía


Alfredo Chimori Saucedo

30/junio/2006

Ocurrirán importantes cambios sociales y estructurales el próximo 2 de julio con motivo del referéndum para la Asamblea Constituyente y la consulta autonómica. Sin embargo, vale recordar, que la “autonomía” no nació como reivindicación del pueblo boliviano. Más bien fue estratagema de los partidos conservadores y de las oligarquías, sobre todo, de Santa Cruz y Tarija para conservar privilegios.

Aquellos ahora proclaman las “autonomías”, pero durante 200 años se valieron del “poder central” para sojuzgar al país, conservando preeminencias que adquirieron en el colonialismo y en la época republicana. El gobierno central fue la hacienda de los privilegiados; incluso las transnacionales dirigían el saqueo de Bolivia desde los ministerios públicos.

Nuevamente cambiaron de ropaje en el lapso de pocos meses, para presentarse ante el pueblo como los propugnadores del progreso, olvidando que ellos mismos fueron los que desvalijaron las riquezas de los bolivianos. Entregaron el gas, el petróleo, el hierro, los ferrocarriles a las transnacionales, traficaron con los bienes del Estado, se apoderaron de las mejores tierras y de inmensos territorios en el oriente boliviano ¿De dónde vienen las millonarias cuentas bancarias privadas y la ostentación de la vida regalada que llevan en sus grandiosas haciendas, mientras los bolivianos sufren los rigores de la pobreza? ¿De dónde salen los dineros para su compaña antinacional? ¿Quién financia los despilfarros para organizar marchas obligatorias, simulacros de “apoyo”, verbenas y mascaradas “patrióticas”, exactamente cuando ellos gobernaban y destruían el país? Para la oligarquía todo vale. Deslumbrar a las multitudes y ganar "apoyos" en río revuelto, manipulando a través de regocijos aparatosos para conspirar contra Bolivia. La cantaleta del “progreso” y “desarrollo” que se escucha a diario en sus campañas electorales, son las mismas palabrerías que se escucharon en el pasado para atrapar incautos, pasando por alto lo fundamental: para cambiar las estructuras caducas del país, primeramente se tiene que pasar por la Asamblea Constituyente ¿No es la lógica de la democracia? El pueblo no lo olvida, pero ellos sí ¿De qué valen las autonomías o el centralismo si están en manos de los explotadores?

El 18 de diciembre pasado, por primera vez en la historia, ellos fueron derrotados por la fuerza incontenible de la resistencia del pueblo boliviano. Pese a quién pese, hoy el gobierno de las mayorías, está al servicio de Bolivia para lograr el tan ansiado desarrollo nacional. Los resultados ya se ven en apenas cinco meses de gobierno. Las esperanzas de los pobres empiezan a convertirse en realidades, lo que nunca sucedió en 500 años de sometimiento, de explotación y de discriminación. El pueblo se alimentó solo de promesas, de cebos, de mentiras y de migajas. Hoy en día, en la hora de significativas reformas, ya no son ilusiones ni espejismos de mejores días, son realidades palpables.

La victoria y la unidad del pueblo boliviano los puso mal a los oligarcas. Aún más, los decretos de gobierno que permitieron la recuperación del gas y el petróleo en poder de las transnacionales y la entrega de tierras a los campesinos pobres les produjeron exacerbación y sobresalto. Los que habían convertido a Bolivia en un país de mendigos, huyeron despavoridos para refugiarse en EE.UU. sin rendir cuentas a la justicia boliviana por sus crímenes cometidos; otros se escudan en sus feudos custodiados por paramilitares a sueldo, rodeados de asesores de marketing para diseñar otra vez, técnicas de engaños y de astucias de supermercado como si el país estuviera en subasta o fuera una simple mercancía.

Mientras Bolivia se convierte, a nivel internacional, en la admiración, en el ejemplo a seguir de los pueblos que luchan contra la opresión económica, social y cultural, la oligarquía nuevamente conspira contra la unidad de Bolivia. La argucia de los que vendieron el país son las “autonomías”, porque se les acabó sus privilegios. El gobierno salido de las urnas electorales ahora está en manos del pueblo, por eso que se dan la tarea de impugnar el “centralismo” que ellos mismos lo crearon.

El pretexto “autonómico” es bastante claro, atrincherarse en la “autonomía” para que nadie los controle, otorgándose prerrogativas para continuar con el pillaje y después aliarse a los grandes emporios que acechan día y noche para que Bolivia desaparezca. Debilitar la democracia, crear conflictos regionalistas, desorientar a los bolivianos, atizar absurdas querellas, falsos rencores entre pobladores “cambas” y “collas, entremezclando palabritas dulces, complacientes es su estrategia para atrapar incautos y apoderarse de las riquezas. Santa Cruz y Tarija se ha convertido en el nido de conspiradores, porque saben que las riquezas del gas y el petróleo ahora pertenecen a los bolivianos. Su máscara al fin se les cayó, ya no podrán engañar al país, por eso apuestan por su “autonomía”.

¿Puede ser libre la prensa y los medios de comunicación, cuando pertenecen a grupos económicos dominantes y a sus familias? Para lograr sus temerarios propósitos, los canales de televisión y los periódicos de la oligarquía, a través de la “opinión pública” que no es más que la suya, están montando la zozobra, la confusión, de este modo, contagiar su pánico a los bolivianos, ante el avance de la justicia social. Las arengas y panfletaria llueven a raudales en un ambiente de regionalismos obcecados. Toda ésta mascarada, tiene como finalidad desconcertar a la población en un ambiente de verbena y de triunfalismos. El anzuelo son las ventajas, las gangas que ilusoriamente obtendrían sus seguidores si “su autonomía” tendría aceptación. Los oligarcas son pocos pero no están solos. Detrás de la campaña de infamia nacional, están los asaltantes del mundo. No es casual que militares gringos se hayan disfrazado de estudiantes y de turistas. Llegan a la ciudad de Santa Cruz justamente para aquella ocasión ¿Vendrán para “cooperar” y participar en el carnaval montado por la oligarquía?

La democracia (la verdadera) y la reivindicaciones económicas, solo puede forjarse si las mayorías toman conciencia de las injusticias y el destino incierto que les deparan los oligarcas, de otro modo será difícil plantearse y aspirar al progreso que todos esperamos.

“Cambiar todo para que nada cambie” parece ser ahora la gran astucia de los privilegiados.

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