miércoles, junio 21, 2006

Nacionalismos de pacotilla



Por Antonio Peredo Leigue

La Paz, junio 19, 2006

Las grandes recepciones de agasajo a los nuevos gerentes yanquis a quienes entregaban los recursos nacionales, ahora se ocultan con cinismo. Las proclamas de que la inversión extranjera (léase norteamericana) significa el desarrollo nacional, fueron silenciadas. Las sociedades formadas con capitales estadounidenses se camuflan. La última de tales trapacerías que pretendía entregar el Mutún a cambio de un miserable 1% se ha echado al olvido rápidamente.

Hoy por hoy, quienes se jactan de hablar “un buen inglés”, gritan un nacionalismo risible a cuenta de la amistad del gobierno boliviano con Venezuela y con Cuba. No han tenido empacho en agitar la bandera boliviana para cubrir sus mediocres campañas electorales. La ley prohíbe este uso publicitario pero, como puede verse, no hay autoridad electoral que se haya dado por enterada.

De hecho, quienes vendieron el patrimonio nacional a las transnacionales, reclaman hoy por el apoyo que recibe Bolivia para su desarrollo. Los que no tuvieron vergüenza de disfrazarse como ordenaba la embajadora yanqui para asistir a sus fiestas, se rasgan las vestiduras porque Hugo Chávez está dispuesto a afianzarla economía boliviana y lo declara abiertamente. ¡Pobres personajes que, al abandonar la escena, no tienen el recato de irse calladamente!

La vergüenza nacional

Desde agosto de 1985 gobernaron, sucesivamente: Víctor Paz Estenssoro, Jaime Paz Zamora, Gonzalo Sánchez de Lozada, Hugo Banzer, Jorge Quiroga, GSL nuevamente, Carlos Mesa y Eduardo Rodríguez.

El país se nos muere y hay que vender desde rosas hasta piedras, fue la primera consigna. ¿Lo recuerdan?

Borrón y cuenta nueva para las relaciones internacionales. No olvidemos la cláusula oculta del acuerdo con Bush padre. ¿Eso fue nacionalismo?

Goni llamó capitalización a una vergonzosa entrega que destruyó el LAB, los ferrocarriles, agrandó el déficit fiscal y puso en bancos extranjeros los fondos destinados a la inversión. ¿Sabía la letra del himno nacional este señor?

Continuador del esquema que le dejaron, el general se dedicó a distribuir tierras entre sus amigos, como lo hizo a lo largo de su dictadura. ¿Estaba haciendo patria?

Tuto, quien ahora es capaz de salir vestido con los colores de la bandera, firmó decretos a gusto y sabor de las petroleras: entrega de propiedad en boca de pozo, conversión de las parcelas en semi-parcelas para ahorrarles inversiones. ¡Patriota, el caballero!

Entre Mesa y Rodríguez pende el humillante acuerdo de entrega de los misiles chinos al Pentágono. Y ni qué hablar de la pobreza de conducta con que, ambos, se doblegaron ante las transnacionales para no implementar la nueva ley de hidrocarburos.

¿De qué nacionalismo pueden hablar todos ellos?

Destruyeron Bolivia. El pueblo los repudió. Retírense silenciosamente de la escena política. Nadie los quiere allí. Caven su tumba y échense a esperar su muerte.

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