Desde millonarios negociados a la explotación sexual de mujeres y niños
Enrique Oliva
Rebelión
La ONU es un inservible y carísimo aparato de la burocracia internacional que nunca, ni una sola vez, ha podido impedir ni lograr una paz justa en ningún conflicto y desde siempre ha sido una organización de múltiples negociados, corrupción y violaciones de derechos humanos. Varias de las personalidades que la han dirigido, los secretarios generales, han sido títeres de las grandes potencias y multinacionales. No faltó uno de ellos Kurt Waldheim con un comprometido pasado militar como oficial nazi, quien solo fue “descubierto” cuando fuera posteriormente presidente de Austria. Hubo otro, el sueco Dag H. Hammarskjold que pareció tomarse su trabajo en serio y murió en un “accidente” de aviación, acordándosele el Premio Nobel de la Paz post mortem.
Hasta hace unas semanas, desde 1997 el cargo estuvo en manos Kofi Annan, un viejo burócrata de la ONU, procedente de Ghana, uno de los países más pobres del mundo. Éste, aunque decía pensar su rechazo, no pudo detener ninguno de los atropellos colonialistas sangrientos hasta terminar con el arrasamiento humano y material de Afganistán e Iraq. También Kofi Annan se vio obligado a encubrir graves delitos de contrabandos, robos y abusos sexuales de los Cascos Azules, verdaderos invasores de países en desgracia. Los vuelos de la muerte y las cárceles secretas en “civilizada” Europa y otros países por parte de los yanquis, se los tuvo que tragar, sabiendo bien que el destino de esos hombres y mujeres, incluido menores, no era otro que morir en la tortura y desaparecer sus restos.
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