Fausto Triana
París, (PL).- Había dejado su testamento espiritual desde 1998, con bastante anticipación, pero llegó al umbral del centenario para unas partidas más de dominó en Santos Lugares y hacerse sitio al lado de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Ernesto Sábato murió ayer a 55 días de cumplir 100 años, con una obra monumental e imperecedera a la altura de sus emblemáticas El túnel, Abbadón el exterminador y Sobre héroes y tumbas.
"Nunca me he considerado un escritor profesional, de los que publican una novela al año. Por el contrario, a menudo, en la tarde quemaba lo que había escrito en la mañana", comentó en una ocasión.
Aunque su trayectoria está marcada por vibrantes capítulos, algunos relacionados con la historia política de Argentina, deslumbran sus tertulias con Borges e impacta -ahora más que nunca- su obra Antes del fin.
"Yo escribo porque si no me hubiera muerto, para buscar el sentimiento de la existencia", reflexionó a propósito de su relato de corte autobiográfico con aires de Kafka, acerca del desconcierto del hombre moderno y de su propia existencia.
Se llamaba Ernesto, pero por un hecho singular: el día de su nacimiento tuvo lugar el deceso de su hermano Ernesto, por lo cual su madre decidió repetir el mismo nombre.
Siempre pensé que mi papel en este mundo era remplazar a mi hermano, confesó en una oportunidad. Igual se debatía en el conflicto familiar ante la intransigencia y dureza de su padre, a quien terminó por comprenderlo.
Lejos de un ensayo lapidario o asfixiante, Sábato no dejaba pasar su lucidez a los 86 años, para abrumarnos, sin renunciar a la pasión, la vehemencia y la entrega.
"Sólo quienes sean capaces de encarnar la utopía serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido", concluye.
Francia ocupó un lugar relevante en su trayectoria, casi antes de que Albert Camus y luego Thomas Mann aplaudieran su letra firme y aguda. Antes incluso de ser condecorado como Caballero de la Legión de Honor en 1979, con su escudo de cultor de las utopías.
Fue Abbadón el exterminador, lauro a la mejor novela en Francia y el asomo hacia el firmamento de los elegidos de las letras para este candidato al Premio Nobel.
Por iniciativa del entonces presidente Raúl Alfonsín, Sábato encabezó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, para investigar las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura (1976-83).
Su prólogo de Nunca más, el desolador reporte de los 15 mil casos de desaparecidos, es quizá su legado político y social más entrañable para los argentinos, sensibilizados por el compromiso del ya ilustre autor.
Allá en su casa de Santos Lugares, donde se despidió de este mundo, vienen las memorias por Cortázar, Borges y el pensamiento de Ernesto Sábato cuando nos dejaba con su impronta tangencial una proyección más allá de Antes del fin.
"En tiempos oscuros nos ayudan quienes han sabido andar en la noche. Lean las cartas que Miguel Hernández envióÌü desde la cárcel donde finalmente encontróÌü la muerte":
-Volveremos a brindar por todo lo que se pierde y se encuentra: la libertad, las cadenas, la alegría y ese cariño oculto que nos arrastra a buscarnos a través de toda la tierra.
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Conmociona a letras argentinas muerte de Ernesto Sábato
Buenos Aires, (PL).- Las letras argentinas quedaron conmocionadas hoy por el fallecimiento del escritor Ernesto Sábato, quien el próximo 24 de junio cumpliría 100 años y mañana sería homenajeado en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.El autor de El túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961), y Abbadón el exterminador (1974), entre otras destacadas piezas, murió a consecuencia de una bronquitis que complicó su delicado estado de salud, confirmó su colaboradora Elvira González.
Los restos mortales de Sábato comenzarán a ser velados esta tarde en el Club Defensores de la localidad bonaerense de Santos Lugares, justo frente a la casa donde le sorprendió la muerte esta madrugada.
Doctor en Física, Sábato fue notable novelista y ensayista, y también pintor aficionado. En 1984 se convirtió en el segundo autor argentino, después de Jorge Luis Borges (1979) en merecer el premio Miguel de Cervantes.
El creador de piezas como El escritor y sus fantasmas (1963) y Apologías y rechazos (1979), es recordado también aquí por su sobresaliente trabajo al frente de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep), responsabilidad que asumió en 1983.
La labor de la Conadep quedó plasmada en el libro Nunca Más, que de paso abrió las puertas para enjuiciar a las juntas militares de la última dictadura, en 1985.
Tras conocerse del deceso, medios de prensa reprodujeron una frase reiterada por Sábato, según la cual "Nunca me he considerado un escritor profesional, de los que publican una novela al año. Por el contrario, a menudo, en la tarde quemaba lo que había escrito a la mañana".
Mientras, la escritora e investigadora María Rosa Lojo calificó en una reseña escrita para la agencia de noticias Télam de "inmemorial y contemporánea" la obra literaria de Sábato.
Sus personajes -observó - son seres en búsqueda y encuentro del destino, que se cumple por la extraña convergencia entre los móviles inconscientes y la trama de la realidad externa: el mundo es un jeroglífico donde cada uno descifra el itinerario inevitable de su vida.
La simbólica de Sábato desarma las certezas del conocimiento visual (paradigma del conocimiento para la tradición de Occidente) y propone un nuevo criterio de verdad donde la evidencia pasa por lo invisible y la visión siempre indecisa, fantasmal, cede ante la visceral clarividencia del tacto, señaló.