martes, mayo 30, 2006

Un monstruo llamado México

Arturo von Vacano

No es de ayer que se hace notable la singular habilidad de la prensa latinoamericana para contar cuentos y mentiras a sus millones de lectores para ocultarles monstruosidades grandes como catedrales. Hija como es de las agencias noticiosas gringas, no sólo repite las tonterías que esos entes están empeñados en vender, sino que añade sus propios cuentos, producto de una densa ignorancia y una mala fe propia de los sinvergüenzas agónicos.

Como ejemplos mínimos citaré tan sólo la idea de que Judas ha escrito su propio Evangelio, el concepto de que hay gente tan pobre que ya ni sabe que es humana y la "noticia" de que USA va a reformar el bruto trato que da a los inmigrantes ilegales. Entre las noticias que esa prensa ignora debería mencionarse la ultima humillación sufrida por el Coca Cola Man mexicano Fox durante su reciente gira no anunciada ni difundida por el Oeste norteamericano. Ignorado totalmente por la Casa Blanca (a la que espiaba con el ojo izquierdo esperando un mínimo gesto de su compadre Jorgito, gesto que nunca llegó) Fox mereció menos atención que un candidato local a la alcaldía de un poblado de mil habitantes.

A pesar de ello, la triste y reducida caravana de Fox, cuyo rostro acartonado apenas disimula ya el fracaso contundente de su gobierno y una imagen personal que no merece más que lástima, ha servido para plantar entre los gringos la idea no muy original de que tal vez México y su capitalismo no ya brutal sino bestial merecerían tal vez un intento de reforma. La idea se apoya en un principio básico de soberanía: todo país debería buscar y lograr la capacidad de dar un techo a sus hijos, un trozo de pan y un hálito de esperanza. El capitalista México ha ignorado desde siempre este deber elemental. Hoy nos llega la noticia de que, según encuestas tomadas por la Pew Hispanic Center, más del 46 por ciento de los mexicanos emigrarían hoy mismo a USA si pudieran, y más de un 20 por ciento lo harían como ilegales.

Esto es, millón va millón viene, uno de cada dos mexicanos le ha puesto la cruz a México como proyecto nacional y ha decidido votar con los pies. No es extraño que existan ya observadores a ambos lados de esa frontera que expresan con claridad y sencillez la idea de una próxima defunción del país como ente nacional.

Tales profecías citan también el hecho de que no sólo los pobres de México han perdido la fe en su país, sino que la clase media y los ricos preparan su propia fuga masiva. Un 35 por ciento de sus profesionales quiere abandonar México apenas pueda y no hay familia de ricos que no haya comprado ya su "segundo hogar" en USA, hogar que está convirtiéndose en el primero en miles de casos. Un 13 por ciento lo haría como ilegales. Frías como se leen estas cifras, no pueden dar idea del monstruoso destino que sufren actualmente los ilegales mexicanos que continúan entrando en USA a razón de mil personas por día y por cada "puerta" de entrada.Como las gentes no saben, tales inmigrantes no son ya hombres solos, sino que buena parte son niños solos cuyos padres viven en USA y mujeres con bebes e hijos menores con o sin marido que van en busca de una oportunidad de sobrevivir. La tragedia de estos millones de inmigrantes es objeto de toda una biblioteca de libros, novelas, estudios, análisis y propuestas, pero la "civilización" occidental (léase mexico-estadounidense) hace poco por estos refugiados. Por el lado mexicano, un par de consejos de las autoridades (lleven agua, no corran, no anden con las manos en los bolsillos) y por lado norteamericano los Minutemen y los militares encargados de atraparlos como conejos.

Sólo existe un antecedente para el Muro que están construyendo los gringos en la vana esperanza de parar este océano de gentes pobres, y es el Muro de Berlín. Sólo ayer protestaba Reagan, ese campeón de la democracia, contra ese monumento a la barbarie, auxiliado por la maquinaria de propaganda más grande que ha conocido la humanidad, la prensa y la TV gringas. Hoy, los defensores de los inmigrantes son una minoría triste y casi muda. La Iglesia Católica está salvando su honor en este caso pero, ¿quién puede contra los militares de la superpotencia?

Mirando hacia México, es notable el fracaso de más de cien millones de mexicanos en la construcción de una patria, tan notable que resulta una lección singular para el resto del Continente de la Desesperanza. Tal vez el proceso comenzó cuando los mexicanos decidieron ignorar su Revolución Mexicana para convertirla en una "guerra civil" cualquiera a pesar de su millón de muertos. Tal vez Chiapas, a pesar de su sacrificios, no aprendió nunca las mañas del boliviano Evo Morales, gran estratega de los bloqueos camineros y cocalero "ignorante" que se metió dos presidentes vendidos a los extranjeros a la bolsa.

Tal vez los pobres mexicanos no son más que animales para los ricos mexicanos, que prefieren el México de hoy con sus super-ricos, sus policías-delincuentes, sus aasesinatos en serie de mujeres humildes, sus ciudades-basurero en que nacen, sufren y mueren miles de personas y otras monstruosidades que hacen ese México monstruoso que ha comenzado a morir y es simbolizado por Fox, compadre de Jorgito y amigote del español Aznar. Ahora sólo falta que le quiten la máscara al Brasil de Lula, sus gangsters de Sao Paolo y al país que pocos conocen, ese Brasil en el que uno de cada tres ciudadanos es débil mental debido a la dieta de hambrunas de que gozan junto a su Carnaval.

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